¿Pudiera volver Cristo invisiblemente? POR qué debería surgir - TopicsExpress



          

¿Pudiera volver Cristo invisiblemente? POR qué debería surgir esta pregunta? Sencillamente porque Jesús mismo dijo a sus discípulos: “Aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán en lamento, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.” (Mateo 24:30) Pero más tarde, mientras tenía su última cena con sus discípulos, Jesús dijo: “Un poco más y el mundo ya no me contemplará, mas ustedes me contemplarán, porque yo vivo y ustedes vivirán.” (Juan 14:19) Esta aparente contradicción resulta más complicada por la revelación que se dio al apóstol Juan unas seis décadas después. Esta dice: “¡Miren! Viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que lo traspasaron; y todas las tribus de la tierra se golpearán en desconsuelo a causa de él.”—Revelación 1:7. ¿Se ha de tomar literalmente todo este ‘ver’ y ‘contemplar,’ o pudiera tener otro significado más profundo? La importancia de esta pregunta se ilustra por lo que sucedió en el primer siglo de nuestra era común, cuando muchos judíos esperaban su Mesías. Aparece, pero no se le reconoce En aquel tiempo la pregunta principal pudiera haber sido: ‘¿Podía aparecer el Mesías, o Cristo, sin que se le reconociera?’ Obviamente sería visible como hombre, pero ¿lo distinguiría el público judío como el Enviado de Dios? El registro bíblico indica claramente cómo respondió la mayoría de la muchedumbre. Cuando Cristo hizo su entrada triunfal en Jerusalén, la gente clamó: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová!” Cuando ciertas personas preguntaron: “¿Quién es éste?,” las muchedumbres siguieron diciendo: “¡Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea!” A las muchedumbres les parecía que este obrador de milagros iba a entrar en acción y librar a los judíos del yugo romano. Pero no resultó así. Jesús no era un revolucionario político; más bien, promovió la libertad espiritual y la pureza religiosa. ¡Qué desilusión para las ambiciones nacionalistas de muchos de aquel tiempo! Este “mesías” no encajó en la idea preconcebida de ellos de un salvador para Israel. ¡Qué contraste entre la muchedumbre amigable del 9 de Nisán (domingo) y la chusma sedienta de sangre del 14 de Nisán (viernes)! “Todos dijeron: ‘¡Al madero con él!’ . . . ‘Venga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.’”—Mateo 21:9-11; 27:22-25. Debido a su falta de perspicacia, la mayoría del pueblo judío salió perdiendo respecto al glorioso privilegio de ser reyes con Cristo en Su reino celestial. Las ideas políticas y patrióticas de ellos oscurecieron su visión de bendiciones espirituales que les pudieran haber sido de provecho. Querían un mesías solo para la generación de ellos y para su problema particular... la ocupación romana de su país. No llegaron a reconocer al verdadero Mesías a pesar de todas las credenciales de éste.—Mateo 1:21-2:6. ¿Hay un paralelo moderno de esto? ¿Será posible que algo similar haya sucedido en nuestro siglo veinte? ¿Pudiera ser que millones de personas estén esperando, erróneamente, que verán a Cristo llegar literalmente sobre las nubes? Tenemos una clave inmediata a la respuesta de estas preguntas en la advertencia que Jesús dio a sus seguidores: “Si alguien les dice: ‘¡Miren! Aquí está el Cristo,’ o, ‘¡Allá!’ no lo crean. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas y darán grandes señales y prodigios para extraviar, si fuera posible, aun a los escogidos. ¡Miren! Les he avisado de antemano.” (Mateo 24:23-25) Esto indica que la presencia de Cristo no será visible en una ubicación geográfica u otra. Por lo tanto, los que alegan que son Cristo ya vuelto, o que lo han visto “aquí” o “allá,” o están engañados o son farsantes. La clave al entendimiento de todo este asunto está en la pregunta que cuatro de los discípulos de Jesús plantearon a su Amo mientras contemplaban a Jerusalén y su templo desde el cercano monte de los Olivos. Jesús los había sorprendido al profetizar que el templo, el mismísimo centro de la adoración judía en aquel tiempo, sería totalmente destruido. De modo que ellos le preguntaron: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia [griego: parousía] y de la conclusión del sistema de cosas?” Pues bien, quizás usted desee comparar ese texto, citado de la Traducción del Nuevo Mundo, con su propio ejemplar de la Biblia. Según la Versión Valera (1934), el texto dice: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” La Versión Moderna dice: “¿Qué señal habrá de tu venida, y de la consumación del siglo?” La Nácar-Colunga dice: “Cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo.” Y la Versión Popular dice: “¿Cuál será la señal de tu regreso y del fin del mundo?”