SOMBRAS. La noche siempre viene y se sienta a conversar conmigo, a dilucidar los hábitos suicidas con que se aparece. Me cuenta que una vez fue mujer agazapada en la llovizna, y otra hombre herido de muerte lejos del campo de batalla. A veces durante el día quedo rota de la noche. Rota de llegar a casa y que no me esté aguardando, rota de no tener rutinas de las que escaparme con ella, rota de los doscientos seis huesos de mi cuerpo rotos de esperarla. Yo me quiero a la Adalixis que soy cuando estoy con ella. Esa muchacha que sale de su burbuja impasible, que sale a caminar, que olvida sus mutilaciones y sus vértigos en un rito no aprendido y nunca practicado. A veces la noche me sorprende. Cuando abro los ojos ya lo ha cubierto todo con sus humos imprecisos y huérfanos. En esas contadas ocasiones los pájaros se sumergen alocados en las ramas de mi árbol como atrapados por jaulas imaginarias y sus chillidos descompasados atraviesan la hondura de las horas. Yo no puedo reprocharle a la noche sus visitas o sus alucinaciones. Ha sido mi amiga en tan grandes proporciones que sólo ella sabe lidiar con mis nocturnos desesperos, con mis oscuros desencantos. Hemos conversado tanto, tanto y tanto que la noche ya tiene un poco de mi en el modo frío en que sueña y vuelve. Y yo tengo de la noche sus múltiples fantasmas! Apuntes//
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 03:21:08 +0000
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