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Para otros usos de este término, véase Lutero (desambiguación). Martín Lutero Luther46c.jpg Lutero a los 46 años de edad (Lucas Cranach el Viejo, 1529) Nacimiento 10 de noviembre de 1483 Eisleben, Electorado de Sajonia, Sacro Imperio Romano Germánico Fallecimiento 18 de febrero de 1546 (62 años) Eisleben, Sacro Imperio Romano Germánico Ocupación Teólogo Cónyuge Catalina de Bora Firma Martin Luther Signature.svg El Sello de Lutero. Martín Lutero (10 de noviembre de 1483 – 18 de febrero de 1546), nacido en Eisleben, Sacro Imperio Romano Germánico (actual Alemania) como Martin Luder,1 después cambiado a Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania, y en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante y la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo. Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia cristiana regresara a las enseñanzas originales de la Biblia, impulsando con ello una restructuración de las iglesias cristianas en Europa. La reacción de la Iglesia Católica Romana ante la reforma protestante, fue la Contrarreforma. Sus contribuciones a la civilización occidental se llegan a considerar más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas. Índice [ocultar] 1 Primeros años de vida 2 Su vida monástica y académica 3 Teología de la gracia de Lutero 4 La controversia por las indulgencias 5 Respuesta del Papado 6 La brecha se ensancha 6.1 Lutero a través de los acontecimientos 6.2 Los tratados de 1520 6.2.1 La Nobleza Alemana 6.2.2 El Cautiverio Babilónico 6.2.3 La libertad cristiana 6.3 La excomunión de Lutero 7 Dieta de Worms 8 Exilio en el castillo de Wartburg 9 Matrimonio y familia de Martín Lutero 10 La Guerra del Campesinado 11 La Biblia alemana de Lutero 12 Transformaciones en la liturgia y el gobierno de la iglesia 13 Visiones eucarísticas y controversias 14 Los Catecismos Menor y Mayor 15 La Dieta de Augsburgo y la cuestión de la resistencia civil 16 Lutero y los judíos 17 Lutero con respecto a la brujería y magia 18 Otros escritos de Lutero 19 Último viaje de Lutero y muerte 20 Su legado 21 Formación del luteranismo 22 Veneración 23 Referencias 24 Véase también 24.1 Iglesias Luteranas afiliadas 24.2 Otras iglesias luteranas no afiliadas 25 Bibliografía 26 Filmografía 27 Enlaces externos Primeros años de vida[editar · editar código] La Casa de Lutero, donde vivió entre los 14 y 17 años mientras asistía a una escuela privada en Eisenach. Hijo de Hans y Margarette Lutero, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben (Alemania) y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours. En 1484 su familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. Lutero surgió del seno de la pobreza. Sus primeros años transcurrieron en el humilde hogar de un aldeano de Alemania, que con su oficio de minero ganara los medios necesarios para educar al niño. Quería que ese hijo fuese abogado. El padre de Lutero era hombre de robusta y activa inteligencia y de gran fuerza de carácter, honrado, resuelto y franco. Era fiel a las convicciones que le señalaban su deber, sin cuidarse de las consecuencias. Su propio sentido común le hacía mirar con desconfianza el sistema monástico. Le disgustó mucho ver que Lutero, sin su consentimiento, entrara en un monasterio, y pasaron dos años antes que el padre se reconciliara con el hijo, y aun así no cambió de opinión. Los padres de Lutero velaban con gran esmero por la educación y el gobierno de sus hijos. Procuraban instruirlos en el conocimiento de Dios y en la práctica de las virtudes cristianas. Muchas veces oía el hijo las oraciones que su padre dirigía al Cielo para pedir que Martín tuviera siempre presente el nombre del Señor y contribuyese un día a propagar la verdad. Los padres no desperdiciaban los medios que su trabajo podía proporcionarles, para dedicarse a la cultura moral e intelectual. Hacían esfuerzos sinceros y perseverantes para preparar a sus hijos para una vida piadosa y útil. Siendo siempre firmes y fieles en sus propósitos y obrando a impulsos de su sólido carácter, eran a veces demasiado severos; pero el reformador mismo, si bien reconoció que se habían equivocado en algunos respectos, no dejó de encontrar en su disciplina más cosas dignas de aprobación que de censura. En la escuela a la cual le enviaran en su tierna edad, Lutero fue tratado con aspereza y hasta con dureza. Tanta era la pobreza de sus padres que al salir de su casa para la escuela de un pueblo cercano, se vio obligado por algún tiempo a ganar su sustento cantando de puerta en puerta y padeciendo hambre con mucha frecuencia. Mas a pesar de tantos motivos de desaliento, Lutero siguió resueltamente