Que Orgullo Alex Errickson, Porteño, Lasallano, Playanchino y Carabinero... Léanlo.....una belleza. El protagonista de esta crónica es un carabinero de los buenos, esos que realmente se alistan en la institución verde para obtener una jineta de vocación y convicción. Capitán del altruismo y oficial del compromiso, en lugar de apaliar la protesta decidió paliar a los desatendidos, por lo mismo, sus lacrimógenas apuntaron a reprimir el abandono y en vez de luma tomó un lápiz, llenó un formulario y se ofreció como voluntario a una operación de paz (y amor) en Haití. Una decisión difícil, cojonuda y conjunta ya que, junto a él, también marchó un destacamento cariñoso conformado por su mujer y sus tres hijos. En Puerto Príncipe trabajaron como plebeyos, transpiraron duro y conocieron a una niñita (¿afroamericana se dice?) de unos cuatro años, sin padre, madre ni nada más que un par de moscas de compañía. La familia entera se encariñó con la criaturita, conocieron su pasado de penuria, el presente de carencia y para arrancarle al futuro su desdicha, votaron en conjunto y, por paliza, ganó la adopción; total, sólo tendrían que echarle más agua a la sopa de corazón, porque donde caben cinco siempre caben seis. Luego de una burocracia ingrata, engorrosa y casi absurda, cuando ya tenían el papeleo listo para legalizar el afecto, apareció otra niñita pero de tres años, eso sí, idéntica a la nueva hija, porque claro, era su hermana. Obviamente sería una crueldad separarlas para siempre y forzar al destino en un yin yang tan inmerecido y quisquilloso, así que otra vez lo conversó el regimiento amoroso y, por supuesto, decidieron adoptarla. En un deja vu de dilección nuevamente enfrentaban los trámites cuando apareció un tercer niñito, aún más chiquitito, pero con algo en común: era su hermano. “Si quieres llegar rápido viaja sólo, si quieres llegar lejos viaja acompañado”, dice el proverbio y, como no todo cuento repetido sale podrido, también lo adoptaron y hoy viven en Chile, dichosos los ocho. El familión entero se radicó en Puerto Varas y cada mañana los seis hijos van de la manito al Colegio Alemán. Imagínense, los primeros tres ¿afroamericanos? que asisten al Deutsche Schule lacustre (un escupo hermoso y preciso directo a la cara de Adolfo). Muchos nos quejamos de que el chancho está mal pelado, de que la música es disonante porque a demasiados les toca bailar con la fea y nos preguntamos ¿por qué tantos tienen tan poco? Pero ¿de qué sirve cliquear un dedito para arriba en cada causa altruista que algún “amigo” sube en su red social?… de nada. El mundo no se mejora detrás de una pantalla y la injusticia no se combate sólo con un mouse. Cada día, miles de internautas se aferran al teclado transformando sus Facebook en un verdadero muro de los lamentos, y reclaman contra diputados y senadores poco honorables, contaminantes de arcada, leyes mezquinas, colusiones solapadas, empresarios con una codicia que parece nunca empacharse y megamonstruos transgénicos que llevan el nombre de santo patentando semillas con alma de mula, pero claro, si realmente queremos que la tortilla se dé vuelta, necesitamos romper huevos. Más acción y menos cacareo digital, esa es la solución. Como dijo alguien por ahí; “si no lo hago yo ¿quién?, si no es ahora ¿cuándo?” A no engañarse, porque el asistencialismo con forma de moneda de cien pesos que nos pide el borracho del semáforo para comprarse un litrito de pan o el chalequito roto y jetón que regalamos a las víctimas de la tragedia de moda sólo ayudan a engañar la conciencia. ¿Qué hago yo?… poco, casi nada comparado con el Capitán Bonachón y tantos otros que se merecen, al menos, un minuto de admiración. Solamente regalo guiones, textos y estrategias a un par de Ong y bueno, escribo algunas columnas con la inocente esperanza de que, quizás, sirvan de inspiración a más de uno y el día de mañana muchas historias como esta aparezcan en una sobremesa. Eso sí, contadas en primera persona plural o singular y no empezando con el típico: “el amigo del amigo de un amigo…”.
Posted on: Mon, 26 Aug 2013 15:34:11 +0000
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