RANMA Capítulo 2: Un trato Después de una semana quedó - TopicsExpress



          

RANMA Capítulo 2: Un trato Después de una semana quedó demostrado que Ranma y Akane eran incapaces de dormir separados si compartían la misma cama. Todas las mañanas habían amanecido en contacto de una manera u otra, casi siempre con Akane reposando dulcemente sobre el pecho y el hombro de Ranma. El muchacho se había acostumbrado a que el pelo de la chica fuera siempre lo primero que se encontraba al despertar, e incluso empezaba a sospechar que lo iba e echar de menos si ahora se lo quitaban. Aquello les causó embarazo los primeros días. Pero poco después, sin que se dieran cuenta, se convirtió en algo cotidiano. Todos los días asistían a sus clases por la mañana. Ambos coincidían en la mayoría de las asignaturas. En primero no tenían clases prácticas aún, de modo que por la tarde tenían mucho tiempo libre para realizar sus obligaciones diarias y luego dedicar varias horas a practicar artes marciales en el club de la Universidad. Se alegraron mucho cuando descubrieron que existía uno. No era muy numeroso y sus instalaciones no eran muy amplias, pero disponían de una sala perfectamente acondicionada y los dos encajaron en seguida con sus compañeros, que desde el primer día pudieron comprobar que ni el chico de la trenza y ropa china, ni la chica tan mona que lo acompañaba, eran cualquier cosa, que eran probablemente los mejores artistas marciales que habían pasado por allí. Era curioso porque el capitán del club les recordaba bastante a Kuno. Se le parecía mucho físicamente, pero era mucho menos engreído y más comprensivo. Era alumno de último curso. Entre los demás miembros tenían a un compañero de clase. Akane era la única chica. De común acuerdo, ambos habían decidido no revelar a sus compañeros su peculiar matrimonio, de modo que nadie sabía muy bien cuál era su relación. -¿Qué haremos cuando averigüen que vivimos juntos y nos pregunten?- Akane se sentía curiosa por cuál sería la reacción de Ranma ante esta situación. -Entonces será el momento de decírselo pero no antes-. Vio la expresión en la cara de Akane y al darse cuenta de que algo en su respuesta no iba bien intentó rectificar. -Si te parece bien. Ella lo sopesó un instante y respondió afirmativamente. Como todo lo que rodeaba a la familia Tendo, y más desde que se les unieron los Saotome, la unión de la joven pareja no había ocurrido de forma normal. Una tarde a comienzos del último curso del instituto, sus padres les habían llamado al salón de la casa. Cuando entraron en la habitación, los vieron sentados de forma muy solemne a la mesita donde normalmente comían. El señor Tendo presidiendo en su lugar habitual, a su izquierda los señores Saotome, en el lateral opuesto a donde se sentaban siempre Ranma y Akane. Les pidieron que también tomaran asiento y los chicos ocuparon sus sitios, de modo que quedaban enfrentados como si de un tribunal se tratara. La expresión seria de los rostros de sus progenitores no ayudaba mucho a relajarse en aquel escenario. Un cuervo graznó a lo lejos en el barrio. -Hijos míos. -comenzó hablando Soun Tendo.- Hemos estado hablando los tres y hemos llegado a una conclusión. -¡Ya estamos otra vez con lo mismo, Papá! No hace mucho que lo intentasteis y fue un desastre. -Somos aún muy jóvenes para casarnos. ¡Cómo podéis pedirnos que decidamos ya nuestra vida así! -Pero vosotros queréis heredar el dojo¿no es cierto? Los muchachos se miraron indecisos. Nunca se habían planteado en serio su futuro y mucho menos lo habían hablado entre ellos. Por eso respondieron con tímidos sí,... bueno... y no es que no quiera... verás... hablando los dos a la vez, de manera que no se entendió muy bien lo que murmuraban. -Pero para que eso ocurra y que la escuela vuelva a estar unida, como siempre debió ser, tendréis que seguir adelante con el compromiso. -Ya sabía yo que ibas a salir por ahí,- saltó Akane airada.