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.RIP. La historia de una joven maníaca-depresiva contada por su padre La aparición de la manía es repentina y explosiva. Sally, llevaba ya varias semanas comportándose de manera extraña, dice Greenberg, su padre. Estaba exaltada y desbordante de energía. Devoraba libros de Shakespeare hasta tempranas horas de la madrugada los cuales atiborraba de anotaciones, flechas, comentarios que ya no dejaban ver el texto original. Su conducta no parecía tener nada de patológico. Siempre tuvo problemas de aprendizaje desde pequeña, ahora, entrando ya en esa etapa de la vida en que uno necesita comprenderlo todo estaba volcada de frente hacia sus intereses intelectuales. Tenía un tiempo escribiendo poemas oscuros y densos a lo Sylvia Plath. Nada extraño, pensó, para una joven brillante de 15 años. Un día cualquiera de julio no se sabe cómo ni porqué Sally entró en crisis. Se abalanzó sobre peatones en la calle zarandeandolos y demandando su atención. Confiando en sus supuestos “poderes” se lanzó en plena autopista a detener el tráfico. Ese día su padre se preocupó. Robert Lowel describió algo muy similar en un ataque de “entusiasmo patológico” que sufrió: La noche antes de que me encerraran corrí por las calles de Bloomington Indiana… Creía que podía detener los carros y paralizar sus fuerzas simplemente con pararme en la mitad de la autopista con mis brazos extendidos. Estas exaltaciones intempestivas y peligrosas son comunes al comienzo de un ataque de manía. El ímpetu y fogosidad de Sally tomó posesión de su vida. Defendía el derecho de todos a expresarnos creativamente y criticaba la sociedad que trata de evitar que sigamos nuestros impulsos. Todo para Sally tomaba rasgos exaltados: las flores que veía en la calle, las portadas de las revistas, los edificios , los carros. Su percepción de las cosas se llenó de intensidad y nitidez, más allá de lo que ella podía imaginarse. Era la nitidez del “tiempo presente”, decía. Una energía que crecía a través del centro del ser. Ella podía ver la vida interior de las cosas, su brillo detallado, el genio que hace que las cosas sean lo que son. Lo que más percibía era la miseria en las caras de la gente al pasar. Trataba de explicarles su punto de vista acerca de lo que sucedía pero ellos no prestaban atención. Para ella a la gente, así como a ella, se les había robado de su energía y creatividad. La causa del sufrimiento humano es el esfuerzo que se requiere para mantener ese entusiasmo e intensidad a flote. Ella había sido designada la elegida para curar a la gente de ese sufrimiento. Así describe su padre su manera de hablar: Estamos pasmados, menos por lo que dice que por la manera en que lo dice. Tan pronto como un pensamiento es expresado surge otro que lo suplanta a éste produciendo un montón de palabras sin continuidad alguna, cada oración cancela a la anterior antes de que tenga oportunidad de emerger. Nuestros pulsos se aceleran tratamos de absorber el volumen de energía que sale de su pequeño cuerpo. Ella hace movimientos en el aire, echa para afuera su mandíbula… su necesidad de comunicar es tan poderosa que la atormenta. Cada palabra es como una toxina que debe eliminar de su cuerpo. Mientras más habla mas incoherente es y mientras mas incoherente más urgente es su necesidad de hacernos entender. Me siento impotente observándola y al mismo tiempo estoy impresionado por su arrojo. Uno puede llamarlo manía, locura o psicosis – un desbalance químico en el cerebro – pero se presenta a sí mismo como una energía de un tipo particular. Greenberg la asemeja a “estar en la presencia de una fuerza extraña de la naturaleza, como una recia tormenta o inundación: destructiva pero al mismo tiempo asombrosa, esta energía puede parecerse a la de la creatividad o la inspiración o el genio – esto es lo que Sally siente que corre a través de ella – no una enfermedad sino la apoteosis de la salud, la emergencia de un “self” profundo y reprimido. La manía, sostiene Sacks, es una condición biológica que se siente como una condición psicológica, como un estado mental. Se parece a los efectos de ciertas intoxicaciones. Yo observé esto dramáticamente con algunos de mis pacientes de Despertares cuando comenzaron a tomar L-dopa, una droga que en el cerebro se convierte en el neurotransmisor “dopamina”. A Leonard, un paciente, esta droga le exacerbó sus síntomas: “Con L-dopa en mi sangre, escribió, no hay nada en el mundo que no pueda hacer si así lo deseo.” El lo llamaba la droga de la “resurrección”. Comenzó a percibirse a sí mismo como un Mesías, decía que el mundo estaba infectado por el pecado y que él era el elegido para salvarlo. Después de 19 días sin dormir escribió una autobiografía de 50.000 palabras. “¿Es la droga que estoy tomando”, se preguntaba