—Mateo 24:3. Las diversas traducciones que acabamos de citar han desviado a la gente respecto al verdadero significado y aplicación de la respuesta de Jesús a sus discípulos. Es una cosa el que ciertos acontecimientos indiquen que alguien está viniendo o volviendo, y algo enteramente diferente el que esos acontecimientos prueben que la persona esperada ya ha llegado. Usted quizás haya experimentado esto mientras ha estado esperando a alguien en un aeropuerto o en una estación de trenes. Hay el mismo sutil matiz de diferencia entre el regreso o la vuelta de Cristo y la “presencia” de él en el sentido de haber llegado ya. ¿Le sorprende eso? Pero, ¿cómo podemos saber cuál traducción es la más precisa?... ¿si es “presencia” o “venida”? Fijemos la atención en otro texto que usa la misma palabra griega parousía y veamos cómo se traduce en ciertas Biblias de las cuales ya hemos citado. Por ejemplo, en Filipenses 2:12 leemos: “De manera que, amados míos, conforme habéis obedecido siempre, no sólo como en mi presencia [griego: parousía], sino antes mucho más ahora en mi ausencia, llevad a cabo la obra de vuestra misma salvación, con temor y temblor.” (Versión Moderna) Pues bien, aquí la Versión Popular dice: “Por tanto, mis queridos hermanos, así como ustedes me han obedecido siempre cuando he estado entre ustedes, obedézcanme más ahora que estoy lejos.” Compare con Filipenses 1:26, que usa parousías. ¿Qué palabras se usan aquí como traducción de parousía? “Presencia” y “entre ustedes.” Ni “llegada” ni “venida” encajarían en el cuadro. De paso, la palabra particular griega para “venida,” eleúsis, fue usada por el mártir cristiano Esteban cuando él presentó la siguiente pregunta directa en su defensa ante el tribunal judío del Sanedrín: “¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Sí, mataron a los que de antemano hicieron anuncio respecto a la venida [griego: eleúseos] del Justo.”—Hechos 7:52. ¿Visible, o invisible? La cuestión ahora es: Si Jesús dio señales visibles para indicar su presencia, su vuelta misma, ¿estaría él entonces personalmente visible, o invisible? En vez de aceptar ideas tradicionales sobre esto, dejémonos guiar por lo que indican las Escrituras. Por ejemplo, el apóstol Pedro escribió lo siguiente en su primera carta inspirada: “Pues, hasta Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por los injustos, para conducir a ustedes a Dios, habiendo sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu.” (1 Pedro 3:18) El apóstol Pablo añade al testimonio, al decir: “Por consiguiente, de ahora en adelante nosotros no conocemos a nadie según la carne. Aun si hemos conocido a Cristo según la carne, ciertamente ya no lo conocemos así.”—2 Corintios 5:16. Si Jesús fuera a volver en la carne, ¿beneficiaría esto realmente a la humanidad, o sería contrario a nuestros intereses? De hecho, ello pondría en tela de juicio la validez de su sacrificio y el propósito de su primera venida a la Tierra. Cristo mismo dijo: “Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; si alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré [no: prestaré temporalmente] es mi carne a favor de la vida del mundo.” (Juan 6:51) Su sacrificio es la base para la redención de la humanidad, y su resurrección a la vida de espíritu significa que tenemos un abogado compasivo para defendernos. Por eso Pablo escribió: “Cristo Jesús es el que murió, sí, más bien el que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios, que también aboga por nosotros.” La humanidad no ganaría nada si Cristo hubiera de abandonar esa posición para aparecer en la carne en la Tierra.—Romanos 8:34. Entonces, ¿qué otra cosa puede pasar que no sea una segunda venida de Cristo en la carne? Declarado sencillamente, es su presencia, o parousía, como el Hijo invisible de Dios, investido de poder del Reino y dirigiendo su atención a la Tierra. Por eso él nos dio señales visibles por las cuales verificar su presencia invisible.—Mateo 24:3-25:46. ¿Cómo ‘se le ve’ y ‘se le contempla’? Con estos puntos presentes, volvamos a los textos que citamos al principio de este artículo. Uno de ellos fue Juan 14:19, donde Jesús dijo: “Un poco más y el mundo ya no me contemplará, mas ustedes me contemplarán, porque yo vivo y ustedes vivirán.” Sí, sus seguidores, pero no el público en general, lo contemplaron en varias ocasiones después de su resurrección. No fue que él hubiera tomado otra vez su cuerpo sacrificado, sino, más bien, que había materializado cuerpos carnales según las necesidades de la ocasión, como lo habían hecho antes algunos ángeles. (Lucas 1:11, 26, 27; 2:9-14) En dos casos, se apareció a sus discípulos cuando éstos se hallaban juntos en una habitación “aunque estaban cerradas con llave las puertas.” Ciertamente ninguna criatura normal de carne y sangre podía aparecer y desaparecer en tales circunstancias.