SER O NO SER....CAPITALISTA??.....SI EL MUNDO NO PUEDE!!..URUGUAY - TopicsExpress



          

SER O NO SER....CAPITALISTA??.....SI EL MUNDO NO PUEDE!!..URUGUAY PUEDE??...antes de un infarto...me dejan reír un rato?? DEBILITAR EL LIDERAZGO DEL FMI HA IMPLICADO CARECER DE UNA VISIÓN DEL FUTURO El mundo no encuentra el rumbo para armar un nuevo sistema financiero Un balance sobre los últimos 50 años de políticas económicas uruguayas se resumirá en un documento a presentar en marzo TEMAS crisis financiera - enrique iglesias - CIDE - Cumbre Iberoamericana Luis Custodio Enrique Iglesias, titular de la Secretaría General Iberoamericana, afirmó que no han aparecido soluciones definitivas para los grandes problemas que atraviesan los países en desarrollo. Aseguró que ante "un mundo peligroso" como el que se presenta, es necesario devolverle su papel al Fondo Monetario Internacional, para que alguien ponga orden y establezca reglas de juego. Advirtió que en nuestra región debemos tener cuidado de excedernos con el "latino optimismo". A continuación, un resumen de la entrevista. -Ante el estallido de la crisis en Estados Unidos, usted advirtió sobre la necesidad de instaurar un nuevo modelo financiero. ¿Considera que se alcanzó? -No. Estamos en un período de gran incertidumbre en materia económica y social, donde no han aparecido soluciones definitivas a los problemas que afectaron a los países desarrollados. El mercado financiero dio muestras de una enorme creatividad, que alimentó la codicia desmesurada así como la falta de regulación financiera, no por olvido, sino por filosofía. Estados Unidos está saliendo, pero aún está expuesto a turbulencias con problemas importantes para resolver, como su gran endeudamiento. A su vez, Europa está superando tímidamente el peor momento. Todavía los sistemas bancarios están débiles, con activos muy complicados y una situación muy confusa desde el punto de vista de la regulación. -¿Por qué no se avanzó como esperaba? -Uno de los factores más importantes que juegan negativamente en esta realidad, es que se ha debilitado el liderazgo que en su momento tuvo el Fondo Monetario Internacional. Es bueno tener siempre una visión de futuro, y en este momento no la hay en la economía internacional. Pero además, se está marchando a navegación visual, sin una estrategia previa, y al mundo le cuesta encontrar el rumbo para establecer una nueva organización internacional. El sistema financiero es la base de todo y en la actualidad tenemos problemas en Estados Unidos, en Europa y también en Asia. Es un elemento clave para afirmar que estamos ante una economía sin rumbo, eso es lo que me preocupa. Para poner orden -Dice que es una debilidad no contar con el Fondo Monetario, pero otros piensan que felizmente no se necesita… -Lo importante es no tener que necesitar de la asistencia del Fondo, pero es una cosa distinta a no tener a esa institución activa. Es necesario que alguien ponga orden y reglas de juego, para que todos nos comportemos de forma tal que las cosas puedan funcionar con equilibrio y equidad. Para ello prefiero tener al Fondo, que oriente la organización del sistema financiero mundial. El FMI abrió, en los últimos años, las puertas a soluciones que nunca hubiéramos imaginado nosotros, cuando teníamos que lidiar con la institución treinta años atrás; se ha flexibilizado de una forma sorprendente, enfrentando situaciones que ellos mismos consideraban incapaces de administrar con los esquemas viejos. Por ejemplo, la apertura de nuevas líneas de crédito casi automáticas, para encarar contingencias; es un hecho novedoso que, muchas veces, puede ayudar a alcanzar soluciones y que hay que tener en cuenta. Por eso reivindico el papel de esa institución y la necesidad de que retome el liderazgo que tuvo tiempo atrás. -¿Le parece suficiente lo que hizo Estados Unidos para superar la crisis? -Ellos resolvieron de una forma drástica sus desequilibrios, sobre todo en el sector bancario. Pero lo que