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Patriarca de la guitarra flamenca Antes de su visita a la Argentina, el músico habla de los desafíos de un artista de 65 que alcanzó, de joven, la fama y el reconocimiento Por Mauro Apicella | LA NACION Comentá3 inShare El guitarrista actuará el 15 de noviembre en el Gran Rex. Foto: EFE / Martial Trezzini GRANADA.- Subir, a la medianoche, por el sendero arbolado y desolado de la cuesta del Gomérez puede dar miedo. Dos horas después, si uno va camino abajo, entre los árboles y en compañía de mucha gente que salió de ver un espectáculo en el auditorio a cielo abierto del Generalife, la experiencia resulta de lo más agradable. Noche sin viento, con 22 grados, una arboleda de verdes plenos y el sonido de dos chorrillos de agua a cada lado de la senda, que bajan a la ciudad. Oteando el oscuro horizonte, hacia un lado se ve la sierra Nevada y hacia el otro la Alhambra, con la ciudad de Granada a sus pies. La Alhambra, esa magnífica fortaleza de palacios y jardines que fue disputada por tantos reinados. Claro que esta noche, el rey ha sido un guitarrista flamenco: Paco de Lucía. Y la sospecha, no sólo de este cronista, es que fueron muchos los guitarristas de tierras andaluzas que han venido a verlo. Pero ninguno ha conseguido disputarle el trono. Ni ahora ni en los casi 40 años en los que dejó grabado su arte en discos memorables ( La fabulosa guitarra... , Friday Night in San Francisco , Siroco y Luzía , entre tantos otros). "¿Consiguió entradas para ver a Paco de Lucía en el Festival? ¡Qué suerte ha tenido!", dice la mujer que está en la recepción de un hotel cercano al auditorio. Hoy, más que rey, Paco es una especie de patriarca de los guitarristas flamencos. Un poco por pertenecer a la categoría de mito viviente, otro tanto porque no suele tocar tan seguido en España, las entradas para el concierto que cerraría el 62° Festival Internacional de Música y Danza de Granada se vendieron en apenas un día. El auditorio estaba lleno. Y ahí estaba Paco, el hijo de Lucía, como siempre, vestido de camisa blanca con mangas anchas, chaleco y pantalón negros. Tiene 65 años y la cabellera cada vez más raleada, pero la vivacidad intacta; con un toque de bordoneo es capaz de arrasar con cualquier cosa que se le ponga en el medio. En noviembre volverá a tocar en Buenos Aires con su octeto, después de muchos años; una pausa que Paco describe de esta manera: "Hace casi 16 años que no como esos bifes de chorizo que sólo ustedes saben hacer". Una hora antes del concierto granadino se presta a la charla. Dice que al espejo ve a un hombre lleno de dudas y que tiene los sentimientos de cualquier mortal. ¿España? "Estoy muy desencantado. Bueno, nunca estuve muy encantado con los políticos. Nos toman por tontos." ¿Y el espejo? ¿Qué muestra el espejo? "A un hombre que ha vivido en la duda toda la vida. Ahora soy viejo y creo que no soy tan malo, pero me pasé media vida pensando que la gente me trataba muy bien porque era educada. Un día iba en el coche a jugar al fútbol y llegando al sitio aparece una guitarra en la radio y digo: «¿Coño, quién es ese tío? ¡Qué bien toca!» Descubrí que era yo. Y descubrí, sobre todo, que no podía detestarme así. Yendo hacia atrás, mi padre, que era un perfeccionista, hizo de mí un monstruito que sólo ve el defecto. Eso sigue en el espejo, sólo que ahora me consiento un poco más. Soy un apasionado de lo que hago, igual que cuando tenía 30. -¿Cuál es la diferencia con los 30 años o los 50? Cuando tenía unos 50, dijo que ya no estaba tanto en los fuegos artificiales. -Es exactamente eso. Siempre he tenido facilidad de manos. Tengo un temperamento fuerte que es de familia y que aprendí a canalizar por la técnica. O salió de manera natural. No sé. Pero he tenido facilidad. Con esa facilidad, yo podía hacer una escala vertiginosa y ver cómo el público se levantaba. ¿Quién no cae en la tentación de un aplauso así de fácil? Pero llegó un día en que empecé a querer que el aplauso fuera por el silencio. Por tocar sólo tres notas. -¿Tuvo que ver con el cambio de épocas? Hace 40 años se elogiaba más al músico virtuoso que tocaba rápido. Quizás estos tiempos son diferentes. -Sí. Dentro de mi mundo, el flamenco, el que tenía condiciones y no podía llegar a esa velocidad, se frustraba. Incluso se lastimaban de practicar tantas horas. Pero un día apareció Vicente Amigo, un guitarrista con muy buena técnica, pero sin un virtuosismo deslumbrante, que empezó a tocar de otra manera: sonido bonito, buen gusto y buen tiempo. Y la gente se dio cuenta de que se podía tocar de otra