Releyendo al amor y a Pablo Neruda... Te amo, como si - TopicsExpress



          

Releyendo al amor y a Pablo Neruda... Te amo, como si fueras rosa de sal topacio o flechas de claveles que propagan el fuego, te amo, como se aman ciertas cosas, secretamente, entre la sombra y el alma. Te amo, como la planta que no florece y lleva dentro de si, escondida, la luz de aquellas flores, y gracias a tu amor, vive oscuro en mi cuerpo y en mi alma, tu apretado aroma, aromas a jazmines y azahar, aromas que ascendieron de lo profundo de la Tierra. Y olía tu cabello, y olía tu piel, pero no eran aromas lo que exhalaba, tu cuerpo corporal, allí no estaban, y me preguntaba, todos los días, todos los días en que estaba contigo, me preguntaba, ¿de donde los olía? sino, de tu alma celestial, pues tu alma estaba ya, ¡tan pegada a la mía!... Te amo, sin saber como, ni cuando, ni de donde, te amo, con humildad y sin orgullo. Así te amo, porque no se, amar de otra manera, sino así, de este modo, en que no soy, ni eres, tan cerca, que tu mano sobre mi pecho, es mi mano, tan cerca, que se cierran tus ojos con mi sueño... Oh, que todo tu amor propague en mí su boca, que yo no sufra un momento más, sin la floreciente primavera, yo no vendí sino mis manos y mi corazón, al dolor lacerante y agudo, y ahora, bienamada, déjame con tus besos, cubre la luz con tu aroma celestial, y en cuanto a mí no olvides que, si despierto y lloro, es porque en sueños, solo soy un niño perdido, que busca entre las hojas de la noche, tus manos, el contacto del trigo que tú me das, un rapto centelleante de sombras y energías... Oh, bienamada, y nada más que mi sombra, por donde me acompañes en tus sueños, y me digas la hora de la luz... Cuantas veces, amor, te ame sin verte y sin recuerdo, sin reconocer tu mirada, sin mirarte, pero tal vez te vi, te ame sin que yo lo supiera, y busque tu memoria y en las casas vacías, entre con mi lámpara en ellas a buscar tu retrato, pero yo ya sabia, como eras... Y de pronto, mientras que ibas conmigo, te toque ¡y se detuvo mi vida para siempre! ¡frente a mis ojos estabas! Y del amor las suaves manos puras dieron paz a mis ojos y sol a mis sentidos, y llevaron a mi alma, aromas celestiales a jazmines y azahar... Oh amor, como de pronto, de todas las abundantes y dolorosas desgarraduras de la vida, hiciste la dulce firmeza, y hoy frente al mundo, somos como una sola vida, más aun, somos como una sola alma... Así fue, así es, y así será, ¿hasta cuando?, salvaje y dulce amor, el tiempo nos señale, la flor final del día, y sin ti, sin mí, sin luz, ya no seremos, ya no seremos más. Y entonces, más allá de la tierra y de las sombras nuestro amor seguirá vivo, seguirá vivo en nuestras almas, unidas para siempre en la luz divina... Antes de amarte, amor, nada era mío, nada contaba ni tenia nombre, todo estaba vacío, muerto y mudo, caído, abandonado y decaído, todo me era ajeno, todo era de los otros y de nadie, hasta que tu belleza exquisita lleno el otoño y abrigo el frío invierno... Y tú, antes de amarme, por no tener, no habías, ni aun, sido nombrada, no tenías ni nombre, no te reconoció, ni tu padre, ¡que te dejó sin su ilustre apellido! Y abandonada fuiste, a tu propia suerte, a tu propia muerte, la peor de todas, ¡la muerte del logos y del nombre! Pero yo te vi yo te mire yo te nombre y te puse nombre ¡Mi Musa! Y así del destierro, allí en las altas y lejanas, montañas de los Andes, del destierro en los Valles Calchaquíes, mi humilde coyita, al mundo nuevamente, fuiste traída, sustraída de la muerte y volviste a la vida, y en tu pastoril caminar mujer te hiciste. ¡Y aunque te habían arrancado el nombre y el apellido, del lujo, el poder y el dinero! Sin embargo, mi humilde coyita, no pudieron arrancarte, lo más preciado de tu ser ¡Exquisita mujer!: ¡Tu alma! ¡Alma mía! Que vagaba por lo profundos y verdes valles, en pos de las llamas, y tras las dulces tonadas de la solitaria quena, del situ y del erkencho, melodías y lamentos, y ecos perdidos de solitarios antepasados y ancestros, que en la soledad, profunda de la Puna, dieron dulce, pacífica y bondadosa forma, a tu alma, y tu ser de abandonado, encontrado fue por el silencio, que fue el único nombre que tuviste... Oh corazón, Oh mía, desde todo el silencio, tu claridad se apaga, se viste, se deshoja, y otra vez, vuelve a ser una mano desnuda, y el dolor: ¡nos detuvo con su lección de llanto! Pero en nosotros ¡nunca se calcino el otoño! Y germinaba