Resplandece, la enseña Gloriosa, de la Escuela a su paso - TopicsExpress



          

Resplandece, la enseña Gloriosa, de la Escuela a su paso Triunfal, porque en ella, el futuro reposa, del Ejército su estirpe inmmortal... Así comienza el Himno de la EMCH. Lo escuché por primera vez cuando era perro en el Colegio Militar de Piura y lo aprendí incluso antes de acabar la secundiaria, lo escuchaba en discos de vinilo que me daban para amenizar el almuerzo de los demás cadetes, entre las noticias que leía como miembro del club de periodismo del colegio. La primera noche, cuando se retiró el Teniente Bustamante, O´Connor me miró y me dijo: piña Córdova, el Teniente dice que no duerma y no vas a dormir; ves ese ropero, visto mi técnico, contesté, vas a forrarlo todo con papel lustre y vinifán, comprendido mi técnico respondí automáticamente sin mostrar mi sorpresa. Los roperos de la EMCH deben tener al menos dos metros y medio de altura; es decir, eran casi un metro más altos que yo; en la casilla inferior se guardan los zapatos de gala, los borceguíes y las zapatillas (esa parte no se forra, no seas ...ón, me diría antes de que amanezca), la siguiente casilla de abajo para arriba contiene la ropa de cama, las sábanas, las pijamas, la ropa interior y la bolsa de ropa sucia, más arriba se colocan los uniformes de deportes, por lo general dos shorts negros, dos camisetas negras con el logo de la Escuela y dos camisetas con el logo de la Escuela y del color de tu promoción. El nuestro era el amarillo. Más arriba se almacenan los uniformes de faena, en mi época los verde olivos y los camuflados. También hay un casillero para los útiles de aseo (pasta de dientes, cepillo, jabón, peine aunque no tengas pelo, shampoo y todo el resto); a la izquierda los colgadores para los uniformes de aula y de gala en sus respectivos portaternos; más arriba, donde mis manos no llegaban, el equipo de combate, cascos, arneses, cantimplora, etc. Cada uno de los casilleros se forra de a pocos, con papel lustre y vinifan, para evitar su deterioro, para forrar esta parte fue necesario subirme a un camarote y desde allí estirando mis manos logre culminar mi encargo. Eran las doce de la noche. Misión cumplida mi técnico, le dije a O´Connor, que estaba arrglando su ropero en la habitación de los monitores, acabaste ya, me preguntó, con los cuatro roperos, con los cuatro estantes y con los cuatro armarios, subrayó con cadencia; ante esa pregunta solamente atiné a decir: Permiso mi técnico para continuar, tratando de aparentar que no estaba sorprendido. Volví a la habitación contigua y reinicié mi tarea con la convicción de que no estaba ni a la cuarta parte de acabar con mi encargo. Un pabellón o edificio de dormitorios en la EMCH tiene cuatro pisos, en cada piso hay dos secciones y un baño para cada sección a cada extremo del pabellón. En el primer piso, a la derecha estaba la primera sección y a la izquiera la segunda; en el segundo piso la tecera sección estaba a la derecha y la cuarta a la izquierda y así sucesivamente. El ingreso a cada piso era por el medio del Pablellón, hay dos pasillos largos a cada lado y adyacentes a los pasadizos las habitaciones de los cadetes. Habían ingresos laterales pero el principal estaba al medio. Cada habitación tiene dos camarotes con cuatro camas, cuatro roperos, cuatro estantes, cuatro escritorios, cuatro sillas y cuatro armarios; por tanto en cada habitación viven cuatro cadetes, y en cada silla, cada cama, cada mesa, cada armario, cada ropero y cada estante está grabado el nombre del cadete que deberá utilizarlo. En el primer piso, en la segunda sección, había un rótulo en cada objeto que componía el parque de los cadetes con las siguientes tres palabras: Córdova Crisanto, Walter. Lo descubrí la noche que llegué mientras trataba de forrar todos los roperos por encargo de OConnor, instantáneamente caí en éxtasis, mi cerebro solamente se concentraba en decirle a mi corazón eres parte de la Escuela y la Escuela es parte de ti. Una sucesión de golpes cadenciosos me sacó de mi abstracción, era un sonido metálico leve que se acercaba y alejaba con una frecuencia casi calculadada, era como escuchar el tic tac de un reloj que iba y venía detrás de las ventanas. Me subí en una silla sin encender la luz, para no llamar la atención, y me asomé, vi a dos cadetes de algún año superior que corrían con el equipo de combate completo, incluida la frazada, el casco y el fusil, los habían mandado a rotar al rededor de su edificio, quizás de castigo por alguna falta o talvez por el deseo de otro oficial de quitarles el sueño, levanté la mirada un poco y puede adivinar los primeros rayos del sol desgarrando la oscuridad del cielo limeño y abriéndose paso para darme mi primer día de Escuela...
Posted on: Fri, 25 Oct 2013 23:04:29 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015