complicó más fue el sector no bancario, que tenía mayor libertad para actuar y fue el que produjo el mayor problema. Todo comenzó con una gran crisis financiera y se sigue pendiente de encontrar el camino que dé mayores seguridades a partir de la regulación. Por otro lado, ha puesto en marcha políticas de estímulo muy profundas y con gran audacia, expandiendo el crédito en base a un mayor endeudamiento público. Está volviendo la confianza de consumidores y empresarios, aunque no tanto la de los políticos, que siguen sin dar respuestas a una sociedad muy enfrentada. Hasta el fondo -¿Cómo observa la situación actual en Europa? -Los problemas le han llevado a tocar fondo, especialmente a España y otros países periféricos. A partir de ese punto, comienzan a verse signos de recuperación que aún son muy débiles. Han pasado cinco años desde el comienzo de la crisis y le llevará muchos años más ponerse de pie. Lo peor ha pasado y no se vislumbran situaciones catastróficas, pero sí un crecimiento muy chato y con demandas crecientes porque las clases medias reclaman cada vez más bienes y servicios y para atenderlas se requiere de una prosperidad que estos países no tienen. -¿Cuál es la mejor salida? -Las salidas expansivas de la crisis, a la americana, tienen éxito en el corto plazo y dejan grandes desafíos para el futuro. Las salidas ortodoxas, a la alemana, suelen tener costos sociales muy fuertes en el corto plazo y prometen recuperaciones sólidas para el futuro. No hay soluciones fáciles ni mágicas. El camino de las políticas de ajuste con estímulos al crecimiento, como parece estar procurando la Unión Europea, puede ser el mejor. -Sin embargo, a pesar de los ajustes y la caída del empleo y los ingresos, las tensiones sociales parecen haber pasado… -Una cosa es un ajuste cuando se tiene un ingreso de 30 mil dólares per cápita, como en España, donde hay mucha grasa antes de llegar al hueso, en sociedades que tienen capacidad de aguante muy grande, y otra en nuestros países de América Latina. Por eso las reacciones también son distintas. Con seis millones de desocupados no se ve un desequilibrio tan fuerte en este país como sí podría ocurrir en cualquier nación latinoamericana. Hay otro fenómeno menos visible que es el trabajo en negro, donde un millón de personas está en esa situación. El 18% de la economía española se mueve a través de la informalidad. Eso amortigua las dificultades que pueden generarse por el desempleo, aunque por otro lado le quitan soporte al Estado debido a los ingresos fiscales que no recauda. Transformación -¿Cómo observa el presente de Uruguay? -Cuando se observa desde afuera se ve mucho mejor, porque se compara con lo que hay alrededor. El país tiene una macroeconomía bien administrada, aunque muestre tasas de inflación estimuladas por hechos externos, pero que siguen siendo controlables. El crecimiento no es el de hace tres o cuatro años, pero todavía es bueno, y por sobre todas las cosas, el país ha hecho una revolución productiva espectacular, eso es lo que más impresiona desde afuera. Desde el punto de vista agrícola, industrial y también los servicios, se han hecho cosas que a mi juicio son revolucionarias, como por ejemplo las mejoras en eficiencia productiva logradas en el agro, con lo que yo creo que la base es muy buena, independientemente de los vaivenes que se puedan dar. -¿Y desde el punto de vista político? -Más allá de las luchas partidarias que existan, es el único país de América Latina en el que sus últimos presidentes, de todos los partidos, pueden sentarse juntos y compartir un almuerzo o una presentación pública. Es un capital que Uruguay tiene, el de saber convivir con la diversidad, algo que se destaca mucho en el exterior. El país está mucho más fuerte que en el pasado y tiene capacidad para superar los problemas que se presentan, que igualmente no son menores. El de la educación es algo muy fuerte y la reforma del Estado es urgente. Se necesita avanzar en esas áreas que son cuellos