Reflexiones sobre el Frente Amplio Edgar Cadima G.* El - TopicsExpress



          

Reflexiones sobre el Frente Amplio Edgar Cadima G.* El lanzamiento de un Frente Amplio, realizado en pasados días por diversas personalidades políticas del país, merece algunas reflexiones que buscan aportar a un debate muchas veces ausente en este tipo de temas. La desestructuración del sistema de partidos políticos durante la anterior década ha generado un vacío de corrientes de opinión y acción políticas sólidas y los pocos partidos existentes han sobrevivido respondiendo a las exigencias de la coyuntura circunstancial dejando de lado, gran parte de las veces, las exigencias de una referencia ideológica que permita visiones de mediano y largo plazo. En este contexto, todo proyecto unitario, como la conformación de un Frente Amplio, entendido como “una institución para la democracia” que busca construir, colectivamente, sus bases políticas y orgánicas, es saludable ya que permite reconstruir esa institucionalidad de partidos y, en el marco de la democracia, es positivo que las corrientes políticas de izquierda y/o de derecha busquen sus aglutinamientos que les permita desarrollar sus actividades con mejores perspectivas; mucho más cuando este tipo de instrumentos se conciben como proyectos de largo plazo en el que la participación en las próximas elecciones será una batalla más de las muchas que podrán desarrollar. A pesar de ese marco positivo, parece importante reconocer que la propuesta de Frente Amplio, tal como ha sido dada a conocer, genera cierta sorpresa ya que no responde a los criterios que se estuvieron manejando en el proceso previo al mismo y que fue objeto de interesantes intercambios de puntos de vista desde hace, por lo menos, cinco meses, algunas de ellas expresadas en el documento “Avanzando hacia definiciones” que tuve la oportunidad de hacer conocer y que generó varios comentarios interesantes de muchos compañeros. Y, es que, algo salió diferente a lo inicialmente pensado (posiblemente, no se captaron todos los sobreentendidos que muchas veces son las ideas fuerza que encausan las definiciones). La idea que se alentaba era la de conformar un Frente Amplio que vaya de las regiones al país, con base en las organizaciones políticas regionales (PAIS de Sucre; Martín Uchu y Colectivo Alejo Calatayud de Cochabamba; Nuevo Poder Ciudadano de Santa Cruz; el Foro político que teníamos en La Paz, Cochabamba y varias personalidades que compartían la idea en diferentes departamentos); este Frente, así concebido para su conformación, sin la presencia inicial de partidos políticos nacionales, debía convocar a Unidad Nacional (un) y al Movimiento Sin Miedo (MSM), a una posterior alianza, sobre la base de los criterios políticos, programáticos, orgánicos y de alianzas, definidos previamente, para preservar, de esa manera, coherencia y no ser absorbidos por alguna de estas organizaciones políticas nacionales; haciendo énfasis en límites muy claros: ni “verdes” (derecha conservadora), ni “azules” (mas) ya que ambos son las dos caras de una misma moneda autoritaria y demagógica pero, además, sin pretender ningún purismo, debía evitarse la promiscuidad política, es decir, que las puertas del Frente Amplio se abran a todo tipo de oportunistas y tránsfugas de todo pelaje político. Lo pertinente era definir los criterios ideológicos, políticos y programáticos previos para, a partir de ello, generar las condiciones de alianzas con otras fuerzas políticas, organizaciones sociales y/o personalidades. El acto de lanzamiento del Frente Amplio muestra una imagen diferente de lo que se concebía. Primeramente, al inicio de todo este proceso, se pensaba que, una vez conformado el Frente Amplio, había que hacer los esfuerzos de concretar un acuerdo con el msm (mayo de este año) y, de ser posible, con Unidad Nacional, buscando siempre un frente y acuerdos lo más coincidentes con una posición programática y evitando todo tipo de “promiscuidad” política, lo que significaba cerrar puertas a expresiones políticas que puedan considerarse de la derecha restauradora o que puedan “infiltrarse”, particularmente por la vía de Unidad Nacional que ya tenía acuerdos firmados con otras organizaciones. Por otra parte, se cuestionaba a los compañeros de pais (Sucre) que ya tuvieran un acuerdo anticipado con Unidad Nacional, lo que se consideraba poco transparente y, peor aún, que ello pueda consolidarse sin el conocimiento del resto de compañeros del colectivo que veníamos construyendo todos estos años, dando a entender que no correspondía, políticamente, realizar un acuerdo unilateral, sólo con Unidad Nacional. El acto de presentación del Frente Amplio que tuvimos oportunidad de conocer, más pareció una proclamación de la candidatura de Samuel Doria Medina, apoyado por quienes conforman dicho Frente y muestra una imagen de ese líder a la cabeza del mismo, haciendo firmar un acuerdo a otras organizaciones y personas. El protagonismo otorgado a Samuel, en esa oportunidad, da a entender que la