y crecía el amor con los derechos del rocío. Eres un caballito de greda negra, un beso de barro oscuro, amor, amapola de greda, paloma del crepúsculo que voló. Por eso te escogí, compañera, y nadie más que tú recogerá mi corazón perdido, y yo sentí contigo el aroma de los bosques errantes, halle en ti la miel oscura y toque en tus caderas los pétalos que nacieron contigo, y construyeron mi alma, yo a tu lado vivo con la tierra. Amor, ahora nos vamos a casa, donde la enredadera antes que llegues tú llegó a tu dormitorio, en el verano desnudo con pies de madreselva. Nuestros besos errantes, recorrieron el mundo, y ahora bienamada, por el mar volvemos como dos aves ciegas, al nido de la lejana primavera, porque el amor no puede volar sin detenerse, al mar van nuestras vidas, a nuestro territorio regresaron nuestros besos. Y al fin duermes, rodeada por mis brazos, que apartan la sombra sombría, para que tú descanses, en la espuma de mis sueños. La tarde fue, la noche deslizo sigilosa, ¡y tu mano volvió de su vuelo volando sobre mis ojos devorados por las sombras! ¡Corazón mío! ¡manejando mis letras! las letras extraviadas que buscaban tu boca, tu boca, tu pie, tu piel, tu luz, tus penas, fueron la vida, los dones, que recibe el agua de los bosques que por tu voz, por tu voz es conducida. Y mi alma dará un golpe al viento, y un signo tuyo busco en todas las otras, en el ondulante río de mujeres. Miré, pero ninguna llevaba tu latido, tu luz, la greda oscura que trajiste del bosque, ¡ninguna tuvo lo que tú llevas! ¡Mujer exquisita! ¡Tú eres el lucero del alba!... Yo te amo para comenzar a amarte, para recomenzar lo infinito y lo eterno, y para no dejar de amarte nunca. No estés lejos de mí, ni un solo día, y te estaré siempre esperando. No te vayas ni por un minuto, ni por un solo segundo, bienamada, porque en ese segundo te habrás ido tan lejos, que yo cruzaré toda la tierra, preguntando, si volverás o me dejaras muriendo. De todas las estrellas, yo no escogí sino la que yo más amaba, y desde entonces duermo con ella en la noche, de mis sueños más ocultos. De todas ellas solo escogí tu corazón, salvaje, ¡flor flagrante de delicia y dulzura! ¡Y llenara mi boca tu sangre de fruta enamorada! Me ate a ti con tu aroma de mujer, y al río de tus manos, los ojos de tu sueño, a tu voz diurna y a tu piel nocturna. Y yo te miro, recostada allí en la hierba, yo reclame el jazmín que dejaban tus huellas, yo me perdí bajos tus parpados, hacia donde mi vida se llenó con tu aroma a azahar de la luna florida. Solo quise solo amor, amarnos, y odio a los que no amaron a nuestro amor. De tanto amor mi vida se tiñó de violeta, hasta llegar a tu ventana, amiga mía, tú sentiste el rumor de mi corazón quebrado. Y surgí para vivir entre tus manos. Te quiero mi corazón entero, porque te quiero amor, a sangre y fuego. Alma mía, dame tus besos de agua, de tiempo y agua y olas y sonidos y lluvia, para saber si existimos, ¡o si somos solo un sueño! Dame esa luz que llevas en la mano, y por amor seré, serás, seremos, el beso de la lluvia. El amor supo entonces, que se llamaba amor, y cuando levante mis ojos a tu nombre, tu corazón dispuso mi camino, y se agregaron los pétalos del día consumido. Beso tu boca en la alegría, la muerte es solo la piedra del olvido, pero amarra tu corazón al mío, para que ellos de noche, derroten a las tinieblas… Pero a tu amor no puedo renunciar sin morirme como un viajero dormido. Ya eres mía, reposa tu sueño en mi sueño. ¡Ninguna más, amor, dormirá con mis sueños! ¡Ninguna viajara por las sombras conmigo! solo tu siempre viva, y ya no soy sin ti sino solo tú sueño… Y algo queda acercándonos en la luz de la vida, y me inclino sobre el fuego de tu cuerpo nocturno, y con mis besos penetro en tu hermosura, apareciste y se lleno la noche, descansa en mí, por un minuto de eternidad duerme conmigo. Y cuando yo muera quiero que tus manos cierren mis ojos, y quiero que vivas, mientras yo, dormido, te espero. Quiero que lo que amo siga vivo, a ti que te amé, por eso sigue floreciendo, florida, y todo dejo de ser menos tus ojos. Y solo tu amor para cerrar las sombras, la vida tuya que es la mía, contigo no tiene muerte, solo es la eternidad de un beso... es.scribd/doc/184831111/Releyendo-al-amor-y-a-Pablo-Neruda es.slideshare.net/fcerong/releyendo-al-amor-y-a-pablo-neruda
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 12:59:36 +0000

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