Qué maravilloso, y no menos agradable, por el clima, me resultó - TopicsExpress



          

Qué maravilloso, y no menos agradable, por el clima, me resultó este sábado. Adentrarme conjuntamente con dos nietos, en la primera novela de la América Hispana, El periquillo sarniento (1816), del mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776–1827). La primera lectura para ellos y también, mi primera relectura. Recorrimos un largo trecho, y de él transcribo los dos párrafos, los que más les impactaron, sobre todo para que los pongan en práctica: “Así que, cuando tengáis hijos, cuidad no sólo de instruirlos con buenos consejos, sino de animarlos con buenos ejemplos. Los niños son los monos de los viejos; pero unos monos muy vivos: cuanto ven hacer a sus mayores, lo imitan al momento, y por desgracia imitan mejor y más pronto lo malo que lo bueno. Si el niño os ve rezar, él también rezará; pero las más veces con tedio y durmiéndose. No así si os oye hablar palabras torpes e injuriosas; si os advierte iracundos, vengativos, lascivos, ebrios o jugadores; porque esto lo aprenderá vivamente, advertirá en ello cierta complacencia, y el deseo de satisfacer enteramente sus pasiones, lo hará imitar con la mayor prolijidad vuestros desarreglos; y entonces vosotros no tendréis cara para reprenderlos; pues ellos os podrán decir: esto nos habéis enseñado, vosotros habéis sido nuestros maestros, y nada hacemos que no hayamos aprendido de vosotros mismos. Los cangrejos son unos animalitos que andan de lado; pues como advirtiesen esta deformidad algunos cangrejos civilizados, trataron de que se corrigiera este defecto; pero un cangrejo machucho dijo: señores, es una torpeza pretender que en nosotros se corrija un vicio que ha crecido con la edad. Lo seguro es instruir a nuestra juventud en el modo de andar derechos, para que enmendando ellos este despilfarro, enseñen después a sus hijos y se logre desterrar para siempre de nuestra posteridad este maldito modo de andar. Todos los cangrejos nemine discrepante celebraron el arbitrio. Encargose su ejecución a los cangrejos padres, y éstos con muy buenas razones persuadían a sus hijos a andar derechos; pero los cangrejitos decían, ¿a ver cómo, padres? Aquí era ello. Se ponían a andar los cangrejos y andaban de lado, contra todos los preceptos que les acababan de dar con la boca. Los cangrejillos, como que es natural, hacían lo que veían y no lo que oían, y de este modo se quedaron andando como siempre. Ésta es una fábula respecto a los cangrejos; más respecto a los hombres es una verdad evidente; porque como dice Séneca, se hace largo y difícil el camino que conduce a la virtud por los preceptos; breve y eficaz por el ejemplo”.
Posted on: Sun, 29 Sep 2013 02:11:36 +0000

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