Por mucho tiempo he sentido envidia de quienes podían decir - TopicsExpress



          

Por mucho tiempo he sentido envidia de quienes podían decir “papi”, “papito” o simplemente “mi viejo”. Has estado tan lejos que no sé cómo llamarte, así que te diré simplemente, Padre, pero con la sensación de que la expresión está utilizada incorrectamente y que de alguna forma no te calza, no es una palabra para ser usada contigo, pero a falta de otra mejor, usaré esa. No he podido entender aún quién ha sido el más afectado a lo largo de los años con la ausencia, tú que te perdiste el proceso de mi crecimiento o yo que fui privado de tu presencia. No estuviste en mis momentos más complicados, ni cuando me rasmillé la rodilla aprendiendo a andar en bicicleta, ni cuando me herí el alma con mi primer amor. La expresión que te define es “ausencia” y por mucho que me puedas decir, hablar o intentar compensar, es tarde, lo que no vivimos juntos nunca podremos vivirlo y en ese sentido, es un duelo que aún permanece. Por alguna razón partiste. Sé que debes haber tenido alguna buena excusa, no te culpo por eso, soy lo suficientemente grande para entender que las personas a veces no logran ponerse de acuerdo y vivir separados es la mejor forma de existir en equilibrio y en paz. Sin embargo, en toda esta ecuación olvidaste que yo soy la víctima inocente del asunto. ¿Por qué tenías que alejarte de mí si yo no decidí venir a un mundo contigo ausente? Podrás explicarme lo que quieras, pero no logro entender tus razones para alejarte de mí cuando lo único que hice fue quererte en mi vida. Siempre soñé que aparecías cuando me caía o estaba en problemas y me salvabas y me rescatabas de los conflictos, pero, era sólo una ilusión. No estabas, y por más que te buscaba entre la gente, simplemente no aparecías. En algún momento, cuando iniciaba la adolescencia, te dejé de buscar. Entendí que no vendrías. No sé qué me duele más, tu ausencia o tu silencio, que para los efectos es lo mismo. Siempre estuvo mi madre a quien sí puedo llamar con cariño “mamá”. Ella se quedó, como la mayoría de las mujeres que optan por cuidar, por quedarse, por ponerle el hombro y echarle para adelante aun cuando sea difícil. En cambio tú, simplemente partiste. Con tus excusas al hombro y tus contradicciones vitales como legado, porque es una contradicción a la vida engendrar un hijo y marcharse. Dejar que un hijo lo crie una mujer sola, sin estar presente, es un acto de cobardía, de irresponsabilidad y de falta del amor más importante, el amor incondicional que se le debe a un hijo o una hija que no han pedido venir a este mundo y por lo tanto merecen el mejor trato posible. No quiero que me mal entiendas, no crecí creyendo que volver a estar con mi madre sería la solución, sé que ese camino era más complejo. Sólo quise tenerte como padre, aunque geográficamente lejos, emocionalmente cerca. Sé que de vez en cuando estuviste con un regalo o una migaja de dinero, pero eso siempre me pareció que era como tirarle unas pocas monedas a un mendigo o un pedazo de pan a un perro hambriento. Me ofendía que lo único que tuvieras para darme fuera un juguete, un objeto a cambio de tu presencia, un par de monedas como trueque por tus abrazos. Hubiese preferido que no mandaras nada, así podía soñar que no podías o que estabas tan lejos que te era imposible o que simplemente te habías desvanecido en la historia, pero no, tus regalos, escuálidos, inesperados, y míseros, me parecían como muecas y risotadas de crueldad. Hubiese preferido tu presencia a tus obsequios. No te guardo rencor. Sólo que hay heridas que tardan mucho en curar, alguien me dijo hace un tiempo que en realidad, esas heridas no se sanan nunca, sólo están allí para recordarnos que somos humanos y que en el camino alguien nos hirió de tal manera que aún todas las alegrías del mundo no compensan el dolor provocado. No sé, sólo el tiempo dirá. Por ahora, sólo recuerdo el dolor de no tenerte y ese, aún me duele.
Posted on: Fri, 04 Oct 2013 22:42:03 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015