Para maestros, padres, educadores y personas en general. Si el sistema educativo dejara de enseñar “qué” pensar, y en reemplazo enseñara “cómo” pensar, es decir sólo en forma práctica, sería posible entonces corregir el curso de la ansiedad y neurosis en la cual actualmente se vive. Si se observa se puede ver que desde chicos nos han enseñado constantemente el “qué”, lo “qué” está bien, lo “qué” está mal, y de esa manera nos han inculcado el contenido de lo “qué” hay que tener como estructura mental acerca de la realidad, produciéndose así la separación como individuo, y perdiendo poco a poco el contacto de la experimentación directa de la misma. Si observamos, a medida que el niño se desarrolla, se acostumbra de esta manera, es decir está preguntando constantemente “qué” es, obteniendo así sólo una descripción de la misma y no una experimentación, por citar sólo un ejemplo, el niño pregunta acerca de una fruta, digamos manzana, y si la palabra manzana por alguna razón no le gusta, no la prueba, es decir no la experimenta directamente, sino que decide a través de la superficie de la realidad, de lo que supone acerca de la misma, sin saber sustancialmente como en verdad ocurre. Seguido a esto, el niño empieza a preguntar ya no el “qué”, sino “por qué”, y de esta manera agrega no sólo una descripción, sino además una justificación, una razón, acrecentando aun más su abstracción de la experimentación directa de realidad, creándose así una estructura aun mayor de cómo deben ser las cosas, como debe actuar uno en la vida. Por alguna razón, al ser tanta la actividad en este sentido, es decir el ir acumulando “qué” y “por qués” se torna un hábito repetitivo y constante, al punto que adquiere en forma ilusoria vida propia. Esta actividad de ir etiquetando, justificando, se torna automática, donde no solo el niño se abstrae de la experimentación directa, sino que está actividad lo arrastra, en forma inconsciente, como un río salvaje. Esta disfunción mental es la causa de que en la actualidad se viva como se vive, en estado demencial, es decir, a través de la mente, de la suposición de lo que es, y no en la vivencia directa. Si quien lee estas palabras se observase por un momento en calma y en quietud, podrá comprobar la veracidad de las mismas, en menos de que cante un gallo, los pensamientos invadirán y serán arrastrados, hasta que un momento de mínima presencia, le haga darse cuenta que lo están haciendo. Esta actividad mental frenética y compulsiva se ha vuelto a través del tiempo una adicción, dando como resultado que el individuo no sea quien conduce al pensamiento, sino que en forma inversa, es el pensamiento quien conduce al individuo, lo arrastra, lo lleva de paseo en forma constante sin su consentimiento, haciéndolo vivir en un estado de somnolencia mental, el cual lo abstrae de todo su entorno, aislándolo así de la realidad. Por tanto, esta cuestión debe ser tomada y puesta en observación, con la mayor de las seriedades, si es que en verdad se quiere corregir el curso de la locura en que se vive, y si es que verdaderamente como educadores se busca el bienestar del individuo y consigo el futuro de la humanidad. Por donde seguir entonces? Bueno, para quienes ya hemos crecido siendo educados a la “vieja usanza” no nos queda otra que realizar un trabajo de observación interior, para que poco a poco podamos descubrir “la verdad de la milanesa” como quien dice. Así mismo, en forma paralela, es necesario poner el foco en los niños que aun no han sido educados, que aun no tiene entendimiento de la palabra y que son potencialmente, la continuidad de la especie humana en desarrollo. De cada educador y padre depende inculcarle el vivir en la verdad, y no en la descripción de la misma, claro que para poder realizar esto, primeramente son los mayores quienes debe llevar a cabo el trabajo de auto observación, de auto comprensión. El niño en desarrollo es un campo virgen, inocente, poco contaminado, siendo la educación quien los termina por enloquecer. Necesitamos reaprender entonces, el uso del pensamiento en forma práctica, es decir, siendo uno quien decide utilizarlo bajo su consentimiento, sea para a una tarea inmediata o futura, teniendo en cuenta que una vez finalizado el mismo, se debe volver a la presencia, uno debe ser quien tiene las riendas en esto, y para que esto suceda, es necesario volverse plenamente consciente, auto comprenderse. Es necesario observar, que junto al pensamiento, se produce una proyección mental futura, una “película” ilusoria, creándose así lo que se puede denominar “tiempo psicológico”, el cual al acumularse y al no liberarse en uno, es el responsable de la ansiedad y miedo psicológico en el cual se vive. No sólo se está pensando en forma práctica, estrictamente en lo que hay que hacer, sino que además se está imaginando el resultado de la acción que se está pensando, y en esta anticipación, en esta ilusión previa a la experiencia, la cual en ocasiones puede tornarse aguda, es donde el individuo experimenta miedo, ansiedad, disfunción. Es necesario comprender entonces, que vivimos la gran mayoría contándonos historias de lo que es o de lo que va a suceder en forma ilusoria, y que esa historia es la nos impide estar presentes, ser presencia, vivir en el ahora.
Posted on: Sun, 25 Aug 2013 18:11:50 +0000
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