QUIMERA Capitulo 39 © 2013 Damaris Caceres Mercado ISBN: - TopicsExpress



          

QUIMERA Capitulo 39 © 2013 Damaris Caceres Mercado ISBN: 1-59608-050-7 Chanté se propuso correr hacia la avioneta, pero Johannelier la detuvo. “¿Qué te propones hacer? ¿Un escándalo? Esto no está bien” dijo agarrándola con fuerza y tapándole la boca para que no hiciera ruido. “¿Cómo que no está bien? El que no está bien eres tú, ¡mira lo que hay allí! Es nuestra oportunidad de volver a la ciudad,” dijo cuando logró zafarse. “Lo sé, pero ¿dónde están los indios? No se ve a nadie. Algo está mal,” dijo él. Chanté ignoró lo que le dijo y comenzó a caminar a pesar de que él intentó detenerla. “No la soporto. No me explico cómo la has soportado durante tanto tiempo,” comentó colmado de coraje mientras la mirábamos caminar a cierta distancia. De pronto, vimos cuando tropezó con un montón de hierba aglomerada, cayendo al suelo. “¿Qué le pasó?” pregunté al verla caer. “Inútil,” comentó Johannelier instantes después de verla caer. La escuchamos gritar y corrimos hacia ella. Sin saberlo, sacó al descubierto a dos indios muertos, los cuales los asesinos intentaron ocultar con los herbajes. Eran los dos guerreros de Itiannía. Uno de ellos fue el que luchó contra Johannelier el día que nos desterraron. Permanecimos atónitos sin decir nada de inmediato. “¡Oh Dios Santo! Uno de ellos me gustaba mucho,” comentó Chanté sin salir de su pasmo. Sentimos voces en nuestro idioma y avanzamos a escondernos en la maleza, a la orilla del río. Vimos a varios individuos bien vestidos y armados. Uno de ellos era el que nos secuestró, la primera vez. El mismo que nos perseguía en busca del diamante. Johannelier y yo nos miramos. Él se veía preocupado. “Fue por aquí” dijo uno de ellos. “Exactamente, ¿qué fue lo que escuchaste?” preguntó el otro. “Un grito de mujer” contestó uno de ellos mientras miraban hacia su alrededor. “Es caso perdido, llevamos días en éste lugar y no están, ni el diamante tampoco” comentó otro individuo, que se unió al grupo después. “Esos salvajes hablan en un idioma extraño. No lo conozco. Yo opino que debemos regresar. No creo que estén aquí” dijo uno de los individuos de aquel pequeño grupo los cuales ignoraban que los escuchábamos desde cerca, muy ocultos. El líder de ellos, se llenó de cólera. “¿Qué me dicen de la avioneta estrellada? ¿Qué me dicen de los malditos indios con los ojos azules? ¡Todos son idénticos al indio que se nos escapó con la chica! ¡Es obvio que son de la misma tribu! ¡Estos indios saben dónde están y los protegen!” exclamó el individuo furioso. “¿Y qué tal si murieron calcinados al estrellarse la avioneta?” preguntó uno de ellos. “¡No hay huesos! ¡No hay diamante! ¡Él lo tenía! ¡Yo lo vi cuando lo rodeamos en el bosque aquella vez! ¡Cuántas veces tengo que repetir la misma cosa! ¡Maldición! Aparentemente él lo encontró en el lago y lo tiene. Si estuviesen muertos, estuvieran sus huesos y el diamante a menos que estos salvajes lo hayan encontrado y lo tengan oculto,” dijo el hombre malhumorado. “Nos dijiste que habías matado a todos los de la tribu del indio. Dijiste que él era el único sobreviviente, ¿cómo es posible que ahora digas que ésta tribu también sea la del indio?” preguntó uno de ellos. “¿Quieren saber toda la historia? ¡Ya dejen esa desconfianza! ¡No estoy loco!; yo no los maté. Engañé a otra tribu salvaje que vivía cerca para que lo hicieran por mí. Yo maté a los salvajes que mataron a la tribu del indio fugitivo. No a la tribu del indio. He hecho muchas cosas por obtener ese diamante. Coordiné todo, aproveché una expedición que hice con unos compañeros de trabajo para presenciar todo. Por supuesto, mis compañeros no sabían nada sobre mis planes. Los salvajes los mataron a todos. Pero unos compañeros que estaban presentes, una pareja, se conmovieron con un niño indio. Estaba mal herido, pero aún con vida. Decidieron llevarlo con ellos para la ciudad y adoptarlo. No tenían hijos. Creí que ese era el único sobreviviente. Eso no estaba en mis planes. Creí que era el único, pero aparentemente hubieron más sobrevivientes. Volvieron a reproducirse formando ésta tribu. ¡Son iguales! Eso es lo que caracteriza a estos indios de los demás. Dime, ¿dónde has visto indios con ojos azules?.. ¡Tuve ese diamante en mis manos una vez, y un inútil lo dejó caer al lago! Pero luego de