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Proponer, debatir y elegir un modelo de país (Suplemento Sociedad Rural de Periódico CULTURA) Si algo debe caracterizar a la democracia es el debate de ideas, el intercambio de propuestas y la difusión de políticas que conformen planes de gobierno para el largo plazo. Esto permitiría que los votantes elijamos de manera informada ya que, como soberanos que somos, tenemos derecho a optar entre diferentes prioridades y modelos de país hacia el futuro. Todo esto no puede estar ausente en la campaña política con vistas a las próximas elecciones de octubre, así como para los comicios presidenciales de 2015, en un marco de respeto a las personas y a las instituciones de la República. Una campaña política no puede estar basada solo en slogans, en un aviso publicitario o en promesas vagas. Esto atenta contra las posibilidades con las que contamos los ciudadanos para evaluar personalmente las ideas de los candidatos y de los partidos políticos. No podemos perder la oportunidad de que se replanteen las políticas que rigen para la economía en su conjunto y para el campo en particular. Más aún ante del deterioro que está generando la inflación, los ataques a la propiedad privada, las regulaciones al comercio y una presión fiscal cada vez más alta que menoscaban la competitividad de todas las actividades. Necesitamos que los candida- tos a legisladores de todos los signos políticos definan cuestiones simples pero esenciales, tales como cuál será la receta para combatir la inflación, si existirá una reforma tributaria que tenga como base el federalismo fiscal o no, si nuestra economía estará integrada al mundo y al comercio o si mantendremos el aislamiento, por citar solo algunos puntos básicos que se requieren para diseñar un plan de gobierno y una estrategia a futuro. En el caso del campo, necesitamos saber cuál es la opinión de cada partido político acerca de las retenciones, si creen que hay que mantenerlas o eliminarlas; si seguirán vigentes o se eliminaran los registros de operaciones de exportación (ROEs); precisamos saber cuál será la política ganadera, si se permitirá exportar carne o no, si seguirán cerrando frigoríficos o si se impulsará la producción para que reabran los 128 que están cerrados y se recuperen los más de 13.000 puestos de trabajo que se perdieron; si los tamberos recibirán por la leche un precio que cubra sus costos, si las economías regionales seguirán tributando derechos de exportación a pesar de que su eliminación tiene un costo casi insignificante para el fisco y lograría devolver competitividad a estas actividades provinciales que afianzan el federalismo y generan miles de puestos de trabajo; si se impulsará la producción ovina que ocupa más de un tercio del territorio nacional y de lasque más de un millón de hectáreas están abandonadas; si nos vamos a contentar con una cosecha de 100 millones de toneladas cuando podemos producir más de 150 millones. Ha quedado demostrado que la aplicación de las retenciones, la vigencia de los ROES, la intervención de los mercados, la prohibición de exportar, la excesiva presión impositiva y la asfixia de las economías regionales ha causado graves daños a la producción y no benefició a la "mesa de los argentinos". Pero este dato objetivo no es suficiente de cara al futuro. El fracaso de estas políticas nos tiene que servir de experiencia para que no se repitan e impulsar otras que generen inversión, divisas y fuentes de trabajo genuino. Toda inversión necesita reglas claras en el largo plazo, de confianza hacia el futuro. Y el país necesita inversión para generar empleo genuino y mejores condiciones de vida para sus habitantes. Una economía fuerte con inclusión social beneficia a cual- quiera que gobierne porque provee de recursos para modificar aquello que no funciona y para crear nuevas herramientas virtuosas y saldar las deudas que la Argentina tiene pendientes en términos de salud, educación, e infraestructura, entre tantas otras. Podemos restablecer las relaciones con el mundo y trabajar para que la Argentina logre acceder a los mercados internacionales que perdió. Podemos retornar a un verdadero federalismo fiscal y promover mayor autonomía para las provincias y municipios, contar con un sistema impositivo razonable y con conductas responsables que aseguren al contribuyente los servicios públicos que le corresponden. Es la hora de los partidos políticos y de los candidatos. Es el momento de firmar un nuevo contrato entre ellos y la sociedad a partir de plataformas que analicen la realidad y propongan cambios a lo que no funciona. Es una premisa indelegable para poder volver a creer en las promesas electorales, para que la ciudadanía sepa de antemano a que se compromete cada candidato y poder exigir en el caso que no cumpla. Si no hay compromiso previo explicito, los ciudadanos terminamos firmando un cheque en blanco por dos o cuatro años contra nada, y esta indefinición hace que vayamos perdiendo los mejores años productivos de nuestra vida por no tener un país con rumbo. Por Luis Miguel Etchevehere - Presidente de la Sociedad Rural Argentina
Posted on: Thu, 26 Sep 2013 00:07:20 +0000

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