impacientemente, “o es sólo mi nuevo estado mental?” Si existen dudas en la mente de un paciente acerca de lo que es “físico” y lo que es “mental” puede haber todavía mas dudas acerca de lo que es o no es un “self”, como sucedió con mi paciente Frances D. A medida que el efecto de L-dopa aumentaba se apoderaron de ella sensaciones e imágenes extrañas que no podía negar formaban parte de su “verdadero self” . Estas sensaciones e imágenes, se preguntaba, ¿acaso correspondían a aspectos profundos suprimidos de ella misma? Pero estos pacientes, a diferencia de Sally, sabían que estos podían ser los efectos de los medicamentos al observar efectos similares en otros pacientes. Sally en cambio no tenía ningún antecedente. Sus padres estaban tan asombrados como ella, más aún porque ellos no tenían la seguridad y la resolución que ella poseía. ¿Podría ser una droga que había estado tomando últimamente, ácido o algo peor? Y si no, ¿algo genético, o algo terrible que ellos habían hecho en una etapa crítica de su desarrollo? ¿Acaso era una condición latente en ella desencadenada por un hecho particular? Exámenes físicos y de sangre descartaron cualquier problema en la tiroides, intoxicantes o tumores. Su psicosis, aguda y peligrosa, (todas las psicosis son potencialmente peligrosas, por lo menos para el paciente) era “simplemente” manía. Uno puede desarrollar una manía o depresión sin convertirse en psicótico: sufrir ideas delirantes o alucinaciones, perder de vista la realidad. Para Sally sin embargo algo pasó aquél día, algo surgió de repente. De repente se convirtió en otra persona, se veía diferente y sonaba diferente. “De repente cada punto de conexión entre nosotros y ella había desaparecido”, afirma su padre. Comenzó a llamarlo “padre” en lugar de “papá” como hacía antes y hablaba de una manera rara como si estuviese repitiendo un guión aprendido, sus ojos cálidos y color almendra se convirtieron en oscuros y vidriosos. Era como si alguien la hubiese secuestrado y en su lugar un demonio se hubiese apropiado de su cuerpo. Una posesión! Sally yo nos convertimos en extraños, ya no teníamos ningún lenguaje en común. Al principio los padres de Sally querían creer que ese estado de excitación y entusiasmo era algo positivo, no una enfermedad, el descubrimiento de sus capacidades creativas e intelectuales pero, ¿cómo diferenciar la “locura divina” de Platón de puras tonterías y un hablar incoherente? ¿Cómo distinguir entre el entusiasmo y la demencia? ¿Entre el profeta y el enfermo? Se hizo claro luego que Sally era en efecto psicótica y estaba fuera de control. Sus padres la llevaron a un hospital psiquiátrico en donde fue recluida y sometida a fuertes tranquilizantes. Su enfermedad fue tratada básicamente como una condición médica, un desbalance de la química del cerebro. Sally, desafortunadamente, no respondió al litio, la droga de preferencia para estos casos y sus doctores tuvieron que tratarla con tranquilizantes aún más potentes. Ver a su hija como una zombie fue para su padre casi tan duro como verla en pleno episodio de manía. Después de 24 días Sally fue dada de alta del hospital. Siguió siendo tratada con tranquilizantes además de terapia, la cual le ha servido de gran ayuda. Puede considerarse que ha vuelto a la “normalidad” a pesar de que las crisis maníacas-depresivas no se curan, son cíclicas y pueden retornar, como de hecho ocurrió con Sally 4 años más tarde cuando estaba en la universidad y 6 años después cuando su medicación fue descontinuada. El tratamiento sin embargo sigue siendo la medicación adecuada, el estar alerta a los síntomas tempranos de una nueva crisis y la psicoterapia. Como afirma Sacks Hurry Down Sunshine será reconocido en el futuro como un clásico de la literatura sobre la manía junto con las memorias de Kay Redfield Jamison Una mente inquieta: Testimonios personales sobre afectos y locuras (puede ver aquí a Kay Redfield hablando sobre su enfermedad). Sin embargo lo que tiene de particular el libro de Greenberg como sostiene Sacks es que se trata de la perspectiva de un padre que ha llegado a comprender de manera conmovedora y perspicaz las ideas y sentimientos de su hija, exhibiendo además una habilidad particular para describir en imágenes y metáforas sus estados mentales. Hurry Down Sunshine ofrece una especie de guía para aquellos que tienen que lidiar con las regiones oscuras del alma, una guía también para las familias y amigos, para todos aquellos que aspiran comprender lo que sus seres queridos están viviendo. Este libro es también una oportunidad para hacernos ver el estrecho margen de “normalidad” que todos habitamos entre el abismo de la manía y la depresión acechándonos de cada lado.
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 05:41:47 +0000

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