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San Lorenzo en los ojos del mundo POR JULIETA ROFFO La designación de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice puso al club de Boedo en la vidriera global. 28/06/13 - En mayo de 2012, el actor estadounidense Viggo Mortensen protagonizó un incidente policial en el aeropuerto de Washington. A la espera de embarcar en su vuelo, Mortensen, que pasó parte de su infancia en la Argentina, alarmó a sus compañeros de hall y a las fuerzas de seguridad cuando empezó a gritar: San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores, había remontado un partido histórico ante Newell’s en su estadio, en el Bajo Flores. Se podía soñar con la permanencia en Primera División, y en la boca de Viggo sólo cabía el grito de gol, aunque los policías intentaran calmarlo. En mayo de 2012, Viggo Mortensen era el embajador de San Lorenzo en el mundo. Iba a los estrenos de sus películas y a las premiaciones con corbatas azulgrana, no dejaba pasar ninguna ocasión para hablar del club de Boedo, e inundaba con su pasión a otras estrellas del cine: las fotos en las que se lo ve envolviendo a la actriz Cate Blanchett en una bandera del Ciclón circularon en medios de todo el mundo. Y la noticia de que la vuelta al tradicional barrio –allí donde una sucursal de Carrefour ocupa el espacio de lo que alguna vez fue el Gasómetro- estaba más cerca se publicó, por ejemplo, en el diario británico The Independent. Pero el 13 de marzo de este año, la elección de Jorge Bergoglio como Papa de la Iglesia Católica convirtió a Francisco en, no sólo el Jefe del Estado Vaticano y en un motivo de entusiasmo para la comunidad católica argentina que vivió semanas de lo que el mundo llamó “Papamanía”, sino en el máximo representante Cuervo en el mundo. Esa alegría para muchos inundó de banderas amarillas y blancas cientos de balcones y de cartelería partidaria las calles. Para algunos de los que no estamos dentro de la comunidad católica, la omnipresencia papal en las pantallas y las conversaciones se volvió por momentos reiterativa, aunque el nuevo rol político y espiritual de Bergoglio fuera indiscutible. Pero cómo no sonreírle al rebote cuervo global, se preguntó esta cronista de corazón azulgrana, doblegada cuando el club de sus amores invadió las páginas del New York Times, cuando la historia del Padre Lorenzo Massa, que juntó a los pibes del barrio en una cancha para cuidarlos, se escuchó en tantas latitudes, cuando se supo que somos “cuervos” porque los curas jugaban con esos pibes vestidos de sotanas largas y negras. San Lorenzo fue el club de fútbol del que habló el mundo por algunos días: ya investido como Papa, Bergoglio, a metros de la Basílica de San Pedro, le dijo a Gonzalo Rodríguez, cronista de Caiga Quien Caiga, que uno de sus deseos era “que gane San Lorenzo”. Ese video también fue visto por millones de personas, que también vieron la foto del en ese momento Cardenal en el carnet de socio 88.235 del club de Boedo. Y vieron la foto de Bergoglio sosteniendo un escudo de tela, foto que se reprodujo en medios pero también en banderines que pueden comprarse en la peatonal Florida e incluso en cajas de bombones en las que conviven la religión espiritual y la futbolística. Cómo ser hincha de San Lorenzo y no emocionarse con la sola idea de que las millones de personas que por televisión o Internet siguen la ceremonia de unción en la que Jorge Bergoglio es investido Sumo Pontífice, se cruzan en la pantalla con la bandera azulgrana que viajó a la Plaza de San Pedro. Que esos colores, sólo por hoy, no son del Barcelona, el club que monopolizó la atención del mundo durante la última década. Son los del Ciclón. Incluso la hinchada reaccionó rápido y con creatividad, rasgo ya reconocido por los hinchas de otros clubes, y se hizo eco de la temática religiosa que envolvió sorpresivamente al club: “Che quemero por favor no te confundas, el padre nuestro es sólo un rezo, el padre tuyo es San Lorenzo”, le coreó a Huracán, el clásico rival actualmente descendido, desde las tribunas del Nuevo Gasómetro. Y cómo no reírse, cómo no cantar, cómo no aplaudir. Cómo no dejar de lado por un rato la sensación de distancia con la “Papamanía” cuando Boedo invade Roma. Lea la nota central de esta entrega: “El Papa me envió una carta para hablar de fútbol”. Por Pablo Calvo.
Posted on: Mon, 01 Jul 2013 14:35:57 +0000

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