Residencia Maldita Como cada noche al salir de la facultad - TopicsExpress



          

Residencia Maldita Como cada noche al salir de la facultad regresaba a mi dulce morada tomando como ruta habitual el camino negro, desde la Universidad de Lomas de Zamora, hasta el empalme con la Av. Gral. Paz. Luego de un par de kilómetros por dicha autovía, tomaba la salida hacia la avenida Emilio Castro para continuar por la avenida colectora y a unas cuadras de ahí estaba mi casa. Todos los días, en diferentes horarios, regresaba por el mismo camino, las mismas calles, prácticamente la misma gente parada esperando el colectivo. Cierto día, un accidente obligo a desviarme de la monótona ruta y tome la salida hacia la autopista Richieri. Baje en Larrazábal, la cual tome hacia la avenida Castañares, vi que había una Pinturería importante y como necesitaba pedir varios presupuestos para la decoración de mi casa, estacione por ahí cerca y entre al local. Una vez realizado dicho trámite, aproveche a cargar GNC en la estación de Av. Argentina y Autopista y continúe camino por la calle Zelarrayán la cual me permitiría desembocar de alguna manera en la colectora de Gral. Paz, a la altura de Villa Lugano. Apenas había recorrido un par de cuadras, me tope con una vieja casa que atrajo mi atención. Detuve el auto y baje sin sacarle la vista a la enorme propiedad que aparecía por primera vez delante de mí. Tenia el aspecto de una casa con estilo europeo, como si fuera un mini castillo anglo sajón muy raro en la zona y con características de terreno muy amplio (llegue a pensar que se juntaban cuatro lotes de frente) con interminables fondos y parques colindantes a este caserón de principios del siglo XX o quizá del siglo XIX. Me cautivó el estilo que tenia la propiedad (no era casualidad que me interesaran las propiedades, la historia del arte y las construcciones de épocas pasadas). Había decidido investigar sobre mansiones y castillos como hobby, así que esto no me sonaba a casualidad. Sentía que las cosas se habían dado, de alguna manera, para que yo viera esta casa, en este lugar por el que nunca había pasado. Me resultaba extraño todo esto y me intrigo al punto que, a partir de ese día, decidí cambiar mi camino de regreso y desviarme cada día, para pasar por la calle Zelarrayán, donde estaba esta mansión, poder interiorizarme de sus movimientos y un día tocar el timbre. Casi sin darme cuanta dejaba volar la imaginación en torno a este monumento histórico que veía pasar cada día durante el ultimo año de mi carrera de Martillero Publico Nacional. Una vez recibido y dando clases en la facultad, tenía el mismo trayecto para regresar a casa y pasaba tres veces por semana por el mismo lugar. Aunque había pasado tiempo desde que descubrí el caserón, insistía en tomar la autopista dellepiane hasta av. Argentina, doblar en Larrazábal y volver por Zelarrayan y pasar por los casi 30 metros del caserón de Lugano. Un día me percate que sea cual fuera el horario en que pasaba por la casa, nunca veía movimiento de gente, ni dentro ni fuera de la mansión inglesa. Un hecho curioso que no dejaba de asombrarme ya que su mantenimiento era ejemplar. Los hermosos jardines que completaban el contorno de la casa, las veredas impecables, como recién barridas, las rejas perimetrales siempre en perfecto estado de conservación, ni una rayita de oxido se veía cuando uno pasaba el dedo por esos hierros artísticos y no quedaba el mas mínimo vestigio de suciedad, se veía un cuidado extremo. Mis cálculos establecían que, la gente que habitare el lugar, tendría una legión de empleados y sirvientes, jardineros y operarios de maestranza que se ocupaban de dejar la vivienda en óptimo estado. Pero aunque pasara de día, tarde o noche; en diferentes horarios cuando iba o venia, nunca pude ver alguna persona, ni siquiera perros o gatos característicos de esas grandes extensiones de tierras. Tal vez el horario en que me manejaba era asincrónico con el de los empleados. Como yo pasaba con el auto martes, jueves y sábados, podía ser que la gente trabajara lunes, miércoles y viernes, o quizás el domingo solamente. Decidí, ya obsesionado con la casa, empezar a ir a la casa fuera de mis horarios laborales, incluso montar guardia para intentar capturar algún movimiento. Confeccione una planilla a modo de hoja de ruta para tener los movimientos de la casa muy bien detallados. Llegue a trasladar mi pasión desenfrenada por la casa a mi familia. Los llevaba a hacer guardia, e improvisábamos un picadito, con algún familiar invitado y sus hijos, en la extensa vereda del frente de la mansión. Al pasar los días la intriga inundaba todo mi cuerpo y mis