adelante, puesta la vista en un dechado elevado de moral y de cultura intelectual que le cautivaba el alma. Tenía sed de saber, y el carácter serio y práctico de su genio le hacía desear lo sólido y provechoso más bien que lo vistoso y superficial. En 1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba el laúd y recibió el apodo de El filósofo. Al ingresar en la universidad, su situación era más favorable y se le ofrecían perspectivas más brillantes que las que había tenido en años anteriores. Sus padres podían entonces mantenerle más desahogadamente merced a la pequeña hacienda que habían logrado con su laboriosidad y sus economías. Y la influencia de amigos juiciosos había borrado un tanto el sedimento de tristeza que dejara en su carácter su primera educación. Se dedicó a estudiar los mejores autores, atesorando con diligencia sus maduras reflexiones y haciendo suyo el tesoro de conocimientos de los sabios. Aun bajo la dura disciplina de sus primeros maestros, dio señales de distinción; y ahora, rodeado de influencias más favorables, vio desarrollarse rápidamente su talento. Por su buena memoria, su activa imaginación, sus sólidas facultades de raciocinio y su incansable consagración al estudio vino a quedar pronto al frente de sus condiscípulos. La disciplina intelectual maduró su entendimiento y la actividad mental despertó una aguda percepción que le preparó convenientemente para los conflictos de la vida. Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17 candidatos.2 Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras se encontraba de regreso de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.3 Su vida monástica y académica[editar · editar código] Commons-emblem-scales.svg Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección. En la página de discusión puedes consultar el debate al respecto. El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas.Su vida se complicó cuando se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.4 Johann von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que comenzara una carrera académica. Un sincero deseo de librarse del pecado y de reconciliarse con Dios le indujo al fin a entrar en un claustro para consagrarse a la vida monástica. Allí se le obligó a desempeñar los trabajos más humillantes y a pedir limosnas de casa en casa. Se hallaba en la edad en que más se apetecen el aprecio y el respeto de todos, y por consiguiente aquellas viles ocupaciones le mortificaban y ofendían sus sentimientos naturales; pero todo lo sobrellevaba con paciencia, creyendo que lo necesitaba por causa de sus pecados. Dedicaba al estudio todo el tiempo que le dejaban libre sus ocupaciones de cada día y aún robaba al sueño y a sus escasas comidas el tiempo que hubiera tenido que darles. Sobre todo se deleitaba en el estudio de la Palabra de Dios. Había encontrado una Biblia encadenada en el muro del convento, y allá iba con frecuencia a escudriñarla. A medida que se iba convenciendo más y más de su condición de pecador, procuraba por medio de sus obras obtener perdón y paz. Observaba una vida llena de mortificaciones, procurando dominar por medio de ayunos y vigilias y de castigos corporales sus inclinaciones naturales, de las cuales la vida monástica no le había librado. No rehuía sacrificio alguno con tal de llegar a poseer un corazón limpio que mereciese la aprobación de Dios. "Verdaderamente -decía él más tarde- yo fui un fraile piadoso y seguí con mayor severidad de la que puedo expresar las reglas de mi orden.... Si algún fraile hubiera podido entrar en el cielo por sus obras monacales, no hay duda que yo hubiera entrado. Si hubiera durado mucho tiempo aquella rigidez, me hubiera hecho morir a fuerza de austeridades." A consecuencia de esta dolorosa disciplina perdió sus fuerzas y sufrió convulsiones y desmayos de los que jamás pudo reponerse enteramente. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, su alma agobiada no hallaba alivio, y al fin fue casi arrastrado a la desesperación. Cuando Lutero creía que todo estaba perdido, Dios le deparó un amigo que le ayudó. El piadoso Staupitz le expuso la Palabra de Dios y le indujo a apartar la mirada de sí mismo, a dejar de contemplar un castigo venidero infinito por haber violado la ley de Dios, y a acudir a Jesús, el Salvador que le perdonaba sus pecados. "En lugar de martirizarte por tus faltas, échate en los brazos del Redentor. Confía en él, en la justicia de su vida, en la expiación de su muerte.... Escucha al Hijo de Dios, que se hizo hombre para asegurarte el favor divino." "¡Ama a quien primero te amó!"