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SEGUIR A JESÚS ES CAMINAR CONTRACORRIENTE «Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, pues le levantan mil testimonios y quieren poner su Iglesia por el suelo» (Camino de Perfección 1,5). Este texto teresiano, nos habla de la gran necesidad que hay a determinarnos a una lucha frontal a lo que se opone a Dios y ser testimonio de fe en la comunidad. La fe es determinarnos a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. (Porta Fidei 10). Es la invitación que la Palabra de Dios de este domingo XX nos hace: El ser cristianos, no es vivir una vida fácil y tranquila, sino que muchas veces trae riesgo, lucha y persecución. En la primera lectura Jeremías 38, 4-6. 8-10, Jeremías, el profeta sufriente y perseguido, enfrenta las consecuencias de su fidelidad a la palabra de Dios a través del dolor infame y humillante al que es sometido. Anuncia como única salida posible y viable a la inminente invasión del ejército babilonio. Jeremías ve claro - según él por revelación de Yahvé - que toda resistencia es inútil, y exhorta a todos a entregarse a los caldeos para salvar así la vida. Esta actitud es tomada por anti-patriótica, y Jeremías sufre violenta persecución, es encarcelado y casi lo matan. Es retenido en una fosa, hubiese muerto sino interviene Dios. Mediante un desconocido, que obtiene el permiso del Rey para salvarlo. En el Salmo responsorial 39, que meditamos hoy, expresan los sentimientos de fe y agradecimiento a Dios por parte de Jeremías: “Él se inclinó sobre mí y escuchó mi grito… me saco de la fosa…” Su misma vida, transformada por tantos acontecimientos difíciles, se convierte en una imagen anticipada de Jesús. En la segunda lectura Carta a los Hebreos 12, 1-4, escuchamos una exhortación apremiante de San Pablo para perseverar en el combate de la fe con Cristo, a la constancia y fortaleza en medio de las dificultades a afrontar las dificultades que se presentan a una vida cristiana íntegra. Se usa la hermosa imagen de una carrera: rodeados de espectadores (los no creyentes, los indiferentes…), nos despojamos de todo lo que nos impide correr (los pecados) y corremos detrás de Jesús, que ha corrido delante de nosotros y ha llegado ya a la meta. Siempre con “los ojos fijos en Jesús”. Hay que seguir adelante siendo consecuentes con lo que profesamos en nuestra fe. El Evangelio Lucas 12, 49-43, nos narra el gran viaje hacia Jerusalén, convocando multitudes y sufriendo la hostilidad y el acoso de los jefes y letrados. Lucas reúne muchas enseñanzas y sucesos de la vida de Jesús englobadas en tres imágenes: el fuego (para purificar, para iluminar, para propagarse), el bautismo (no refiriéndose al Jordán, sino a la cruz) y la división (Jesús sabe que el resultado de su misión no será la conversión de todos, sino la división: con Él o contra Él. Y que esta división hará que los que opten por Él sean perseguidos, como Él mismo lo será). Este domingo es una magnífica invitación a un examen en profundidad de lo que significa para nuestras vidas la fe en Jesús. En lo personal, para todo seguidor de Jesús se enfrenta a una lucha: porque partimos de la situación existencial del pecado, de la instalación, de la conformidad con lo agradable y pasajero. Los evangelios están llenos de estas imágenes que ilustran el seguimiento: entrar por la puerta estrecha y la senda empinada, es venderlo todo por el Tesoro, dejar las redes en la barca....A nivel comunitario, la iglesia es un poderoso fermento de cambio, muchas veces opuesta a la sociedad en que se inserta: viviendo los valores del Evangelio, en lucha constante contra el poder, el tener y el placer. Una consejo amplio y radical de Santa Teresa de Jesús, comprendiendo que no basta con decir Señor, Señor como dice la Palabra, hace falta determinación y una opción de vida que sea fundamental, que implica muchas veces caminar contracorriente: Digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces parece cuando decimos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud... (Camino de perfección, cap. 21, 2). P. Angel Zapata OCD
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 15:25:16 +0000

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