Reitero que el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, no es santo de mi devoción, precisamente. Ahora bien: la, a todas luces, desmedida tirria que hay en su contra expone hasta qué punto es capaz el bloque de clases dominantes de cobrarse cuentas cuando alguien opera alteraciones significativas sobre la escenografía del poder real. Boudou fue el ideólogo de la finalización de las AFJP, el más grande y corrupto negociado de que se tenga memoria en nuestro país. Que, además, implicó ceder a la renta privada oportunidades de negocios a partir de lo que son funciones propias del Estado. (Y, recordemos, contra la opinión temerosa al respecto de un tal Sergio Massa, quien introdujera al actual presidente interino en el kirchnerismo). Oigan: digan, entonces, que Boudou no les gusta, si quieren; de hecho, yo mismo pedí por cualquier otro antes que él cuando la presidenta CFK estaba por designar a su compañero de fórmula. Pero lo que no deben, bajo ningún concepto, decir es que Boudou es un liberal, porque ningún liberal planearía ninguna estatización de ningún tipo en ninguna circunstancia de tiempo ni de espacio. Es un sinsentido, gente; piensen, siquiera una vez en la vida. Tanto como decir helado caliente. Por otro lado, culpar a alguien de haber militado en un partido porque, en realidad, perteneció a la versión universitaria de ese espacio (Boudou no estuvo en la UCeDe, sino en UPAU), y durante la adolescencia... en fin: incalificable. Como usualmente ocurre en nuestro país, la derecha --que le pega al vicepresidente por no tener un poder que nadie votó darle-- y la izquierda --que lo acusa falsamente de haber pertenecido a las tropas de Álvaro Alsogaray-- quedan juntitos. ¡Divinos: sonrían para la foto! El espacio que queda por entremedio de los pliegues de esas coincidencias increíbles es lo que usualmente se conoce como peronismo.
Posted on: Wed, 09 Oct 2013 02:07:51 +0000
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