de botella, como ocurre con la infraestructura y muchos sectores de los servicios. Deberíamos darnos cuenta que allí se abren oportunidades que no deberíamos dejar pasar. Los problemas que se puedan venir desde el exterior, ante la incertidumbre de la que hablábamos, nos tienen que tener siempre preparados y para ello necesitamos una economía flexible, moderna, que se adapte a las realidades posibles. Debemos ser conscientes de que estamos en un mundo peligroso, y eso lo tienen que tener claro los tres partidos políticos. Ya han sido gobierno y oposición, es hora de alcanzar acuerdos que nos beneficien a todos. A cinco décadas -Un grupo de técnicos está trabajando en repasar la obra de la CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico) en los años sesenta y elaborar documentos para la discusión actual. ¿Qué expectativas tiene en ese trabajo? -Me entusiasma mucho esa propuesta. Tenemos a mucha gente elaborando documentos y estamos preparando seminarios que haremos en noviembre. La idea es llegar con un documento que podamos presentar en el mes de marzo en Montevideo. Hace cincuenta años, la gente que hacía economía era muy poca; en la actualidad es distinto, el país está sobreestudiado. El gran tema es elegir entre distintas opciones. El aporte que queremos hacer es mostrar qué pasó en este medio siglo, qué funcionó bien y qué funcionó mal, para tomar enseñanza de las experiencias. -Seguramente hubo muchas oportunidades que no se aprovecharon… -Sin dudas, y las dejamos pasar. Eso sucedió en toda América Latina. En algún momento se advirtió que debíamos ahorrar aprovechando el ciclo favorable, pero solo unos pocos acumularon recursos en momentos que a otros les podía resultar algo exótico. Era la oportunidad de hacerlo, previendo los momentos no tan buenos que podían venir. Pero eso ya pasó y no se puede ir atrás. A corto plazo, los términos de intercambio van a bajar pero no a los niveles que teníamos antes de este período de crecimiento. Habrá un impacto en la región porque es difícil salir inmune de un contexto global como el actual, pero no tanto como para que no sigamos pensando que todavía hay oportunidades que aprovechar. En Uruguay todo nos lleva mucho tiempo. Pero no nos quejemos demasiado. Cuando nos comparamos con lo que ocurre en muchas partes del mundo, lo hecho acá se agranda. Tenemos que cuidar lo que hemos logrado, que no es poco, aprender del pasado y estar en condiciones, como tomadores de políticas que se generan a nivel global, de enfrentar lo que puede venir. -¿Esos conceptos podrían ser trasladables a los demás países de la región? -Una de las consecuencias de la crisis global es la nueva redistribución del poder económico en el mundo que, entre otras cosas, se traduce en que América Latina sea la gran región emergente del mundo occidental. Sin embargo, debemos tener cuidado con el "latino optimismo", porque las cosas ya no serán tan fáciles como en los últimos años. Las cumbres iberoamericanas se deben aprovechar mejor -¿Qué balance hace luego de ocho años al frente de la Secretaría General Iberoamericana? -Estoy terminando mi segundo mandato. Estaré más tiempo en Uruguay trabajando en la fundación (Astur) y también con algunos trabajos en España, pero no con el ritmo al que se está sometido en responsabilidades como las de la Segib (Secretaría General Iberoamericana), porque la biología empieza a cobrar cuentas. Estoy contento con lo que hemos hecho. Sobre todo del intercambio con los hacedores de política. Las cumbres no inventaron Iberoamérica, sino que buscaron fomentar una relación, el intercambio informal, de enorme riqueza. Creamos algo que no existía y que es muy útil, pero que debemos aprovechar más. Se están produciendo trabajos importantes en varias áreas, pero lo que más me deja este empuje iberoamericano, es el convencimiento de que el gran factor de equidad y de apoyo es la cultura, la gran fuerza de estos 22 países. Partimos de solo dos idiomas dominantes, culturas y valores