ahogar al inútil, y buscar sin ningún éxito el diamante por todo el lago y no hallarlo, recordé entonces aquel suceso inesperado de mis colegas, cuando adoptaron al indio. Fue muy conveniente para mí. Los busqué por todas partes, pero se habían mudado y no los encontré. Desaparecieron como por arte de magia. Pasaron los años y los hallé. El indio era bastante grande cuando fue llevado a la ciudad. Ocho a nueve años quizá. Debía saber todas las tácticas que usaba su tribu para recolectar diamantes. Por eso planifiqué el accidente. He derramado mucha sangre por el diamante y lo seguiré haciendo si es necesario. ¡Busquen al cacique y tortúrenlo! Sin él, los indios son vulnerables y los tendremos en nuestras manos. ¡Háganlo gritar para que lo escuchen! Si el indio está oculto saldrá,” dijo el individuo malhumorado. Los otros individuos que lo acompañaban, obedecieron de inmediato. El sujeto se marchó también. Johannelier se puso de pie desquiciado. Estaba fuera de sí, lleno de coraje y confusión. Sus lágrimas rodaban por sus mejillas. Lágrimas que reflejaban odio intenso que salía de lo más profundo de su corazón. Sentí pavor. Nunca lo había visto de esa manera. Comencé a temblar por el nerviosismo que invadió todo mi cuerpo. Mi estómago estaba revuelto. En esos momentos lo creí capaz de cualquier cosa. “¡Maldito! ¡Lo mataré con mis propias manos!” dijo, dispuesto a entrar en la aldea furioso. “¡Johannelier espera!” dije, pero él no me hizo caso. Entonces Chanté se cruzó en su camino y lo empujó con fuerza haciéndolo reaccionar un poco. “¿Qué diablos piensas hacer súper héroe? Esos malditos están armados hasta los dientes y tú solo tienes un mísero puñal que ni filo tiene” dijo Chanté logrando llamar su atención. Él la agarró y le colocó el puñal en la garganta. “Ya tu me tienes harto con tus estupideces y boconerías. ¿Quieres probar si está afilado? En estos momentos te rebanaría el cuello con mucho placer” dijo Johannelier. Me asusté mucho e interferí a favor de Chanté. “¿Qué estás haciendo? Me das miedo. Tú no eres ningún asesino. Eres el ser más dulce que he conocido. Por eso te amo, pero... en estos momentos te desconozco” dije nerviosa. Él me miró y la soltó. “Tú no estás solo aquí. Sabes que no eres un héroe. Tú eres solo uno y ellos son más. No me importa que me odies. En estos momentos no estoy pensando en mí. Puedo largarme de todo esto si quiero. Esa avioneta es muy adelantada y sé manejarla muy bien. Pero no quiero abandonar a mi amiga. No me iré sin ustedes” dijo Chanté para mi sorpresa. Johannelier la escuchó sin decir nada caminando de un lado al otro, revolviendo su cabello, mostrando desesperación. “Ya no soy un niño indefenso. No permitiré que le hagan daño a mi hermana. Sabía que esa cara me era conocida. Era compañero de trabajo de mis padrastros. Él los mató. Ordenó matar a mi tribu, a mis padres, a mis padrastros. Arruinó mi maldita vida. Ahora piensa torturar a mi hermana. No puedo quedarme con las manos cruzadas viendo como aniquilan a ésta tribu. La historia no se repetirá. Ahora sabrán el significado de mi nombre. Puedo con ellos yo solo. Cuando nos rodearon en aquel bosque eran muchos más y pude yo solo con todos” dijo decidido a alejarse de allí. Yo avancé hasta él y lo detuve. “En aquel bosque por poco mueres si no le disparo a uno de ellos que te iba a disparar por la espalda, ¿te olvidaste? ¿Qué haces? Chanté tiene mucha razón. No eres un súper héroe. No quiero que te suceda nada. Quiero verte conmigo en el futuro” dije llorosa. “Grace, sabes más que nadie lo que significa ésta gente para mí. Son sangre de mi sangre. Luego de tantos años creyendo que no existía nadie más de mi raza, por fin los encuentro. Creí muerta a mi hermana por años. No voy a permitir que le suceda nada ahora. Ese maldito ha matado mucha gente importante en mi vida. No voy a permitir que mate, ni maltrate a mi hermana. Voy a hacer lo que tengo que hacer” dijo. “¿Y qué pasará conmigo?” dije sin dejar de llorar. “Sabré hacer bien las cosas. Confía en mí y verás que nada me pasará. No hagas las cosas más difíciles por favor. Escuches lo que escuches, permanece oculta con tu amiga. No te preocupes por mí. Yo estaré bien” dijo, antes de darme un dulce beso en los labios.
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 16:29:09 +0000

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