Página12. EL PARTE Y EL TODO. Por Mario Wainfeld Conciso y - TopicsExpress



          

Página12. EL PARTE Y EL TODO. Por Mario Wainfeld Conciso y hasta lacónico, el parte médico informa lo esencial, sometido a su competencia. En ese registro, la economía de palabras es una virtud. La información es primaria, básica: cómo está la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, qué actividades le están todavía vedadas, qué exámenes faltan para dictaminar a qué ritmo puede retomar sus actividades (ver nota principal). La política es más exigente, más vasta y, a su modo, imprecisa. Los confines de la medicina están bien delineados. Sobre todo si los profesionales (como en este acaso) se auto-restringen. Los límites de la política son más difusos, a menudo se entreveran con la ecuación personal o familiar de los protagonistas. El dictamen habla del hoy o de un horizonte de 30 días. Los escenarios políticos se proyectan mucho más tiempo y están supeditados a un sinfín de variables. Vale la pena festejar la noticia: la presidenta Cristina se recupera bien y vuelve. El cuándo lo dirán los médicos. El cómo depende de ella y de un conjunto de circunstancias. Los azares de la historia quisieron que la (parcial) impasse coincidiera con las elecciones de medio término y su regreso con el comienzo de la segunda parte de su mandato. La salud impone cambios, la coyuntura también los exige. n n n Presidentes en movimiento: La prohibición de volar es la única precisa y tasada. No se trata de una restricción terrible pero sí de una alteración grande de la rutina de años. No es novedad de la época pero todos los mandatarios son viajeros impenitentes y constantes. Sólo un hato de pavotes cree que el ejercicio del mando es holganza y placer: viajar es una obligación cotidiana. La revolución de las comunicaciones no puso fin a la necesidad de los encuentros cara a cara, aunque ha facilitado algo su trámite. Cumbres regionales o internacionales (programadas o surgidas de arrebato como varias de la Unasur), plenarios o asambleas de organismos internacionales, citas bilaterales, visitas informales o de Estado: todos los presidentes de esta región suben y bajan escalerillas de avión. Y cómo. Y cuánto. El cronista, años atrás, presenció un día de actividad del presidente ecuatoriano Rafael Correa: su hiperquinesis y pulsión viajera fueron unas de sus características. El excelente libro Jefazo del periodista y ensayista Martín Sivak reseña a modo de crónica la labor del presidente boliviano Evo Morales. Más allá de diferencias lógicas, su cotidiano es similar al de Cristina Kirchner: actos, reuniones, jornadas larguísimas, periplos constantes. El cara a cara prevalece en la etapa de “diplomacia presidencial”, las Cancillerías no se bastan para suplir la presencia física de los mandatarios. Si se permite una ironía antes que una broma: cuando todas las redes de comunicación están pinchadas por las Agencias de la mayor potencia de la Tierra (y, todo lo indica, no exclusivamente por ellas), la inmediatez es un imperativo. Por treinta días, acaso prorrogables, la Presidenta no viajará en avión. Deberá encontrar un modo transitorio de reformular esa actividad, que no será el reposo en la acción. Todos los presidentes de este Sur, que llevan años de estabilidad y legitimidad sin comparación histórica, son hiperactivos dentro y fuera de sus fronteras. Néstor y Cristina Kirchner acompañaron la tendencia y la acentuaron. n n n Siempre presentes: El activismo de Kirchner era proverbial, el de Cristina no le va a la zaga. Ambos estuvieron siempre al tanto de “todo”: desde la lectura minuciosa de los diarios hasta los vaivenes de la gestión en todas las áreas. Su agenda, su saber, sus llamadas telefónicas o reclamos personales recorrieron una agenda que en otras administraciones dividían el jefe de Gabinete y el Presidente. El famoso cuadernito en el que Kirchner anotaba las fluctuaciones diarias de “n” variables cifraba ese interés recurrente y activo. Los funcionarios que integraron o integran sus equipos debieron acostumbrarse a despertarse y ponerse en acción bien temprano y a abreviar al extremo las vacaciones. El modelo de conducción del kirchnerismo es, por demás, centralizado y radial. Eso vale para la gestión pública tanto como para el accionar político. Discutible o justificable, ha sido la regla hasta ahora, con resultados estimables y contrapartidas también notorias. El saldo ha sido favorable, la pregunta del día es si podrá mantenerse. Y, en subtexto, si no es conveniente (por razones que van más allá de la salud de la Presidenta) reformarlo para acometer los años por venir. n n n Especulaciones sin certezas: Por todo lo antedicho, nadie sabe qué piensa Cristina sobre esos aspectos. Lo que se dice sobre sus próximas movidas, sobre reformas económicas o de elencos son especulaciones: comidilla en Palacio o en tertulias VIP o de