- Pero ¿cómo voy a comprometerme tan pronto? Por ejemplo¿qué ocurrirá si después de casarnos aparece el chico o a la chica de nuestros sueños?, no habremos podido elegir y seremos infelices para toda la vida. ¿Es eso lo que quieres para mí, papá? -Claro que no, hijita, tienes que comprenderme. -Es por eso por lo que hemos pensado lo siguiente: daros una tregua.-Nodoka Saotome intervino al ver flaquear al señor Tendo. -¿Una tregua? -Sí. Un tiempo en el que prometemos no presionaros ni insistir en la boda. Durante un año tendréis tiempo para salir con otros chicos y dar una oportunidad así a vuestros respectivos pretendientes. Pero si durante ese año no habéis encontrado a nadie mejor seguiremos con el compromiso y os casaréis antes de ir a la universidad. En ese momento los ojos de Akane se abrieron como platos y su rostro se encendió. -¿De verdad¿Podré ir a la universidad? -Sí, Akane-, su padre esbozó una sonrisa, sabiendo cuánto deseaba su hija menor estudiar una carrera,- He estado ahorrando estos últimos años para que una de vosotras pudiera entrar a la universidad, y viendo que Nabiki se está costeando ella misma sus estudios, Dios la bendiga, y que entre Kasumi y tú, tú eres la que ha expresado su deseo de continuar estudiando... En ese momento un tumulto de emociones se arremolinó en el corazón de la muchacha. Uno de los pasos que quería para su vida se encontraba por fin a su alcance. Se convertiría en una buena maestra y sacaría el dojo de su familia adelante. Estaba segura de que su madre estaría muy orgullosa de ella, allá donde se encontrara. Por otro lado, no sabia cómo enfrentarse a la exigencia que se le hacía a cambio. No le parecía un precio alto a pagar, sabía que tarde o temprano tendrían que casarse, sólo esperaba que cuando lo hicieran no fuera por obligación sino porque ambos lo hubieran decidido. Y Ranma¿qué pensaba él de todo esto? Había permanecido en silencio los últimos minutos. Lo miró de soslayo, se sentaba inmóvil a su lado, mirando al frente y parecía haber entrado en una especie de trance. Los sorprendió a todos cuando dijo: -Esto... esto es chantaje. El primero en reaccionar fue Genma, que le propinó un golpe en lo alto de la cabeza con el puño. -¡No seas insolente¿A qué viene eso ahora? Lleváis más de un año comprometidos. No es de extrañar que os pidamos que pongáis un poco de vuestra parte. -¡Pero de qué vas, viejo! -Se encaró Ranma-. ¡A mí me da igual ir a la universidad, pero para Akane es algo muy importante y le estáis diciendo que no irá si no se casa conmigo! -Ranma...- Akane estaba sorprendida. -Jovencito, tú tampoco te harás cargo del dojo si no estudias, de modo que esto te concierne tanto a ti como a Akane. -Mamá... -No se hable más, tenéis un año de plazo, creo que es una oferta más que generosa.- La señora Saotome era por lo general una mujer bondadosa y amable, pero su marido y su hijo sabían cuándo había que tenerle miedo y cerrar la boca, y éste era uno de esos momentos. -Pero...- Akane se sintió de pronto mareada, terriblemente confundida.- ¿Podemos pensárnoslo un poco? Les dieron un día para decidir si aceptaban el trato o no. -Sabía que tarde o temprano sucedería algo así- continuó cuando estuvieron solos ella y Ranma. -Pero, escucha, sigo pensando que no es justo que nos lo impongan así, a costa de algo que es tan importante para ti. -Gracias. Su prometida le regaló una sonrisa que le causó una punzada en el corazón, porque a través de la dulzura de sus labios, se atisbaba una pizca de melancolía en sus ojos. El chico comprendió lo fuerte que estaba siendo ella una vez más, el coraje con el que luchaba