manera. Me alegré por eso porque también me había sentido un poco culpable de la frustración de todos esos guitarristas. Es como el que tiene pelo. Yo lo veo y digo: ¡Qué maravilla! Sin embargo, esa persona no le da ninguna importancia. Claro, no es importante para él porque lo tiene. -Usted encontró una manera de hacer flamenco y ése fue el camino que muchos quisieron seguir. -Es cierto. Pero no es que yo sea superior. Me tocó una coyuntura especial. Salí del mundo cerrado y talibán para decir: bueno, desde este lenguaje voy a componer. Porque no se componía, se tocaba lo tradicional, lo de siempre. Ése fue el paso. -¿Cuánto de ese paso tiene que ver con experiencias que vinieron después: acercar el flamenco al blues, al pop y, ya en este siglo, al hip hop? -Creo que ese paso a la libertad abrió caminos para las músicas andaluzas, no especialmente para el flamenco. Para mí todo es válido. Lo que me interesa es que la gente se moje. Esa expresión significa que se arriesgue. El que quiera peces que se moje el culo, dice el refrán. Hacerlo, ya tiene una importancia grande. -¿Se mojó en el disco que está terminando de grabar? -Siempre me he mojado. Cuando empecé a cambiar cosas me daba terror que los flamencos me echaran, me sacaran del club. Siempre fui cauteloso. La mano izquierda en la tradición y la derecha buscando por ahí. Este es un disco muy sui generis. Me crié en Andalucía y recuerdo a un compositor, Manuel Quiroga, que mi hermana siempre lo cantaba. Y elegí sus composiciones para este disco, aunque muchos las consideraban menores en su momento. También tengo algunos invitados. -Supongo que de joven uno tiene más cosas para descubrir y decir. ¿Es más difícil hacer un disco a los 65? -A los 20 años estás loco por tener reconocimiento y que la gente te quiera. Es un estímulo muy fuerte conseguir éxito, fama y dinero, pero cuando ya lo conseguiste sólo te queda la pasión. Con la edad me encuentro con un reto muy importante: hasta dónde soy capaz de sorprender a los profesionales. El día que vea que me estoy repitiendo en ideas ya no voy a grabar más. Lo difícil es encerrarte en un estudio y pasarte ocho horas ahí. Nunca me hubiera imaginado, a los 12 años, llegar adonde he llegado. Pero mientras uno tenga ganas, cuando más mayor eres más buen gusto y sensibilidad tienes. -¿Es mito o verdad aquello de que a los 12 viajó solo de España a Chicago para tocar en la compañía de flamenco en la que estaba su hermano? -Sí. Allí me esperaba un grupo con mi hermano Pepe. Luego, a los 16 me fui totalmente solo, de gira de conciertos. Apenas llevaba mi billete de avión, una lista de hoteles y otra de teatros. Me sirvió mucho. Estuve meses viviendo solo. Lo pasé bien, me hizo madurar y crecer como hombre rápidamente. Se aprende a ser autosuficiente. Ahora soy mucho más inútil que aquel niño que se fue solo. Ahora, como todo el mundo está alrededor mío cuidándome -uno me saca el billete de avión, otro me lleva la guitarra? si me sueltas solo [Paco hace una pausa y se ríe] soy un bulto sospechoso. GIRA SUDAMERICANA: CONCIERTOS EN BUENOS AIRES Y EN ROSARIO Casi 16 años después de su última gira americana, Paco de Lucía decidió armar un tour que lo traerá a varios países del centro y el sur del continente durante octubre y noviembre: Cuba, México, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Chile y Argentina. Por el momento, hay dos fechas agendadas en nuestro país: el 14 de noviembre, en el teatro El Círculo, de Rosario, y el 15, en el Gran Rex de Buenos Aires. UN LUGAR EN EL MUNDO En la vida de Paco de Lucía hubo varias mudanzas y estancias: Algeciras, Madrid, Yucatán, Toledo, Mallorca, sólo por mencionar algunas. Tal vez esas mudanzas hayan tenido que ver con ese hombre que mucho duda; o quizá con no haber encontrado su lugar en el mundo. "En México me sentí muy bien porque soy un loco de la pesca y allá solía hacer pesca submarina. Lo que pasa es que encontré una mujer allí, luego me casé y vinieron niños, cosa que no podía imaginar; de 7 años uno, de 12 la otra, que podrían ser mis nietos -explica el guitarrista-. Bueno, y como estaba fea la situación en México, no me daba miedo por mí, pero sí por los niños... no fuera cosa que un día me mandaran un dedo pidiendo rescate. Me fui a Toledo, pero por más bonito que fuera, no podía soportar yo un sitio cerrado. Entonces me mudé a Palma de Mallorca, donde tengo una casa antigua, tengo el campo y el mar. Es lo más parecido a mi casa de México. Creo que ahí me voy a quedar..
Posted on: Sat, 03 Aug 2013 13:26:56 +0000

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