Queridos amigos, desde #Xalapa les comparto uno de los poemas más - TopicsExpress



          

Queridos amigos, desde #Xalapa les comparto uno de los poemas más hermosos escritos a México, de Pablo Neruda, “En los muros de México”: Los paí­ses se tienden junto a los ríos, buscan el suave pecho, los labios del planeta, tú, México, tocaste los nidos de la espina, la desértica altura del Águila sangrienta, la miel de la columna combatida. Otros hombres buscaron el ruiseñor, hallaron el humo, el valle, regiones como la piel humana: tú, México, enterraste las manos en la tierra, tú creciste en la piedra de mirada salvaje. Cuando llegó a tu boca la rosa de rocío el látigo del cielo la convirtió en tormenta, Fue tu origen un viento de cuchillos entre dos mares de irritada espuma. Tus párpados se abrieron en la espesa amapola de un día enfurecido y la nieve extendía su espaciosa blancura en donde el fuego vivo comenzaba a habitarte. Conozco tu corona de nopales y sé que bajo sus raíces tu subterránea estatua, México, se construye con las aguas secretas de la tierra y los lingotes ciegos de las minas. Oh, tierra, oh esplendor de tu perpetua y dura geografía, la derramada rosa del mar de California, el rayo verde que Yucatán derrama, el amarillo amor de Sinaloa, los párpados rosados de Morelia, y el largo hilo de henequén fragante que amarra el corazón a tu estatura. México augusto de rumor y espadas, cuando la noche en la tierra era más grande, repartiste la cuna del maíz a los hombres. Levantaste la mano llena de polvo santo y la pusiste en medio de tu pueblo como una nueva estrella de pan y de fragancia. El campesino entonces a la luz de la pólvora miró su tierra desencadenada brillar sobre los muertos germinales. Canto a Morelos. Cuando caí­a su fulgor taladrado, una pequeña gota iba llamando bajo la tierra hasta llenar la copa de sangre, y de la copa un rí­o hasta llegar a toda la silenciosa orilla de America, empapándola de misteriosa esencia. Canto a Cuauhtémoc. Toco su linaje de luna y su fina sonrisa de dios martirizado. Dónde estás, has perdido, antiguo hermano, tu dureza dulce? En qué te has convertido? En dónde vive tu estación de fuego? Vive en la piel de nuestra mano oscura, vive en los cenicientos cereales: cuando, despues de la nocturna sombra se desgranan las cepas de la aurora, los ojos de Cuauhtémoc abren su luz remota sobre la vida verde del follaje. Canto a Cárdenas. Yo estuve; yo viví­ la tormenta de Castilla. Eran los días ciegos de las vidas. Altos dolores como ramas crueles herí­an a nuestra madre acongojada. Era el abandonado luto, los muros del silencio cuando se traicionaba, se asaltaba y hería a esa patria del alba y del laurel. Entonces sólo la estrella roja de Rusia y la mirada de Cárdenas brillaron en la noche del hombre. General, Presidente de América, te dejo en este canto algo del resplandor que recogí­ en España. México, has abierto las puertas y las manos al errante, al herido, al desterrado, al héroe. Siento que esto no pueda decirse en otra forma y quiero que se peguen mis palabras otra vez como besos en tus muros. De par en par abriste tu puerta combatiente y se llenó de extraños hijos tu cabellera y tú tocaste con tus duras manos las mejillas del hijo que te parió con lágrimas la tormenta del mundo. Aquí­ termino, México, aquí­ te dejo esta caligrafía sobre las sienes para que la edad vaya borrando este nuevo discurso de quien te amó por libre y por profundo. Adiós te digo, pero no me voy. Me voy, pero no puedo decirte adiós. Porque en mi vida, México, vives como una pequeña Águila equivocada que circula en mis venas, y sólo al fin la muerte le doblará las alas sobre mi corazón de soldado dormido.
Posted on: Sun, 07 Jul 2013 12:37:12 +0000

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