por lo que quería, y se sintió más orgulloso de ella que nunca. Estaba incluso dispuesta a cumplir con su obligación de hija fiel y casarse con él, Ranma estaba tan confundido como ella. -De acuerdo-, dijo él-. Un año. La muchacha asintió con calma y le tomó de la mano. Él no la rechazó y se quedaron así un largo rato, mirando el hermoso cielo cuajado de estrellas en aquella despejada noche. · El apartamento no era nuevo, y aunque se encontraba en buenas condiciones, por las noches todavía refrescaba y eso se notaba también dentro entre sus paredes. -Teníamos que haber traído un radiador-. Comentó Akane desde debajo de un ato de mantas. -Pero mira que eres exagerada. Las mujeres sois tan frioleras y débiles. Aquello le costó una ducha improvisada, gentileza del vaso de agua que Akane tenía enfrente sobre la mesita de café. -¿Qué me dices ahora¿Te sientes un poco más comprensivo? -¡Eso no ha tenido gracia!-, respondió su voz aguda. -Si pillo una pulmonía será sólo responsabilidad tuya. La chica pelirroja se levantó echando humo mientras Akane sonreía maliciosamente. De vez en cuando era muy gratificante tomarse alguna pequeña venganza que otra. Ranma abrió con violencia el grifo del agua caliente de la ducha mientras soltaba palabrotas. -¡¿Cómo se atreve a aprovecharse así de mi maldición¡Debería mojarla yo también a ver si le parece tan divertido! Se metió debajo del chorro de agua y notó cómo se operaba el cambio. Cuando éste era voluntario, como ahora, si se concentraba podía percibir cómo se estiraban y encogían algunos músculos, pero nunca era doloroso y era tan instantáneo que apenas había empezado la sensación cuando ya desaparecía, como si nunca hubiera estado ahí. Con una toalla atada a la cintura, salió del baño para buscar algo de ropa seca que ponerse y casi se topó de bruces con Akane, que había apagado la televisión y, al parecer, se disponía a prepararse para irse a la cama. Efectivamente, después de un breve intercambio de gruñidos y una risita burlona, la chica se dirigió a su parte del armario, sacó el pijama y se puso a rebuscar entre su ropa, descartando algunos modelitos y evaluando otros para luego devolverlos de nuevo a sus perchas hasta que encontró uno que la satisfizo y lo depositó con cuidado en una silla. Sin darse cuenta, Ranma había estado contemplando todo el ritual mientras se deshacía la trenza e intentaba secarse mejor el pelo. Akane se dio la vuelta y al verlo de repente con el pelo suelto, mojado y cubierto con sólo una pequeña toalla, sufrió un sobresalto que, increíblemente, al vanidoso Ranma le pasó desapercibido. A la chica se le escapó de las manos una bola de calcetines que rodó hasta los pies de la cama y que la obligó a volver al mundo real y agacharse para ir a por ellos. Cuando se incorporó y emergió de detrás de la cama, fue recibida no por una nueva visión de su joven esposo sino por una lluvia fina de gotitas de agua que la rociaron de la cabeza a los pies, seguida de una espesa mata de pelo oscuro que le empapó la cara y su propio cabello. -¡Aaah! -gritó desesperada-. ¡Pero qué haces! -Ja, ja, ja, no te gusta que te pague con la misma moneda¿verdad?- Ranma la sujetó por los bazos para evitar que se le escapara. Con el ímpetu del forcejeo ambos cayeron sobre la cama, él seguía sujetándola fuerte, inmovilizándola. Akane estaba empezando a sentir un pánico que nada tenía que ver con el miedo que pudiera inspirarle el chico. Él no podía verla porque continuaba hostigándola con su cabellera húmeda, lo cual era bastante molesto. Finalmente la muchacha consiguió hacerse oír por encima de las carcajadas y los gritos triunfales de Ranma: -¡Basta¡Es suficiente! -él se detuvo-. Ya estamos en paz¿no te parece? Ranma se separó para mirarla. El pelo enmarañado le caía sobre