café. El liderazgo centralizado no habilita “primicias” del entorno o del periodismo. Lo que sigue, entonces, combina información sobre lo que se discute en otros niveles del Gobierno con pareceres del cronista. Lo que se narra sobre los protagonistas es real, las hipótesis son sólo eso, las opiniones del escriba son francas aunque no trascienden esa categoría. Un sentido común bastante expandido cunde en los primeros niveles de la dirigencia kirchnerista, abarcando a funcionarios, mandatarios y legisladores de primer nivel. No es unánime, pero sí preponderante. No son tantos los que lo han dicho en presencia de la Presidenta pero ésta (se descuenta) sabe lo que piensan. La idea generalizada, que el cronista comparte, es que el Gobierno debe “relanzarse” o, aún “reinventarse”. Que, como hiciera después de la derrota electoral de 2009, tiene que innovar en políticas públicas como condición de pervivencia y de competitividad electoral. Los castings de ministeriables están de moda, algunos manejan alternativas sensatas, pero no transmiten el reservado criterio de la Presidenta. El potencial es un modo verbal muy socorrido y pertinente. Una idea fuerza extendida podría cifrarse así: “Cristina debería sumar ministros con más espalda, que les pongan el cuerpo a los problemas”. Nadie piensa en hiperministros (como supo ser, por caso, Domingo Cavallo) que opaquen o hasta sustituyan el liderazgo de la Casa Rosada. Ese riesgo no existe con un Kirchner al mando. Se piensa, y el autor de estas líneas comparte, en funcionarios con agenda propia, capaces de solucionar problemas y no crearlos, y despojados de afanes protagónicos excesivos. Pueden consignarse ejemplos tangibles desde 2003. Subjetivamente podrían señalarse, sin agotar la nómina a ministros que ya no están y otros que siguen: Daniel Filmus, Ginés González García, Julio De Vido, Florencio Randazzo, Carlos Tomada, Julián Domínguez. Cumplieron o cumplen sus tareas con dedicación full time, son reconocidos por su saber específico o su muñeca política o ambos. Ninguno mostró ansias irrefrenables por exceder sus competencias o “robar cámara” a los presidentes, cometido nada sencillo o más bien imposible conociendo la idiosincrasia de éstos. En las versiones de pasillo se repiten nombres de gobernadores, que podrían además ser prospecto de precandidatos para las presidenciales. El paso por la función pública sería una prueba de fuego para sus condiciones y lealtad y un rebusque para aumentar su conocimiento público. El chaqueño Jorge Capitanich señaló que no aspira a moverse de la provincia: lo limita el conflicto perenne con su vicegobernador a quien se describe como una versión local del ex vicepresidente Julio Cobos. El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, declaró en un reportaje concedido a este diario que está dispuesto a revistar donde se lo coloque. Pero dejó a salvo que no ha recibido mensaje o señal alguna al respecto, lo que dista de ser un detalle. Airear los elencos, se insiste, es una necesidad para retomar envión. El piso electoral del Frente para la Victoria (FpV) es alto pero acaso no difiera mucho del techo hoy día. Las comparaciones históricas pueden ayudar a desalentar las agorerías opositoras sin caer en el triunfalismo de algunos kirchneristas. En 1987 el radicalismo del presidente Raúl Alfonsín fue vencido en las urnas por un rival consolidado: el PJ que iba en pos de un porcentaje que superó el 50 por ciento de los votos en 1989. En 1997 el presidente peronista Carlos Menem fue batido por la Alianza que construía una mayoría ganadora en primera vuelta. Regía un esquema bipartidista, con la lógica pendular de alternancia, que cayó en la volteada rotunda de 2001. Muy otro es el cuadro actual. El FpV es la primera fuerza, sin un caudal suficiente para ganar en primera vuelta pero más sólido que el de cualquiera de sus adversarios, diseminados en varias opciones. Cristina tiene por un delante un desafío que ni Alfonsín ni Menem pudieron resolver. Es el de “armar” un dispositivo político que instale a un candidato o candidata propio, que permita al FpV seguir gobernando otro período sin su líder en la Casa Rosada, como lo hizo el PT en Brasil. Hay una ligazón evidente (para nada mecánica o automática) entre esa labor y el sostenimiento de la legitimidad de ejercicio del gobierno. Luce como muy arduo combinar exitosamente ambas tareas, pero no es imposible. El momento de acometerlas combina restricciones económicas y trabas del propio “modelo” con las vicisitudes de la salud presidencial. Son bretes mayúsculos, máxime si se piensa que el Gobierno debe tener una agenda propia, con innovaciones para el bienio próximo. En ese contexto, Cristina vuelve. Cuentan sus allegados y los médicos que ha sido una paciente dedicada y responsable. Se aisló de la casi totalidad de los funcionarios, no hizo ninguna aparición pública. ¿Habrá podido dejar de