¡Qué animales! Liuba Kogan Jefa del Departamento de Ciencias - TopicsExpress



          

¡Qué animales! Liuba Kogan Jefa del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Pacífico Desde hace unas décadas hemos cambiado nuestra relación con la naturaleza: antes creíamos que estaba a nuestra disposición para servirnos de ella sin límites, hoy abundan los discursos sobre la problemática de la sostenibilidad medio ambiental. Muchos afirman que las personas desarrollamos nuevas sensibilidades que nos hacen más humanos. Sin embargo, nuestro vínculo con los animales parece haber cambiado muy poco. Todavía nos parece natural encerrarlos en zoológicos, utilizarlos para desarrollar pruebas de laboratorio o criarlos de modo industrial para el consumo humano. Lejos queda el tiempo en que los animales formaban parte de la vida cotidiana y económica de las personas, tenían nombre propio y se sostenían vínculos de afecto con ellos. Ese privilegio lo tienen hoy escasas especies de animales que son consideradas mascotas: perros, gatos o aves. Curiosamente las mascotas cada vez son más humanizadas. Ya no nos sorprende ver a perros vestidos como humanos, obligados a comer con cuchara, sometidos a sesiones de psicoanálisis o asistiendo a un spa. Se trata del privilegio de una minoría o a veces de la tortura sofisticada a las que los someten humanos extraviados: no puedo olvidar el caso de los perros tamaño juguete que acompañan a miembros de la socialité en sus bolsos o carteras, convertidos de esa forma en gadgets o adornos. Los sentimientos que nos unen a los animales parecen ser bastante contradictorios. Por un lado, nos enternecen de modo edulcorado las imágenes de animales jóvenes. Pero, por otra parte, nos insensibilizamos frente a su dolor bajo la idea de que nos es necesaria la producción industrial de carne para consumo humano (aunque, eso sí,, buscamos evitar toda posibilidad de hacer evidente el tratamiento descarnado y violento del que son sujetos: no vemos imágenes de mataderos de reses, ni galpones abarrotados de aves que mantienen la luz encendida las 24 horas al día para cambiar el metabolismo de los animales con el fin de conseguir mayor productividad, ni nos preocupa competir por la leche de mamíferos que desatienden a sus crías). En ese sentido, podríamos aventurar que ya existe un género nuevo en las redes sociales que consiste en imágenes de animales realizando proezas como correr olas, obedecer órdenes complejas o resolver ciertos problemas; instantáneas en las que vemos a diversas especies, aparentemente incompatibles, compartir aventuras o jugar juntas; o imágenes de cachorritos con pelotas o juguetes. En ese espíritu contradictorio entre la insensibilidad frente al trato animal y el enternecimiento que nos causan las pequeñas crías, nos topamos con la matanza de 15,000 delfines al año en el norte de nuestro país y la despiadada violencia contra caballos de la policía. Grupos de animalistas se han organizado para mostrarnos que nos falta todavía mucho como sociedad, que es necesario mirar el dolor que les causamos a los animales y que ya no son válidas las justificaciones ingenuas que nos llevaban a mirarnos como una especie superior. Sobre nuestra relación con los animales nos falta debatir, comprender y cambiar. Por lo pronto dos excelentes documentales nos pueden sacudir de nuestros asientos: The Cove (sobre la matanza de delfines) y Earthlings (sobre el tratamiento industrial de los animales).
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 02:21:38 +0000

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