la frente y a ambos lados de la cara, estaba ligeramente ondulado por la humedad. Tenía las mejillas ligeramente encendidas por el calor de la ducha y por el esfuerzo de la trifulca. Akane apoyaba las manos en sus brazos en un intento por quitárselo de encima y ahora podía sentir sus músculos flexionarse bajo sus palmas. En los casi tres años que se conocían su cuerpo se había hecho visiblemente más fuerte, su espalda y sus hombros eran más anchos, su mandíbula se había vuelto más cuadrada y ahora tenía que afeitarse cada semana si no quería que una multitud de pelitos le poblara el mentón. Si alguna vez su madre había albergado dudas sobre su masculinidad, ahora mismo ya no le quedaría ninguna. Era todo un hombre, y estaba arrebatador. Él pareció darse cuenta de repente de su precaria posición y se levantó de la cama inmediatamente. A la muchacha le pareció oír que murmuraba sí, ya estamos en paz, y se volvía hacia el armario a buscar su propia ropa. Un poco colorada, ella cogió su pijama y se metió en el cuarto de baño para cambiarse allí, como cada noche. Ranma hacía lo mismo fuera. Se acostó sin hacer los estiramientos de costumbre porque no se acordó. Se acostó con el pelo mojado porque no quería estar esperando a que Akane terminara de usar el baño, se puso de pijama una camiseta blanca de manga larga que hacía tiempo, que no usaba, junto con unos pantalones de deporte viejos. Estaba tumbado con los brazos cruzados bajo la cabeza cuando Akane emergió del baño y se metió corriendo también bajo la manta, tapada hasta las orejas. Él la miró por el rabillo del ojo y una sonrisa que decía no tienes remedio cruzó su rostro un momento. -Me gustaba tu pijama de estrellas-. Comentó ella reparando en su atuendo. -Hace mucho tiempo que no me lo pongo, era infantil y además se me quedó pequeño. -Pero eso que llevas no es ni un pijama. -A mí me gusta, es cómodo. -Nunca te lo había visto. -Me lo he puesto hoy por primera vez para dormir. -Ah. La chica intentaba enrollarse bien la manta alrededor del cuerpo y no se daba cuenta de que con los tirones estaba destapando a Ranma. Aunque éste al principio no dijo nada, sólo la observaba divertido. -Akane¿de verdad tienes tanto frío? Me estás dejando sin manta. -Oh, perdona. Había a veces momentos como éste, en los que Ranma parecía mayor que Akane. En esas ocasiones, él se sentía sobreprotector con ella, que se comportaba como una niña confiada y tranquila en su presencia. Y eso lo hacía sentir bien, pensar que ella podía necesitarlo, que él podía infundirle seguridad. Lo hacía sentir que él podía cuidar de ella, protegerla, que quizás, algún día, fuera capaz de hacerla feliz. -Entonces¿me prometes que esta semana vas a empezar a entrenarme?-. Akane cogió un mechón de la espesa cabellera del chico, y se lo enrollaba distraídamente en el dedo mientras intentaba poner carita de niña buena para convencerlo de que le concediera lo que le pedía. Sin embargo, lo que Ranma veía era una chica que, con actitud coqueta, le hacía pucheros mientras, acostada junto a él, jugueteaba con su pelo. Miró sus dedos traviesos luego la miró a ella, y finalmente decidió que era más seguro mirar al techo, liso, blanco y aburrido, que no tenía unos ojos grandes y preciosos y unos labios que prometían ser de la suavidad de los pétalos de rosa. -Vaaale-, dijo al fin vencido. -¡Bien!- exclamó Akane victoriosa, tan contenta por poder entrenar en serio con Ranma como por haber sido capaz de engatusarle con su treta. Continuara....
Posted on: Tue, 12 Nov 2013 16:46:55 +0000

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to all new and old teachers (im not referring to your ages) i
Silence in the face of evil is itself evil. God will not hold us

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