pensar, de imaginar? Tal vez, supone el cronista, por unos pocos días. Cuando empiece a retomar tareas, se irá viendo. La buena noticia es que ese momento se acerca. RECIBIO EL ALTA MEDICA DESPUES DEL EXAMEN “SATISFACTORIO” DEL VIERNES. La Presidenta de vuelta al ruedo. Por Nicolás Lantos Se hará un Holter para seguir una situación cardiológica y no podrá tomar aviones por un tiempo, pero ya puede trabajar desde la quinta de Olivos y, de acuerdo con su evolución, podrá retomar “su ritmo de actividad habitual”. Cristina Fernández de Kirchner recibió el alta tras la operación a la que había sido sometida un mes atrás y el lunes comenzará a reasumir, gradualmente, sus funciones. Lo informó ayer por la mañana el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro. La decisión se tomó luego de que la Presidenta fuera evaluada neurológicamente “con resultados satisfactorios” el viernes por la noche, al cumplirse el tiempo de reposo indicado por el equipo médico de la Fundación Favaloro que la intervino quirúrgicamente el 8 de octubre para remover la colección subdural crónica que se le había detectado. Por otra parte, durante el fin de semana se le hará un Holter para evaluar su situación cardiológica, que arrastraba un cuadro preexistente y, en base al resultado, se va a determinar “el ritmo de regreso a sus actividades habituales”, según consta en el último parte médico. “Debido a la favorable evolución posoperatoria que ha presentado la señora presidenta de la Nación, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, y a que han sido satisfactorios los resultados obtenidos en la nueva neuroimagen de control que se le ha realizado el día de ayer, junto a la normalidad de los resultados de los estudios de laboratorio realizados, se ha decidido otorgarle el alta neurológica y neuroquirúrgica”, indica el comunicado. El parte lleva las firmas de los doctores Facundo Manes, director del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, y Gerardo Bozovich, director médico de esa institución. De todas formas, el regreso de la Presidenta a la función pública será gradual y deberá atenerse a ciertas indicaciones médicas. Desde el lunes retomará sus actividades de forma parcial y trabajando desde la quinta de Olivos, pero se le prohibió el traslado aéreo “inicialmente” por treinta días. Todavía no se sabe la fecha de su reaparición pública ni en qué circunstancias se dará. Aunque en un primer momento se especulaba con un acto de gran convocatoria, ahora se habla de un mensaje televisado desde la residencia oficial, para evitar exponerla tan pronto a estímulos fuertes. La decisión final va a tomarse luego de que durante este fin de semana se le realice un Holter prolongado para evaluar su situación cardiológica, que se encontraba en observación por episodios previos de hipotensión arterial y un trastorno de la conducción cardíaca con bloqueo de la rama izquierda, con el que convive hace años. Durante el posoperatorio, la Presidenta no presentó síntomas vinculados con estas condiciones pero se tendrán en cuenta de todas formas para determinar la carga de trabajo que se le permitirá en su regreso a la actividad. El parte médico que difundió ayer el vocero Scoccimarro también prevé que en un mes, el lunes nueve de diciembre, al cumplirse sesenta días de la neurocirugía, la Presidenta vuelva a ingresar en la Fundación Favaloro para realizar una nueva neuroimagen que permita seguir el paso de su evolución clínica. Para esa fecha también se prevé que se le realice una prueba de movimiento oscilatorio corporal (Tilt test), para observar posibles variaciones de la presión arterial y el ritmo cardíaco. 35 días antes... Cristina Fernández de Kirchner ingresó por primera vez en la Fundación Favaloro el sábado cinco de octubre al mediodía, para realizarse estudios de rutina vinculados a su condición cardiológica. Allí se detectó que presentaba un cuadro de colección subdural crónica consecuencia de un traumatismo de cráneo sufrido en agosto, que hasta entonces no había arrojado síntomas. Tras ocho horas de estadía en la clínica, la mandataria regresó a la residencia de Olivos con una indicación de un mes de reposo. Sin embargo, al día siguiente presentó dolores de cabeza y una sensación de “hormigueo en el brazo izquierdo”, por lo que se decidió volver a internarla para intervenirla quirúrgicamente. La operación se llevó a cabo el martes ocho de octubre por la mañana y fue “satisfactoria”, según indicaba Scoccimarro pasado el mediodía. Fue una “cirugía sin complicaciones” en la que se le evacuó el hematoma subdural. Ya por entonces “fueron descartados los riesgos cardiovasculares a través de distintos exámenes complementarios”, lo que pone en evidencia el cuidado especial sobre ese tema desde un primer momento. Seis días después, CFK abandonó la Favaloro, donde hubo siempre montada una guardia de militantes, y se instaló en Olivos