Santiago Roncagliolo comenta sobre Prosas Apátridas : La - TopicsExpress



          

Santiago Roncagliolo comenta sobre Prosas Apátridas : La narrativa de Ribeyro, más que en el boom latinoamericano, se siente cómoda en la tradición de Maupassant, incluso de Carver: sus relatos están hechos de cosas pequeñas para la historia de la humanidad pero grandes para sus protagonistas. Y lo mismo puede decirse de sus Prosas apátridas, que según el prólogo, no son “las prosas de un apátrida o de alguien que, sin serlo, se considera como tal. Se trata, en primer término, de textos que no han encontrado sitio entre mis libros ya publicados y que erraban entre mis papeles, sin destino ni función precisos. En segundo término, se trata de textos que no se ajustan cabalmente a ningún género, pues no son poemas en prosa, ni páginas de un diario íntimo, ni apuntes destinados a un posterior desarrollo [...] carecen de un territorio literario propio.” Desde esta tierra de nadie, Ribeyro nos ofrece un conjunto de observaciones sobre un mundo en que aún existía la verdad. Y se atreve a dudar de ella. En la próspera Francia democrática, la visión de un par de barrenderos franceses le hace notar que “toda revolución no soluciona los problemas sociales sino que los transfiere de un grupo a otro, no siempre minoritario”. En el París post-68, se burla de los jóvenes hirsutos y barbudos que arengan a los obreros a levantar las barricadas, mientras los proletarios quieren pasar su domingo en paz después de trabajar toda la semana. Sus aforismos ponen constantemente el dedo en la llaga y señalan las escenas de la vida cotidiana que derrumban el edificio ideológico más sólido. Y es que la influencia del existencialismo formó a un Ribeyro notablemente sensible a la ausencia de sentido. El encuentro fortuito con un antiguo conocido le hace pensar en cuántas coincidencias deben haber ocurrido para que sus caminos se crucen en esa calle, en ese momento. La visión de los transeúntes que circulan despreocupados por la calle suscita en él horror por la indiferencia general ante la certidumbre de la muerte: “¡Con qué irresponsabilidad vive la gente!... ¿Ignoran acaso que a la vuelta de la esquina nos acecha lo invencible?” Por eso, su propia vida es tratada en este libro como un efímero paréntesis, en el que incluso el concepto del tiempo depende de nuestros antecesores y nuestros descendientes. “Para un padre, el calendario más veraz es su propio hijo”. Cuando su pequeño destruye los adornos de la casa, Ribeyro intuye la llegada de un nuevo mundo que acabará con el de sus predecesores. Y si el futuro es incierto, el pasado también. Nuevas revelaciones de hechos sin importancia nos obligan a reinterpretar constantemente lo que dábamos por seguro. La única perspectiva absoluta de las cosas es, paradójicamente, la que ofrece la muerte.
Posted on: Thu, 07 Nov 2013 17:33:26 +0000

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