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Pstcolombia Lit-ci // Lit-ci Cuarta Internacional Nadie niega la crisis coyuntural por la que atraviesan las negociaciones de La Habana. Esa misma crisis ha impedido, en parte, lanzar la mesa de negociación con el ELN. Algunos, con visión catastrofista, preludian el colapso, cual el edificio Space en Medellín. Otros, al borde del desespero, lanzan a los cuatro vientos fórmulas salvadoras de suspensión temporal, ceses de fuego unilateral o bilateral, etc. Al momento de escribir esta nota concluyó sin pena ni gloria la última ronda de negociaciones, esta vez sin comunicado ni foto conjunta, con acusaciones mutuas de culpabilidad sobre quién es el responsable de la lentitud en el avance. Millones de colombianos no miran con indiferencia ese proceso de negociación. ¡Simplemente no lo miran! No hace parte de sus angustias y preocupaciones diarias. Podría decirse que Santos y las FARC se están cocinando en su propia salsa, rehenes mutuos, ambos reclamándose víctimas y ambos siendo vistos como victimarios en el proceso político que durante décadas ha sufrido el pueblo colombiano. ¿Piden mucho las FARC? En la crónica de seis horas de conversación sostenida por Alfredo Molano con los dirigentes de las FARC, reseñada en El Espectador el 14 de octubre, queda claro que las FARC no es mucho lo que demandan. Expresan abiertamente que “Nosotros no estamos diciendo que se haga una revolución en Colombia, sino que se impulsen y concreten las transformaciones sociales mínimas que requiere el país. Eso le daría un sentido lógico a un alzamiento que lleva más de medio siglo y cientos de compañeros muertos. Nosotros no luchamos tanto y por tantos años para entregarnos por nada. Eso lo tiene que entender el gobierno”. Desarrollando este punto de vista señalan, adicionalmente: “El gobierno se queja de que hemos planteado más de 200 propuestas, apenas sobre dos puntos de la agenda. Yo creo que son mínimas, no son radicales, ni siquiera son revolucionarias, hacen parte de la normativa existente.” “Si no es para alcanzar transformaciones sociales, entonces para qué nació la guerrilla. ¿50 años por amor a los fusiles? Eso es absurdo”. Respecto al punto de las garantías para la actividad política todo indicaría que la guerrilla, igual que en el problema de la sobrevivencia económica le sucede a millones de colombianos, ha llegado a lo que podría denominarse el “mínimo vital”. Veamos sus exigencias, tal como las publica Molano en su crónica: “El punto central es conseguir una democracia más amplia y real. Lo nuestro no es un asunto de recibir unas curules en el Congreso, luchamos 50 años por garantías para ejercer la democracia. Aquí el que habla verdades lo matan. Por eso, esa es la primera garantía, la vida es básica para el punto de la participación política”. “Lo primero es respeto por la vida porque en Colombia matan a los opositores políticos. […] Por eso se necesitan garantías reales. Y después una reforma electoral porque con los códigos actuales no hay quién les gane porque no prevalece la lucha de ideas sino quién tiene más plata.” ¿Cambiar un régimen reaccionario negociando? Si es “tan poco” lo que demandan las FARC, ¿por qué no se encuentran las fórmulas que permitan rápidamente un acuerdo? Porque no es cierto que las FARC pidan tan poco. El régimen político colombiano ha sido y es tan profundamente reaccionario que es bastante improbable que a través de la negociación actual con las FARC se puedan lograr significativos cambios democráticos. Ni qué decir de importantes transformaciones sociales así ellas sean en el propio marco del sistema económico actual. En teoría (y se ha dado en determinadas circunstancias) se puede dar el cambio de un régimen político reaccionario (una dictadura incluso) a un régimen burgués relativamente democrático sin que se presente un triunfo revolucionario. Pero en general un proceso de tales características supone un importantísimo nivel de movilización y lucha de los sectores explotados y oprimidos, el cual obliga a la clase dominante a aceptar y adoptar modificaciones al propio régimen. Tales no son aún, y no se vislumbran en el futuro inmediato, las condiciones de la lucha social en Colombia. Las FARC, erradamente, consideran que por su propia fuerza militar (bastante debilitada) y por el accionar de algunos sectores políticos y de masas sobre los cuales tienen alguna influencia es posible imponer, en una mesa de negociación, importantes transformaciones democráticas al régimen. ¡De seguir por ese camino pasarán otras tantas décadas… negociando! UNA SALIDA DEMOCRÁTICA Realmente, de lo que se trata es de abrir el camino para que las FARC, si esa es su decisión, cesen el accionar militar y puedan luchar por su programa político, económico y social en la “legalidad” del actual régimen. Si consideran que ello no es posible, ¡poco qué hacer! La salida a la “legalidad” en el marco general del actual régimen no significaría, de por sí, la integración al mismo. Bien podrían estar contra dicho régimen, como muchos lo estamos. Con la aceptación del gobierno y de las FARC de cuatro o cinco propuestas tan elementales que cualquier trabajador las comprenda como lógicas y viables se podría destrabar la crisis actual, pudiéndose luego definir una amplísima gama de asuntos que quedarían pendientes. Nos atrevemos a enunciar algunas posibles: 1. Las FARC declaran un cese total de actividades y públicamente anuncian que concentrarán a todos sus efectivos en lugares exactos y precisos. El gobierno se compromete a no atacar, ni intentar capturar, ni hostigar este proceso que debería culminarse en no más de 72 horas desde el anuncio público de las FARC de en qué sitios se concentrarán. Las FARC mantienen el control de su armamento. El gobierno concede libertad provisional a todo preso que, declarándose miembro de las FARC, sea reclamado por ellas. 2. El gobierno declara públicamente que, bajo ninguna circunstancia, extraditará a miembros de las FARC o permitirá que órganos de “justicia internacional” actúen contra ellos. 3. El gobierno modifica en forma completa la normatividad electoral para las próximas elecciones garantizando en igualdad de condiciones plenos derechos de participación de toda fuerza política que, respaldada por la misma cantidad de ciudadanos necesaria para constituir un sindicato, reclame participar. Las FARC, si lo deciden, podrán lanzar su candidato presidencial. 4. El gobierno concederá un estatus especial a todo militante de las FARC que, saliendo definitivamente de los sitios de concentración y desarmado, se dedique al impulso de la campaña electoral que lancen las FARC. 5. Para iniciar un desmonte democrático del problema del narcotráfico el gobierno comprará, a los precios actuales (y almacenará), toda la producción de hoja de coca de toda familia o comunidad campesina que dependa de dicha producción para su supervivencia digna. 6. Todos los otros aspectos por fuera de estas cinco medidas básicas serán parte de una amplia y democrática discusión en la cual todos los partidos constituidos sobre la base del punto 3 contarán con plenas e iguales garantías de expresión y acceso a los medios de comunicación.
Posted on: Wed, 20 Nov 2013 21:02:57 +0000

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