SU INGRESO EN LA ORDEN DE LA MERCED tERCER CAPITULO DE SAN RAMON - TopicsExpress



          

SU INGRESO EN LA ORDEN DE LA MERCED tERCER CAPITULO DE SAN RAMON NOMNATO El joven Ramón Nonato descubrió a los religiosos mercedarios su secreto, a saber: que, por amor a María Santísima tenía hecho voto de perpetua virginidad y que, por voluntad de la misma celestial Señora, estaba decidido a ingresar en la Orden de la Merced por Ella fundada en Barcelona, el 10 de agosto de 1218. El animoso joven, interpuso el favor de D. Ramón Folch, Vizconde de Cardona, su valedor y padrino, para obtener el consentimiento del padre; y, conseguida la bendición paterna, se trasladó, con sus amigos frailes redentores, a Barcelona, en donde, según la más antigua tradición, recibió el hábito de la Orden de manos de San Pedro Nolasco, el año 1221, en el primer convento que facilitó a los mercedarios el Rey Jaime I, el mismo día de la fundación, en unas estancias del palacio real, comunicadas con el Hospital de Santa Eulalia (con el que dicho rey don Jaime dotó a la Orden de la Merced). En el retoque cronológico a la biografía del San Ramón Nonato que apuntan Juan de Antillón y Bernardo de Vargas, siguiendo el apellido Segers, el ingreso del novicio de Portell habría tenido lugar casi un siglo después, en la iglesia de San Nicolás, admitiéndole al hábito Fr. Fermín Caldes, natural de Santa Fe, después de cuatro años de prueba. SU NOVICIADO, PROFESIÓN Y SACERDOCIO El novicio Ramón Nonato sólo fue tal en el nombre y en el estado canónico. Pues se mostró tan maduro en la virtud, tan exacto en la disciplina regular, tan asiduo a los ejercicios de piedad, tan dado al estudio y al retiro, tan ponderado en el juicio, tan amante de Cristo Redentor y de María, tan servidor de los pobres, enfermos y cautivos redimidos en el Hospital de Santa Eulalia, que los más aventajados frailes se profesaban humildes imitadores de aquel ángel con el que Dios había enriquecido a su Orden de Santa María. El ejemplar novicio emitió a su tiempo la Profesión en la Orden redentora «prometiendo por amor de Jesucristo todas las asperezas y pobrezas de la Orden, para toda la vida» (Const. primitivas); y entró a formar parte, con pleno derecho, del escuadrón de aquellos primeros redentores mercedarios que mostraban en sus cuerpos gloriosas cicatrices, cobradas en heroicas batallas de caridad por tierra de moros. La Orden de la Merced, de carácter militar en su fundación, permitía el acceso a las Ordenes Sagradas a sus religiosos en número suficiente para cubrir las necesidades de sus encomiendas y de la única parroquia, en los días del santo Fundador, que fue la de El Puig de Santa María. El Prior de la Orden, que residía en la encomienda de Barcelona, junto con el Maestre, era quien daba la licencia para presentarse a recibir las Órdenes, después de analizar las cualidades, talento, inclinación al estudio y formación clerical del candidato. Competente debió encontrar el Prior al profeso Fr. Ramón Nonato y le franqueó las puertas del sacerdocio. Nuestros cronistas hablan del celo desplegado por el nuevo sacerdote, predicando la palabra de Dios y administrando los sacramentos y del seráfico fervor con que celebraba la Eucaristía: ¡sublimes funciones con las que se asociaba a la Obra Redentora de Jesucristo y preparaba su espíritu par cuando él mismo fuera nombrado redentor! SUS EXPEDICIONES REDENTORAS El título y «oficio» de Redentor eran los más codiciados por los frailes de la Merced; y si bien todos los mercedarios se hallaban alegremente dispuestos a ejercer el alto y arriesgado ministerio de redimir cautivos en «poder de sarracenos y/o de otros enemigos de nuestra ley», sólo algunos lograban el nombramiento que anualmente concedían el Maestre o el Capítulo a frailes «templados en el comer y en el beber, sabios y prudentes en la compra de cautivos» (Const. primitivas). Ramón Nonato, sabio y prudente, además de austero, fue designado redentor; y dieron comienzo para él aquellas travesías sobre las inquietas olas del mar, que le acercaban a los dolores y a los grillete s de los cautivos con el bálsamo de la compasión y la llave maestra del amor fraterno. El historiador de las redenciones mercedarias, P. José Antonio Garí y Siumell da cuenta de las expediciones redentoras en las que intervino San Ramón Nonato. Hasta cinco viajes redentores, entre los años 1224 y 1236, asigna Garí al santo no nacido; siendo el último de ellos el más glorioso; y no por el número de redimidos, que no consta, sino por el famoso tormento del candado, con que los moros de Argel cerraron los labios del redentor mercedario. Sucedió que Ramón Nonato, agotados los caudales, se quedó en Argel, como garantía del precio estipulado con los dueños de un grupo de cautivos rescatados; y, durante su permanencia en Argel, no sólo consolaba, confortaba y animaba con su palabra y ejemplo a los cautivos cristianos, sino que tuvo el apostólico atrevimiento de predicar y exponer las verdades de nuestra santa fe a los seguidores de Mahomat: osadía que los moros castigaron con el martirio del candado que soportó Ramón Nonato hasta que llegó el dinero para su rescate. SU DIGNIDAD DE PRÍNCIPE DE LA IGLESIA
Posted on: Wed, 04 Sep 2013 18:23:17 +0000

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