—Juan 20:19, 26; 1 Corintios 15:3-8. Por supuesto, las palabras de Jesús: “ustedes me contemplarán” tienen mucho mayor significado que solo el de sus apariciones como el Cristo resucitado. El mismo había dicho poco antes: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De otra manera, se lo hubiera dicho a ustedes, porque voy a preparar un lugar para ustedes. También, si prosigo mi camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes.” Aquí estaba una clara indicación de que sus seguidores ungidos estarían con él en Su morada celestial y lo contemplarían en aquel nivel de la existencia.—Juan 14:2, 3. Pero, ¿cómo hemos de entender Revelación 1:7, que indica que hasta incrédulos lo ‘verían’? Ese texto bíblico dice: “¡Miren! Viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que lo traspasaron; y todas las tribus de la tierra se golpearán en desconsuelo a causa de él.” ¿Ha de tomarse literalmente eso? Si Cristo viene con las nubes literales, ¿cómo puede verlo todo ojo? Si es visible en Australia, entonces ciertamente no será visible simultáneamente en Europa ni en la mayoría de las otras partes de la Tierra, prescindiendo de la altura a que esté. El hecho de que la presencia de Cristo se asocia con el uso figurado de nubes en varios textos nos ayuda a entender que su presencia tiene que ser invisible, puesto que las nubes no ayudan a que haya visibilidad, como bien lo sabe cualquier piloto de avión o persona encargada del tráfico aéreo. Entonces, ¿quiénes son los que lo han traspasado? Literalmente, soldados romanos hicieron esto, pero ellos murieron hace mucho tiempo. (Juan 19:23, 32-34) Por eso, estas palabras tienen que tener otro significado. Jesús mismo suministra la clave a esto en su parábola de las ‘ovejas y las cabras’ cuando dice: “Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.” (Mateo 25:31-46) Por lo tanto, a las naciones e individuos que maltratan o ‘traspasan’ a los discípulos de Cristo en la Tierra en este siglo veinte se les cuenta como naciones e individuos que ‘traspasan’ a Cristo durante este tiempo de su presencia invisible. Y se les hará saber lo serio de lo que han hecho y quién los está juzgando. Sí, “todas las tribus de la tierra” ‘verán,’ o percibirán mentalmente, la presencia y revelación de Cristo a causa del súbito cambio de circunstancias que les sobrevendrá. Llegarán a darse cuenta de que Cristo está gobernando en juicio, pero no a favor de ellas. Tendrán buena razón para golpearse en desconsuelo. Por otra parte, por todo el mundo millones de personas han llegado a reconocer la presencia de Cristo desde el importante año de 1914. Aunque estas personas saben que las guerras, hambres y terremotos han sido comunes para muchas generaciones, reconocen que ninguna otra generación ha experimentado siquiera una sola guerra mundial, y mucho menos dos. Ninguna generación anterior ha adquirido la potencialidad de devastar hasta quizás destruir a la sociedad humana. Aunque saben que la profecía de Cristo tuvo un cumplimiento menor antes de la destrucción de Jerusalén en 70 E.C., también se dan cuenta de que la manera en que la profecía fue fraseada señaló a algo más. Los muchos rasgos de la señal que Jesús predijo son manifiestos ahora, y algunas personas de la generación que vio el principio de estas calamidades en 1914 todavía están con nosotros.—Mateo 24:34. ¿Qué hará usted? Ahora, pues, la pregunta es: ¿Qué actitud adoptará usted para con la presencia invisible de Cristo, su parousía? En esta era de creciente escepticismo muchos han optado por mostrar indiferencia o mofarse. Pero, ¿le conviene a usted proceder así respecto al propósito de salvación que Dios tiene para la humanidad? ¿Es sabio el despedir con ligereza las garantías y provisiones que el Señor Soberano Jehová da para el futuro de la familia humana? A este respecto es apropiada esta advertencia de Pedro: “Ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación.’”—2 Pedro 3:3, 4. Cuando llegue el tiempo para la manifestación o acción judicial de Cristo para con este mundo, no habrá lugar para alegar ignorancia o indiferencia debido a las circunstancias. Jesús mismo hizo saber eso con toda claridad, al decir: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y entonces todas la tribus de la tierra se golpearán en lamento, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.” Ese reconocimiento obligatorio de la presencia de Cristo vendrá demasiado tarde para que les resulte en bien. Esto significará destrucción para los que no hayan prestado atención.—Mateo 24:30; Revelación 1:7; 11:18. Por eso, ¿qué puede hacer usted para recibir ahora la bendición de Dios? Busque humildemente a Jehová mientras se le pueda hallar. Lea y estudie la Biblia con el fin de conocer cómo llegó Cristo a ser el sacrificio redentor perfecto en su primera venida, y un glorioso rey de la región espiritual en su presencia, durante la cual vivimos. Esto puede significar vida y gozo para usted. Sin demora póngase en comunicación con los testigos de Jehová en su Salón del Reino local. Gustosamente ellos le ayudarán a entender la Biblia, gratuitamente.
Posted on: Sat, 20 Jul 2013 15:16:17 +0000

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