- En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508. Las palabras de su amigo hicieron honda impresión en el ánimo de Lutero. Fue ordenado sacerdote y se le llamó del claustro a una cátedra de la universidad de Wittenberg. Allí se dedicó al estudio de las Santas Escrituras en las lenguas originales. Comenzó a dar conferencias sobre la Biblia, y de este modo, el libro de los Salmos, los Evangelios y las epístolas fueron abiertos al entendimiento de multitudes de oyentes que escuchaban aquellas enseñanzas con verdadero deleite. Staupitz, su amigo y superior, le instaba a que ocupara el púlpito y predicase la Palabra de Dios. Lutero vacilaba, sintiéndose indigno de hablar al pueblo en lugar de Cristo. Sólo después de larga lucha consigo mismo se rindió a las súplicas de sus amigos. Era ya poderoso en las Sagradas Escrituras. Dos años después realizó una visita a Roma, que lejos de redituarle espiritualmente, le causó una gran decepción al percatarse del estado vano y mundano en el cual había caído la curia romana.5 Emprendió el viaje a pie, hospedándose en los conventos que hallaba en su camino. En uno de ellos, en Italia, quedó maravillado de la magnificencia, la riqueza y el lujo que se presentaron a su vista. Dotados de bienes propios de príncipes, vivían los monjes en espléndidas mansiones, se ataviaban con los trajes más ricos y preciosos y se regalaban en suntuosa mesa. Consideró Lutero todo aquello que tanto contrastaba con la vida de abnegación y de privaciones que el llevaba, y se quedó perplejo. Finalmente vislumbró en lontananza la ciudad de las siete colinas. Con profunda emoción, cayó de rodillas y, levantando las manos hacia el cielo, exclamó: "¡Salve Roma santa!". Entró en la ciudad, visitó las iglesias, prestó oídos a las maravillosas narraciones de los sacerdotes y de los monjes y cumplió con todas las ceremonias de ordenanza. Por todas partes veía escenas que le llenaban de extrañeza y horror. Notó que había iniquidad entre todas las clases del clero. Oyó a los sacerdotes contar chistes indecentes y se escandalizó de la espantosa profanación de que hacían gala los prelados aún en el acto de decir misa. Al mezclarse con los monjes y con el pueblo descubrió en ellos una vida de disipación y lascivia. Doquiera volviera la cara, tropezaba con libertinaje y corrupción en vez de santidad. "Sin verlo -escribió él, -no se podría creer que en Roma se cometan pecados y acciones infames; y por lo mismo acostumbran decir: Si hay un infierno, no puede estar en otra parte que debajo de Roma; y de este abismo salen todos los pecados. Después de su regreso de Roma, recibió Lutero en la universidad de Wittenberg el grado de doctor en teología. Tenía pues mayor libertad que antes para consagrarse a las Santas Escrituras, que tanto amaba. Había formulado el voto solemne de estudiar cuidadosamente y de predicar con toda fidelidad y por toda la vida la Palabra de Dios, y no los dichos ni las doctrinas de los papas. Ya no sería en lo sucesivo un mero monje, o profesor, sino el heraldo autorizado de la Biblia. Conflicto de los Siglos pág 135, Elena G. de White. El 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de Teología", dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo once monasterios.6 Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para la traducción de la Biblia judía. Teología de la gracia de Lutero[editar · editar código] Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las Escrituras en profundidad. Influido por la vocación humanista de ir ad fontes («a las fuentes»), se sumergió en el estudio de la Biblia y de la Iglesia primitiva. Debido a esto, términos como la penitencia y la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que la Iglesia había perdido la visión de varias verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las Escrituras, siendo una de las más importantes de ellas la doctrina de la justificación sólo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe.7 Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre la Ley de Moisés y los Evangelios que reforzaban su teología de la gracia. Como consecuencia, Lutero creía que su principio de interpretación era un punto inicial esencial en el estudio de las Escrituras. Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios era la causa de la incorrecta comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia de su época, institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado muchos errores teológicos fundamentales. La controversia por las indulgencias[editar · editar código] Homenaje a Lutero en una calle de Heidelberg. Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió como predicador y confesor en la iglesia de Santa María de la ciudad. También predicaba habitualmente en la iglesia del palacio, llamada también "de todos los santos", debido a que tenía una colección de reliquias donde había sido establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue durante este periodo cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias a los feligreses. Una indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una indulgencia, ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que permanecían en el Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia, y comprar un obispado para Alberto de Hohenzollern. Lutero vio este tráfico de indulgencias no solo como un abuso de poder, sino como una mentira, que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir a la gente y llevarla a confiar solamente en la mentira de las indulgencias, dejando de lado la confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias en 1516 y 1517. Pero su enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de octubre de 1517 fueron clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias. Las 95 tesis de Martín Lutero8 fueron traducidas rápidamente al alemán y ampliamente copiadas e impresas. Al cabo de dos semanas se habían difundido por toda Alemania y, pasados dos meses, por toda Europa. Este fue uno de los primeros casos de la Historia en los que la imprenta tuvo un papel importante, pues facilitaba una distribución más sencilla y amplia de cualquier documento. Respuesta del Papado[editar · editar código] Después de hacer caso omiso a Lutero diciendo que era un "borracho alemán quien escribió las tesis" y afirmando que "cuando esté sobrio, cambiará de parecer",9 el Papa León X ordenó en 1518 al profesor dominico de teología Silvestre Mazzolini investigar el tema. Éste denunció que Lutero se oponía de manera implícita a la autoridad del Sumo Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas, por lo que declaró a Lutero hereje y escribió una refutación académica de sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la Iglesia y condenó cada "desviación" como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y se desarrolló una controversia. Mientras tanto, Lutero tomó parte en la convención agustina en Heidelberg, donde presentó una tesis sobre la esclavitud del hombre al pecado y la gracia divina. En el curso de la controversia por las indulgencias, el debate se elevó hasta el punto de dudar del poder absoluto y de la autoridad del Papa, debido a que las doctrinas de "Tesorería de la Iglesia" y la "Tesorería de los Méritos", que servían para reforzar la doctrina y práctica de las indulgencias, se basaban en la bula Unigenitus (1343) del Papa Clemente VI. En vista de su oposición a esa doctrina, Lutero fue calificado de hereje, y el Papa, decidido a suprimir sus puntos de vista, ordenó llamarlo a Roma, viaje que no se realizó por problemas políticos. Lutero, que antes profesaba obediencia implícita a la Iglesia, negaba ahora abiertamente la autoridad papal y apelaba a que se efectuara un concilio. También declaraba que el papado no formaba parte de la inmutable esencia de la Iglesia original. Deseando mantenerse en términos amistosos con el protector de Lutero, Federico el Sabio, el Papa realizó un intento final de alcanzar una solución pacífica al conflicto. Una conferencia con el chambelán papal Karl von Miltitz en Altenburgo, en enero de 1519, llevó a Lutero a decidir guardar silencio en tanto así lo hicieran sus oponentes, escribir una humilde carta al Papa y componer un tratado demostrando sus respetos a la Iglesia católica. La carta escrita nunca fue enviada, debido a que no contenía retractación alguna. En el tratado que compuso más tarde, Lutero negó cualquier efecto de las indulgencias en el Purgatorio. Cuando Johann Eck retó a Carlstadt, un colega de Lutero, a un debate en Leipzig, Lutero se unió a este debate (27 de junio–18 de julio de 1519), en el curso del cual negó el derecho divino del solio papal y la autoridad de poseer el "poder de las llaves", que según él había sido otorgado a la Iglesia (como congregación de fe). Negó que la pertenencia a la Iglesia católica occidental bajo la autoridad del Papa fuera necesaria para la salvación, manteniendo la validez de la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Después del debate, Johann Eck aseguró que había forzado a Lutero a admitir la similitud de su propia doctrina con la de Jan Hus, quien había sido quemado en la hoguera. La brecha se ensancha[editar · editar código] Lutero a través de los acontecimientos[editar · editar código] Martín Lutero. De esta forma, no había esperanzas de paz. Los escritos de Lutero circulaban ampliamente por Francia, Inglaterra e Italia en 1519, y los estudiantes se dirigían a Wittenberg para escuchar a Lutero, quien publicaba ahora