pensamientos. No podía creer que semejante mansión se mantuviera tanto tiempo sin la más mínima asistencia humana. Me detuve en ese pensamiento y un escalofrío recorrió mi espalda. Una descabellada idea emergió de lo mas profundo de mis sentimientos… ¿seria posible que…? Ya caída la noche de uno de los tantos días que me quedaba haciendo guardia, y ya sin la compañía de mi familia (ante la cual me estaba transformando en un desquiciado por todo este asunto), percibí una extraña sensación, como si un pensamiento me invadiera y no pudiera despejarlo de mi mente. ”Entra, entra…”. Sacudí la cabeza como para borrar esas palabras. Ese sonido provenía de la casa. Podía sentir una fuerte atracción que me empujaba a entrar. Inmediatamente encendí un cigarrillo y me quede observando el interior. Esas palabras no dejaban de rondar en torno mío, a todo mí alrededor, ¡ahora las podía escuchar! No solo en mi interior, sino que eran externas a mí, como si hubiesen salido del cuerpo para volver a entrar por los odios. - ya me estoy volviendo loco – pensé, mientras las voces, cada vez mas intensas, me invitaban a entrar a la casona. Decidido a terminar con esta locura, tome la decisión de entrar a la casa y despejar dudas. Luego de enviar un mensaje de texto a mi mujer diciéndole que no me espere a cenar, cerré el auto y me dirigí hacia el enorme portón de hierro de casi tres metros de altura que ahora empezaba a ver más de cerca. Eran las 21:00 hs. Una suave bruma invadía los parques y jardines y llegaban hasta la gran puerta. El panorama era aterrador. Por un momento estuve a punto de dar marcha a atrás, pero la fuerza de atracción que la casa ejercía en mi era intensa. – ¡Si no conociera el lugar diría que es la entrada a un cementerio! -exclame, cuando otra vez se me cruzaron por la cabeza las palabras…entra…entra... Casi sin tocar la enorme manija, la puerta se abrió. Un gélido sudor recorrió mi espalda produciendo un feo escalofrío. Mientras me recriminaba el hecho de haber entrado, me dije ¿Que hago aquí? Este lugar fantasmagórico empezaba a inquietarme. No se veía tan atractivo como desde afuera; el lugar era tétrico, con bruma de pantano, con olor a cementerio. -- ¿Donde estaban esos fabulosos parques que se veían desde la calle?; ¿Y como había cambiado el clima en tan pocos segundos?, tantas preguntas insultaban mi anulada inteligencia machacada por tanto obsesión. Una vez adentro me sentí diferente. Las palabras que escuchaba afuera, ahora se habían vuelto un susurro permanente, un confluir de cientos de voces desembocando en mi cabeza como esperando mi llegada, como si desesperadamente me necesitaran, como si contarme lo que les había pasado aliviara su pesar…estaban sufriendo, estaban atrapados…eso me decían. Pero… ¿Dónde estaban? A medida que recorría los jardines de la mansión las voces se volvían cada vez más nítidas pero la claridad de los sonidos se enturbiaba con la cantidad de personas, o mejor dicho de almas que los emitían. A medida que me estaban enloqueciendo los barullos en mi cerebro, empecé a sentir una extraña presencia que me abordaba, que me abrazaba y al mismo tiempo mi cuerpo empezaba a sentirse débil. Me asuste y en un arranque de pánico empecé a correr hacia una puerta que estaba cerca. Al llegar al umbral resbale con un charco de agua y golpee la cabeza contra un gran picaporte, caí de boca y me desvanecí por un momento. Apenas abrí los ojos, caído en el suelo mojado del umbral, vibraciones mezcladas con zumbidos empezaron a atormentarme. Sentía presión en los parietales, inflamación de los lóbulos oculares, a la vez, percibía la presión sanguínea a punto de estallar, un hilo de sangre comenzó a brotar de mi nariz. Los zumbidos iban y venían, entraban y salían por mis oídos, no podía pensar, solo sentía más y más vibraciones. Las presencias me tironeaban hacia arriba, y hacia abajo, entrando y saliendo de mi cuerpo. Era como morir y nacer cientos de veces. Parecía ser interminable. Luego se calmo. No se cuanto tiempo permanecí tirado, despierto pero con el cuerpo inerte, solo mis ojos podían moverse pero sin mirar. Las voces habían acallado. Las vibraciones también habían cesado y no sentía nada alrededor. Corrió por mi mejilla una lágrima y mis ojos se cerraron. Sin darme cuenta del tiempo, estuve tirado en el piso húmedo y frío esa horripilante noche en la que sentí la muerte y la vida como en mundos paralelos, como si estuvieran divididos por un film delgado como un cabello, y en los cuales no había ni pasado, ni presente ni futuro. Una eternidad en un solo segundo, un espacio sin tiempo y a la vez un tiempo sin espacio. Al fin desperté con un sobresalto. ¿Que había