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Para mis familiares y amigos permitan informarles, para que cuando tomen una decisión, lo hagan de la mejor manera, para que después no digan que nadie les advirtió, sobre todo cuando después de estudiar tanto les digan que ganaran igual que un trabajador de fábrica, esto sí encuentran empleó, o bien que les restrinjan su libertad en beneficio del Estado, dejando que se perpetúen en el poder, pasando por alto la voluntad popular. Por ello, les comparto el siguiente texto sobre el fracaso de la izquierda latinoamericana. El mayor triunfo de esta izquierda fue llevar a la alcaldía de Lima a Alfonso Barrantes Lingán y colocarlo más tarde en el segundo lugar de las elecciones presidenciales de 1985. Por desgracia, Barrantes declinó del ballotage y nunca sabremos si podría haberle ganado a Alan García y culminar la historia de la izquierda con la Presidencia de la República. Poco después, bajo el peso de la realidad, se desplomó el socialismo a nivel mundial y las izquierdas se quedaron sin padrinos ni modelos. Con la muerte de Barrantes finalizaría este ciclo. La izquierda socialista de orientación marxista había fracasado en todo el planeta sin conseguir generar un solo país con desarrollo. Al contrario, algunos países como Albania retrocedieron hasta la Edad de Piedra. Poco después Cuba, ya sin la abundante ayuda soviética, resbalaría a la indigencia. El siglo XXI vio nacer una nueva izquierda latinoamericana. En el Perú surgió la figura de Ollanta Humala, y en Venezuela apareció Hugo Chávez, ambos ex militares y golpistas. Chávez ganó las elecciones a base de promesas y mentiras. Ya en el poder, se declaró neosocialista. Predicó un socialismo chicha que no era marxista sino bolivariano. Tuvo la desfachatez de admirar el fracasado modelo cubano y rendirle pleitesía al dictador más longevo de la historia: Fidel Castro. Enseguida echó mano de la abundante riqueza petrolera para iniciar su imperio bolivariano, tratando de extender su modelo hacia otros países de la región. Se trataba de un neosocialismo que ya no tenía nada de ideología marxista pero estaba igualmente recargada de aversión hacia el gran capital, a la empresa privada, a los EEUU, y que empleaba el poder del Estado para imponer los caprichos del dictador. El modelo bolivariano era una democracia maniatada y manipulada, sustentada en la amenaza a los medios y la oposición, y que se sostenía comprando apoyo popular con abundantes programas sociales y discursos populistas. Si bien muchos sobrevivientes de la era marxista se han aupado a la nueva izquierda latinoamericana, lo han hecho con un perfil bajo. El neosocialismo latinoamericano del siglo XXI ha resultado un completo fracaso en menos de una década. El caso de Venezuela es patético. Un país que a todo lo largo de la época de Chávez se ha beneficiado de los precios más altos del petroleo en toda su historia, es hoy más pobre que nunca y su economía se tambalea entre la inflación y el déficit. Con toda esa riqueza acumulada en los últimos diez años, Venezuela tendría que estar insertada ya en el primer mundo, pero en cambio está al borde del colapso. La indomable Bolivia de Evo Morales está a un paso de la catarsis social. El alza de los combustibles en la última navidad disparó las tuercas y no hay manera de tapar los tremendos agujeros que la economía tiene por los exorbitantes subsidios. En la sofisticada y culta Argentina, el modelo socialista se ha adueñado de las pensiones de la gente y ha establecido controles estatistas a la actividad empresarial, incluyendo a la prensa. El caso argentino es más complejo pues ha llegado a afectar su cultura. El peronismo ha devenido en bolivarianismo enarbolando ídolos como el Che. Los intelectuales argentinos alienados con el socialismo chicha, alienta el intervencionismo estatal basado en los impulsos y caprichos de la presidenta y han llegado a censurar a Mario Vargas Llosa. Ya se respira un ambiente totalitario y autocrático. En Ecuador el modesto crecimiento de los últimos años se ha detenido, y el gobierno ya echó mano de las pensiones y créditos para financiar su ambicioso programa de gasto público, mientras la Asamblea Nacional sigue dando leyes de mayor intervención del Estado en la actividad económica del país, como si estuvieran ajustándose el nudo alrededor del cuello.
Posted on: Mon, 02 Dec 2013 04:08:38 +0000

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