alianza es de Unidad Nacional con el resto de organizaciones y personas participantes, con el nombre disimulado de Frente Amplio y muchos podrían entender que “quien pone, manda”, imagen que deforma la intencionalidad política inicialmente pensada para el Frente Amplio. Posiblemente muchas personas piensen que ya no es tiempo de izquierdas ni de derechas; son los signos de los tiempos actuales, dicen; donde todo parece confundirse en una mezcla de criterios y posiciones, que tiene como resultado una sociedad laxa, sin referentes de valores claros, donde todo vale y conlleva, a la larga, a una anomia social; pero, a pesar de esos criterios que convencen y/o confunden a mucha gente, no podemos olvidar que deberían existir algunos parámetros que diferencien las posiciones políticas de unos y otros, más allá de sus actos. Una “bitácora” que oriente su accionar político y que la población pueda diferenciar las razones para apoyar a unos u otros. Una bitácora que permita, a la gente, discernir por criterios políticos, ideológicos y/o programáticos que se encuentren más allá de qué el líder es simpático o pesado, habla bien o tiene plata, es joven o es viejo. Nuestro país requiere de propuestas de solución a sus problemas, no vedettes o predestinados con plata. La izquierda, en este sentido, tiene el sello de sus banderas de lucha signadas por la ética, los valores morales y principios de honestidad, probidad, lealtad y consecuencia política; la lucha por la justicia social, la igualdad, la libertad, la democracia y la justicia; la defensa de los derechos humanos (individuales y colectivos), el respeto al medio ambiente; el desarrollo económico-social equilibrado y la visión de permanente cambio que permita a la sociedad vivir mejor. Son líneas gruesas que, indudablemente, deben concretarse en lineamientos programáticos. Estas banderas no son poca cosa, muchos compañeros y compañeras han dado su vida por ellos y estos son los criterios con los cuales, los partidos o Frentes que se precien de progresistas, deben rendir cuentas de sus actos Estas pautas de pensamiento, conducta y ética política, deben constituirse en la bitácora o luces que guían el accionar político que se despliega. No dudo que los compañeros del Foro político que teníamos constituido los tengan; el problema es que muchos de los que están merodeando este Frente no los tienen y su motivación no sea otra cosa que el oportunismo de lograr algunas posibilidades de protagonismo y acomodo en las próximas elecciones. Esta situación hace recuerdo a los últimos momentos del Movimiento Bolivia Libre (MBL). Recordemos que antes de las elecciones del 2002, sostenía que, políticamente, no era correcto hacer un acuerdo con el MNR (Goni) para las elecciones de ese año, ya que el riesgo era muy grande de quedar diluidos en esa corriente sin posibilidades de diferenciarse con criterio político propio y sobrevivir posteriormente. Los argumentos que se manejaron fueron algo similares a los actuales. La posibilidad de tener un senador aquí y unos cuantos diputados por allí fueron el precio que se tuvo que pagar para que el MBL pierda personalidad, pierda sus referentes político-ideológicos y termine sin pena ni gloria el 2003. Es evidente que se hace difícil explicar ante la opinión pública la transición de posiciones políticas de izquierdismo radical a posiciones que justifiquen la firmas de acuerdo con personalidades destacadas en el ámbito del conservadurismo político (cruzar los ríos de sangre es figurativo) y pensar que los principios políticos-ideológicos pueden colocarse en la congeladora mientras pasen estas condiciones. La dinámica política no permite años sabáticos ideológicos. La pérdida de referentes político-ideológicos en acuerdos de esta naturaleza puede llevar a que mucha gente, ingenuamente, se entusiasme con la posibilidad de lograr algún éxito con la consigna “todos contra Evo”, pero es más seguro esa posición servirá de apoyo a la expansión y consolidación de un proyecto político restaurador de grupos de poder económicos deseosos de recuperar, a la larga, espacios políticos controlados por ellos. Ese tipo de intentos ya se dieron con organizaciones como Podemos y Convergencia Nacional, organizados en el interés electoral inmediato y, aunque no pudieron constituirse en referentes políticos coherentes por la mescolanza de criterios y posiciones en su interior, generaron las bases para reconstruir esos sus espacios de poder y, paralelamente, vimos cómo quedó la gente “progresista” que se enroló a esos proyectos, fagocitados y sin reserva moral para decir su palabra posteriormente. Es de esperar que estas líneas sean entendidas como un aporte al debate que es importante procurar quienes nos preciamos de ser demócratas progresistas. No se trata de sostener “verdades absolutas”, sino criterios que puedan ser confrontados, en la perspectiva de seguir buscando las mejores alternativas para nuestro país.
Posted on: Tue, 22 Oct 2013 20:37:47 +0000

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