pasado? ¿Habría vivido realmente esos acontecimientos o los habría soñado? Mire mi reloj y se había detenido. Quería saber la hora porque apenas asomaba el crepúsculo así que revisé mi celular pero estaba con la batería agotada. De repente empecé a ver gente que salía de la casa principal. Uno a uno desfilaban las personas, vestidas con diferentes tipos de ropa. Mamelucos de trabajo, saco y corbata, remera y jeans, short, remera y ojotas, una señora con delantal de cocina, otra con delantal de maestra jardinera…extraños vestidos de época, señoras con sombreros adornados y hombres con galera. De todas las épocas salía gente, como si fuera una fiesta de disfraces. Estaba desconcertado. Caí sentado en el pasto, anonadado, mirando como mas y mas personas salían de la parte principal de la casa y no podía explicarme como cabía toda esa gente ahí dentro. De repente los misteriosos habitantes que había descubierto empezaron a realizar las más variadas tareas. Un grupo cortaba el pasto, otro levantaba el excremento de cientos de perros que habían aparecido de repente, un grupo de hombres de traje, limpiaba las rejas de la entrada y más atrás unas señoras les hacían retoques de pintura (ahora entendía porque estaba todo tan limpio) en el parque había gente levantando hojas caídas, podando arbustos, también limpiando ventanas y barnizando las maderas de las aberturas de toda la casa. Ordenados y eficientes, los trabajadores no descansaban ¿pero quienes eran estas personas?, ¿una asociación de amigos de la casona de lugano?, ¿Por qué no los había visto cuando montaba guardia esos interminables días y noches de vigilia? mis preguntas como la realidad de esa situación eran inverosímiles. Me dirigí hacia un grupo de estas personas que no estaba lejos, al parecer se encontraban arreglando unos postes bajitos que contorneaban el camino que iba desde la entrada hasta la mitad del terreno. Mientras caminaba observe a los extravagantes obreros realizar su labor con extrema dedicación, sin parar, como si estuvieran mecanizados u obsesionados con su tarea. Pero al acercarme, ellos se alejaban. Intente con otro grupo y lo mismo. Me acercaba y se alejaban. Sin mirarme, sin siquiera darse vuelta, como si fueran repelidos magnéticamente por mi presencia. Estaba cerca de la unidad principal del casco de la mansión, de donde había salido esta horda de mantenimiento humano, y me acerque a la puerta. Obviamente y como había imaginado la puerta se abrió. Una mujer de apariencia sencilla y enormes ojos negros fijo su mirada en mí. La intriga me llevo a acercarme y para mi sorpresa ella no se alejo, al contrario, me invito a pasar. – entra…entra, susurro la extraña dama, las mismas palabras que me habían llevado a entrar al caserón. -Veo que todavía no te has conectado con los demás – me dijo la mujer. Sus palabras penetraron en mi mente directamente. -No sé de qué habla madame. Ni siquiera me puedo acercarme a ellos… pero ¿Quiénes son esas personas? ¿Quién es usted?– pregunte en voz alta, mientras ella, de manera suave, me respondía telepáticamente A través de sus pensamientos me hizo comprender cual era la situación. Toda esa gente, ella misma y yo habíamos sido atrapados por la casa. El caserón poseía alma propia, ¡estaba viva! Era una entidad con mucha fuerza espiritual, incomprensible para nuestra inteligencia, con una antigüedad difícil de calcular y después de vagar eternamente sobre la tierra y sobretodo por estos lugares fue invocada en una sesión espiritista en el 1900, penetro en la casa y no pudo salir mas, a pesar de su intensa fuerza extraterrena, ella misma quedo atrapada. En su cautiverio, domino la casa y atrapo a sus habitantes. Desde esa época la casa permaneció así. Quienes se acercaban con interés, atraídos por ella misma, terminaban cautivos del fenómeno y se sumaban a las huestes de almas que satisfacían sus necesidades para mantener la casa en estado óptimo, como una estrategia para que nadie dudara de que estuviera inhabitada de personas…vivas. Pero la moradora eterna, esta alma sin destino no quería quedarse para siempre. Buscaba denodadamente la salida de ese encierro. Ella estaba acostumbrada a vagar por la superficie, por los planos etéreos de la tierra y hasta que la devolvieran a su mundo seguiría atrapando gente por los siglos de los siglos y solo había dos formas de remediar esa situación: Por un lado lograr otra sesión espiritista, lo cual era imposible ya que toda persona que entraba a la casa quedaba atrapada o vender la casa. Pero no la podía vender cualquiera. Tenía que saber de caserones antiguos, debía poseer un verdadero interés cultural en el inmueble y por sobretodo estar habilitado. Después de escuchar, o sentir todo lo que me dijo mentalmente, con una voz suave y tierna, se dirigió a mí en voz alta. -Des pues de estar en tu mente me di cuenta porque no has muerto todavía – me confeso la mujer. -Sea más explícita por favor señora. - Le demande. -Tú eres el último. Tu eres el que tanto esperamos, el que tanto espero ella.