comunes, algo que en el mundo actual es muy importante. Quizá todavía no le demos la importancia de forma debida, pero tenemos apenas ocho años en esta línea y va a llevar mucho tiempo. Tenemos que sacar provecho a la identidad de nuestra región, ese es el mensaje que debemos fortalecer. -Todo esto en un momento donde América Latina no aparece muy unida… -Una cosa que aprendimos es a convivir en la diversidad. Estas instituciones no son tribunales que deban dirimir diferendos entre los países. No está en nuestra carta orgánica. La responsabilidad de la Secretaría General Iberoamericana es buscar hacer cosas juntos a partir de la cooperación. -¿Qué se debe hacer para convertir esa organización en una herramienta más potente? -En el proceso de renovación de la Comunidad Iberoamericana que se abordará en la Cumbre de Panamá en pocas semanas, se buscarán los caminos para preservar este instrumento de la mejor manera, con especial énfasis en la cooperación en función de los objetivos. Debemos ser más inclusivos y pragmáticos, un foro abierto y flexible, como se recomienda en un trabajo que se elaboró acerca de lo hecho en las 22 cumbres iberoamericanas hasta la fecha y que sirve de base para plantearnos qué hacer de aquí en adelante. Asimismo, la comunidad deberá estar más conectada con otros foros multilaterales para aumentar su influencia, en especial, con la Unión Europea. Naciones Unidas tiene una organización que responde a otra época -¿Cuál es su opinión sobre la forma en que las potencias occidentales han manejado el conflicto en Siria? -Soy un viejo hijo de las Naciones Unidas. El mundo demoró muchos siglos en crear un sistema donde la fuerza fuera puesta en manos de un instituto, como es el Consejo de Seguridad. Ese debe ser el camino. Desgraciadamente, las cosas a veces han tomado otro rumbo. Los reclamos por reformas al Consejo de Seguridad son muchos y fundamentados, he tenido la oportunidad de trabajar en ello un año entero, a pedido del Secretario General de la ONU. Lo cierto es que la organización que tienen las Naciones Unidas responde a otra época, a otras necesidades y hay que actualizarla. Pero las potencias que salieron vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, estructuraron un sistema donde quedaron como grandes veedores y no quieren perder esa condición. Más tarde o más temprano van a tener que revisarla, porque el mundo ya no es el mismo. Si no fuera así, se corre el riesgo de debilitar la vigencia y la permanencia de esos institutos. -¿Hay espacio para esos cambios? -Lamentablemente, en este momento no parece haber voluntad de cambiar. Pero insisto en que no pasará mucho tiempo en que la presión de la nueva realidad que vivimos, con potencias emergentes y muchas voces críticas sobre el actual sistema, impongan el cambio. -Un cuestionamiento reiterado en esta crisis es el de la falta de liderazgos políticos. ¿Lo comparte? -Por lo menos, los líderes no han estado a la altura de sus responsabilidades. En noviembre de 2008 participé de la reunión de mandatarios del G20 en Washington, convocada a partir de la caída de Lehman Brothers, donde los líderes del momento anunciaron que iban a tomar grandes medidas para superar estos problemas. Pero no se cumplió con aquellos anuncios, se debió haber sido mucho más drástico, más activos de lo que han sido hasta ahora en la reorganización del sistema financiero. Hay muchos desafíos pendientes para los líderes mundiales. -¿Como cuáles? -Además del tema financiero sin resolver, nos encontramos en la transición de un mundo movilizado por las materias primas a otro movilizado por el conocimiento y la tecnología, dominado por las clases medias, con un gran nivel de consumo, pero que también reclama cosas nuevas, como la calidad de la educación o nuevas formas de hacer política y de desarrollar la relación Estado-sociedad, entre otras.
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 19:23:54 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015