para completar el reposo indicado por los médicos. Por entonces, según lo que comunicaba el secretario de Comunicación Pública, Fernández de Kirchner ya se encontraba de “buen humor” y “excelente ánimo”, y se movía por sus propios medios sin problemas. Sin embargo, por prescripción médica permanecía apartada de los asuntos oficiales y no leía diarios ni recibía noticias de la gestión. Eso quedó de manifiesto luego del accidente en la estación de Once y la posterior estatización del Sarmiento que, según afirmó en su momento el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, se llevó a cabo sin consultarla. El reposo de la mandataria también la hizo ausentarse de la campaña previa a los comicios legislativos del 27 de octubre. Por eso, por primera vez, el Frente para la Victoria no tuvo un cierre de campaña unificado y decidió mudar el lugar donde se esperaron los resultados el domingo por uno más pequeño. Por entonces, varios dirigentes cercanos a ella ya dejaban caer noticias positivas sobre su estado de salud y comenzaba a especularse respecto de la fecha y las circunstancias de su regreso. Un nuevo parte de salud, el primero desde su externación, traía tranquilidad respecto de su evolución. En los últimos diez días, CFK comenzó a interiorizarse en algunas noticias, como el fallo de la Corte Suprema respecto de la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, según declaraciones de algunos funcionarios. No obstante, todavía se mantenía al margen de las decisiones hasta tanto no contara con el alta médica. Así, varios asuntos de gobierno –como una eventual renovación de su gabinete (ver aparte declaraciones del ministro de Salud, Juan Manzur) y otros de construcción política, principalmente la interna del PJ bonaerense– aguardan su regreso definitivo para entrar en etapa de definiciones. CHEQUEO DE NEUROIMAGEN EN TREINTA DIAS, ESTUDIO CARDIOLOGICO El seguimiento de su salud. Por Nicolás Lantos El equipo médico que sigue la evolución de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene dos temas bajo el radar, que no tienen relación entre sí y constituyen “las únicas preocupaciones” respecto de su salud, según confiaron a Página/12 fuentes gubernamentales quienes aclararon, de todas formas, que las últimas noticias son óptimas en ambos aspectos. El primero, que fue el motivo de la intervención quirúrgica del 8 de octubre, es el aspecto neurológico y se refiere al hematoma subdural que se le detectó, consecuencia de un traumatismo de cráneo sufrido en agosto: CFK recibió ayer el alta respecto de ese cuadro y aunque está previsto un nuevo chequeo de neuroimagen en treinta días, su estado actual es “satisfactorio” y los resultados de las pruebas clínicas son “normales”. El segundo es su condición cardiológica, un problema previo con el que convive desde hace años y que, más allá de algunos episodios de hipotensión que la obligaron a suspender temporalmente actividades por lapsos cortos, no ha presentado hasta ahora complicaciones. Este tema está siendo monitoreado permanentemente por la Unidad Médica Presidencial: este fin de semana se le está llevando a cabo un Hol-ter, un estudio de monitorización electrocardiográfico ambulatorio, y de sus resultados dependerá el ritmo de trabajo que pueda comenzar a tomar Fernández de Kirchner desde mañana. Además, en un mes está previsto que se le lleve a cabo un Tilt Test, o prueba de movimiento oscilatorio corporal, para detectar posibles irregularidades en la presión y el ritmo cardíaco. En el parte de salud difundido por el Gobierno el 23 de octubre se había informado que la mandataria sufría un “trastorno de la conducción cardíaca con bloqueo de rama izquierda” y que “por medio de estudios especiales se confirmó la presencia de una disfunción autonómica vagotónica de la presión arterial”. Ambos cuadros explican los episodios de hipotensión arterial que sufrió la Presidenta durante su mandato pero son “completamente funcionales”, es decir que le permiten “llevar una vida totalmente normal”, según consignaron fuentes médicas. De todas formas se trata de un tema que los médicos de la mandataria prefieren seguir de cerca. El test de Holter que la mandataria se realiza este fin de semana consiste en un monitoreo del registro cardiográfico de un paciente durante un período de 24 horas en los que aquél continúa con su vida normal. Una vez concluido el estudio, los médicos comparan la actividad cardíaca con las actividades realizadas por el paciente para detectar posibles anomalías. Por otra parte, el Tilt Test que se le practicará en treinta días sirve para investigar las causas de bajas de presión y desmayos en pacientes y consiste en monitorear la presión y ritmo cardíacos mientras el paciente permanece recostado en una cama que va variando su ángulo de inclinación.
Posted on: Sun, 10 Nov 2013 21:31:58 +0000

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