sus comentarios sobre la Epístola a los gálatas y su Operationes in Psalmos (Trabajo en los Salmos). Las controversias generadas por sus escritos llevaron a Lutero a desarrollar sus doctrinas más a fondo, y su "Sermón en el Sacramento Bendecido del Verdadero y Santo Cuerpo de Cristo, y sus Hermandades" extendió el significado de la eucaristía para el perdón de los pecados y el fortalecimiento de la fe en aquellos quienes la reciben, apoyando además a que se realizara un concilio para restituir la comunión. El concepto luterano de "iglesia" fue desarrollado en su Von dem Papsttum zu Rom (En el Papado de Roma), una respuesta al ataque del franciscano Augustín von Alveld en Leipzig (junio de 1520); mientras que su Sermon von guten Werken (Sermón de Buenas Obras), publicado en la primavera de 1520, era contrario a la doctrina católica de las buenas obras y obras de supererogación (aquellas efectuadas por encima de los términos de la simple obligación), mantenía que las obras del creyente son verdaderamente buenas en cualquier llamado secular (o vocación) ordenado por Dios. Los tratados de 1520[editar · editar código] La Nobleza Alemana[editar · editar código] La controversia en Leipzig (1519) hizo que Lutero tomara contacto con los humanistas, particularmente Melanchthon, Reuchlin y Erasmo de Rotterdam, y que mantuviera relaciones con el caballero Ulrich von Hutten, quien a su vez influyó al caballero Franz von Sickingen. Von Sickingen y Silvestre de Schauenburg querían mantener a Lutero bajo su protección, invitándolo a su fortaleza en la eventualidad de que no se sintiera seguro en Sajonia a causa de la proscripción papal. Bajo estas circunstancias de crisis y confrontando a los nobles alemanes, Lutero redactó A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana (agosto de 1520), donde encomendó al laicado, como un sacerdote espiritual, la reforma requerida por Dios pero abandonada por el Papa y el clero. Por primera vez, Lutero se refirió públicamente al Papa como el Anticristo.10 Las reformas que Lutero proponía no sólo se referían a cuestiones doctrinales, sino también a abusos eclesiásticos: la disminución del número de cardenales y demandas de la corte papal; la abolición de los ingresos del Papa; el reconocimiento del gobierno secular; la renuncia del papado al poder temporal; la abolición de los interdictos y abusos relacionados con la excomunión; la abolición del peregrinaje dañino; la eliminación del excesivo número de días santos; la supresión de los conventos de monjas, de la mendicidad y de la suntuosidad; la reforma de las universidades; la abrogación del celibato del clero; la reunificación con los bohemios y una reforma general de la moral pública. El Cautiverio Babilónico[editar · editar código] Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos. En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se devolviera el cáliz al laicado; en la llamada cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía, pero rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el sacrificio ofrecido a Dios. Con respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación sólo si se combinaba con la fe salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía el principio de la salvación incluso para aquellos que más tarde cayeran y se reivindicasen. Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos tres sacramentos podían ser considerados como tales, debido a su institución divina y a la promesa divina de salvación conectada con ellos. Estrictamente hablando, sólo el bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado que sólo ellos tienen un "signo visible divinamente instituido": el agua en el bautismo y el pan y el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extrema unción fueran sacramentos. La libertad cristiana[editar · editar código] De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de Lutero sobre la salvación y la vida cristiana se expuso en su opúsculo La libertad cristiana (publicado el 20 de noviembre de 1520), donde exigió una completa unión con Cristo mediante la Palabra a través de la fe, la entera libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y de un amor así para con el prójimo. La excomunión de Lutero[editar · editar código] El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula papal Exsurge Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina seleccionados de sus escritos. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito En la Libertad de un Cristiano al Papa, añadiendo la frase significativa: "Yo no me someto a leyes al interpretar la palabra de Dio
Posted on: Sat, 14 Sep 2013 03:08:49 +0000

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