- Me respondió aquella señora con entusiasmo. Sus palabras llenas de expectativa me dejaron perplejo. No solamente me había salvado de una muerte en vida, sino que me había convertido en una especie de Neo en la Matriz escuchando a la Pitonisa diciéndome que era el Elegido. Mi formación jurídica me había vuelto escéptico de las cosas irracionales, pero a la vera de los hechos ocurridos no podía dejar de creer en todo esto. Tu eres el último, el que esperábamos, había dicho esta ahora simpática señora, pero… ¿El ultimo porque? ¿Que tenia de especial que no tuvieran aquellos que anteriormente habían sido sometidos al limbo junto a este espíritu? Volví mi atención a la mujer que seguía mirándome casi con admiración y le pregunte: ¿Porque yo? ¿Todavía no te has dado cuenta? Me pregunto a la vez - Todos los que han venido a la casa fueron importantes para su funcionamiento, para su limpieza, para su belleza, para su mantenimiento en general, pero tú tienes una cualidad especial. -No entiendo – expresé -En la sesión espiritista, había una poderosa bruja que quería quedarse con la casa. Ella misma fue la que convenció a los dueños del lugar a realizar dicha sesión, argumentando que la casa poseía un mal por lo que no se podía vender. La realidad era que estas personas, los últimos dueños, eran personalidades de la sociedad del lugar que, si tener descendientes, querían vender la casa para donar a los pobres el dinero obtenido ya que ellos eran muy ancianos a punto de morir. La bruja, sabiendo esta situación, pretendía quedarse con la propiedad a cambio de salvarlos del mal que la poseía. Lo cierto es que ante la negativa de los ancianos, maldijo la casa con un conjuro siniestro por lo que solo el martillero correcto que se interesara por la casona sin interés económico seria el que la vendiera. Al manipular estas fuerzas ocultas fue que la entidad que vagaba por el lugar se metió aprovechando el portal abierto por la bruja y quedo atrapada por el conjuro. A la vez que todos los que estaban en la casa quedaron atrapados también para siempre. Realmente no podía creer todo lo que estaba escuchan. Pero a la vez no podía negar los hechos. ¡Los había vivido en carne propia! mientras trataba de acomodar ideas la señora me hablo nuevamente. -Por eso no has muerto. Ella vio que tú tenías las cualidades para terminar su estadía en esta mansión, al fin había llegado la persona correcta. Luego se desvaneció en el aire, como una bocanada de vapor. En mi mente escuche las palabras – Gracias a ti. Aquellas palabras me conmovieron de una manera especial. La casa se ilumino repentinamente y una sensación me empujo hacia un pequeño mueble. Un cajón se abrió. En él, un sobre lleno de papeles tenía mi nombre con una leyenda: AT: Marcelo Carpena ABRIR 15 DE NOVIEMBRE DE 2008 Las puertas y ventanas de la casa se abrieron penetrando en ella la luz de sol. Aproveche para darle un vistazo a los hermosos relieves que tenían las paredes y la decoración de la época tan finamente construida y por supuesto en perfecto estado de conservación. Salí al parque y mire el portón que se abrió de para en par invitándome a salir. Por una extraña razón y aunque había pasado momentos duros y peligrosos, me costaba retirarme. Al pasar el portón respire profundo y no pude evitar recordar todo lo vivido para mantenerlo vivo en mi memoria, pero estaba seguro que nunca mas lo olvidaría. Al darme vuelta el portón se había cerrado y la casa estaba de la misma forma y aspecto de cómo la había visto por ultima vez antes de entrar. Mi auto estaba ahí como cuando lo deje y al mirar mi reloj me di cuenta que eran las 23: 30 hs, Con el pensamiento en lo vivido, arranque el auto y me fui a dormir a casa. Al otro día fui a mi oficina, la cual había dejado bastante desatendida. Como era 15 de noviembre, me puse a revisar aquel sobre que la mansión me dio. Eran todos los papeles de la casa. La escritura, sus impuestos, etc. Una autorización de venta firmada, y un escrito firmado por un juez donde se donaba todo lo que se recaudara en la subasta a entidades de bien publico. Ahora entendía el significado de mi misión salvadora Había sido el elegido porque era El Martillero. LATIMER
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 23:13:17 +0000

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