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Por Roberto Zamarripa/Reforma El Comisionado Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb, desenvolvió el mapa del Centro Histórico y lo tendió sobre una mesa. Los presentes tuvieron que levantarse de sus asientos para poder observar a detalle la explicación que les brindaría el jefe policiaco dentro de una oficina de Polanco donde también despacha el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Alguien pasó un tarjetero de acrílico para sostener por una punta el mapa y otro colocó en otra esquina un vaso portalápices para evitar que el lienzo se enrollara durante la conversación. "Aquí está la Catedral; aquí tenemos a un grupo de nuestros hombres...", y con el índice derecho Mondragón guiaba la vista del selecto grupo que miraba mudo. Le escuchaban además del anfitrión Osorio, el Jefe de Gobierno capitalino, Miguel Mancera, acompañado de su Secretario de Gobierno, Héctor Serrano; el Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, y su Secretario de Gobierno, Alfonso Gómez; al lado de Mondragón estaba Enrique Galindo, comisionado general de la Policía Federal, y también atestiguaban los subsecretarios de Gobernación, Luis Miranda y Eduardo Sánchez. Faltaban minutos para que diera la una de la tarde. Mondragón informaba a detalle qué ocurría en el Zócalo luego de que había ordenado el sobrevuelo de dos helicópteros Black Hawk, cuyos tripulantes reportaron la situación en la Plaza de la Constitución. Algunos maestros que aún quedaban en el plantón interpretaron como mal signo el sobrevuelo y abandonaron la plancha. Otros se enervaron e iniciaron su atrincheramiento. "Vamos a entrar por aquí", señaló Mondragón hacia las calles aledañas a Catedral y advirtió que la orden establecía que territorio que fuese liberado de inmediato fuera acordonado. El propósito fundamental era recuperar el Zócalo "pero si algunos se ponen violentos los tendremos que detener", aclaró a sus escuchas. Mondragón explicaba con paciencia. Informaba que tres mil efectivos estaban estratégicamente repartidos para consumar la operación. Las tropas entrarían por cuatro puntos para hacer una operación sorpresiva de pinza. Tomarían el Zócalo y después desplazarían a los contingentes que resistieran hacia el sur, a la calle de Izazaga. Una de las preocupaciones era que en su huída, los contingentes corrieran hacia el norte y llegaran a las inmediaciones de Tepito. Alguien interrumpió a Mondragón: "¿Comisionado, en cuánto tiempo estima la duración de la operación?". Con su voz grave, el jefe policiaco soltó: "esto no puede durar más de diez minutos". Se refería a la ocupación plena del Zócalo y no a las batallas posteriores. El tiempo que cronometraron durante el operativo policiaco fue de siete minutos. Lo demás fue abrir paso a las fuerzas de limpieza del Distrito Federal. La hora fijada para la acción de desalojo era las tres de la tarde; se dio entonces la orden de desalojar edificios públicos y de advertir a los comercios que mejor bajaran sus cortinas. Una comitiva encabezada por el Comisionado Enrique Galindo y los Secretarios de Gobierno del DF y Oaxaca, Héctor Serrano y Alfonso Gómez, acudiría a notificar a los maestros el ultimátum. La delegación oficial llegó al filo de las dos de la tarde ante los dirigentes colocados en una barricada a la mitad de la avenida 20 de Noviembre y "pactaron" no una sino dos horas de plazo para que los maestros voluntariamente se retiraran. Serrano -que había estado callado en la reunión donde Mondragón ofreció los detalles del operativo- hablaba a los micrófonos de medios que encontraba a su paso para presumir una negociación del gobierno capitalino cuando era claro que el operativo estaba en manos del Gobierno federal. Los funcionarios dividieron su grupo en dos frentes. Uno permaneció en Polanco, encabezado por Osorio Chong, junto con Mancera y Cué, además del titular del Cisen, Eugenio Imaz, y donde posteriormente se incorporó el Procurador General, Jesús Murillo Karam. El otro grupo se atrincheró en un búnker de Tlaxcoaque, desde donde se dirigió la operación con 10 monitores que tomaban diferentes puntos del Centro Histórico. Los de Polanco comieron tortas en la misma mesa donde antes habían puesto el mapa del operativo. Los de Tlaxcoaque fueron enviados a un congelador y sin comer. El aire acondicionado del centro de operaciones tenía, al principio, a los funcionarios titiritando. Al final de la operación, hasta el frío se les quitó. Desde ese búnker, el General Camacho daba órdenes de desplazamiento. Pasadas las cuatro de la tarde se dio la orden de avance y las tropas entraron por cuatro puntos junto con una tanqueta lanza agua. La Secretaría de Gobernación desplazó a 15 personas con videocámaras para que registraran los incidentes mientras que jefes policiacos daban protección a los visitadores de las comisiones de derechos humanos (nacional y capitalina) y a notarios públicos. En siete minutos, según sus cuentas, ya tenían el Zócalo. Después vinieron las refriegas que duraron dos horas. Desde las pantallas, Camacho Aguirre advertía que los desplazamientos rápidos de los policías provocaban huidas y dispersión de quienes resistían. También de que eran pocos los violentos aunque tercos y persistentes. Camacho daba órdenes a "Espartaco", el ya mítico jefe policiaco que encabezaba a la tropa en 20 de Noviembre. Los jefes de grupo se comunicaban a la base mediante radios y también recibían instrucciones. Tras la ocupación del Zócalo y su inmediato acordonamiento siguieron con la línea trazada: empujar a manifestantes a Izazaga. Tuvieron brotes no esperados en 16 de Septiembre, pero no desviaron la estrategia. Una columna llevó hacia Eje Central a ese grupo mientras otra columna arrinconaba al grupo más numeroso por Izazaga. Entre Tlaxcoaque y Polanco la comunicación fue ininterrumpida. Entre Polanco y Los Pinos igual. Detalle a detalle. Osorio Chong llamaba a Tlaxcoaque para pedir reportes y lo hacía con tranquilidad y hasta cordialidad, que contrastaba con la tensión que vivían en el búnker del Centro Histórico. A las 17:45 horas, quienes estaban en el refrigerador de Tlaxcoaque, el General Camacho, los secretarios de Gobierno, Héctor Serrano y Alfonso Valdéz, el comisionado Enrique Galindo y el Subsecretario Eduardo Sánchez, recibieron orden de romper filas y concentrarse con Osorio Chong en Polanco. Allá encontraron a un Mondragón eufórico quien todavía hacia cuentas de los detenidos y sabía que de sus fuerzas había 15 lesionados, dos de ellas por bombas y petardazos. Ni el Comisionado ni Osorio Chong habían dormido la noche anterior. Tampoco Luis Miranda, encargado de entablar comunicación con los dirigentes magisteriales la madrugada anterior.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 21:04:02 +0000

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