Se habla con frecuencia de la pobreza, pero hay que hablar también de la riqueza. Se habla de las exclusiones y las necesarias políticas públicas de inclusión, pero hay que hablar también de aquellos que se incluyen solos: sin ayudas sociales y más bien con su propio esfuerzo y su iniciativa. Se habla de ayudar, de dar pescado, pero hay que hablar también de fomentar el deseo de pescar: porque no se puede enseñar a pescar a quien no está dispuesto a aprender. Porque cuando alguien quiere pescar busca cómo aprender; y cuando hay alguien dispuesto a aprender, siempre hay alguien dispuesto a enseñarle. Hablamos de fomentar el sencillo hecho de que la gente quiera salir adelante por su propia cuenta. Hablamos de que para acabar con la pobreza, se debe enseñar a generar riqueza. Nuestros políticos hablan con frecuencia de los problemas educativos. Pero insisten en mantener un sistema de enseñanza que forma a nuestros hijos para la dependencia en todos los sentidos, y no para la autonomía y la libertad. Insisten en un sistema que mata la creatividad, que promueve el miedo al fracaso y alienta el conformismo. Se habla con frecuencia del hambre, la desnutrición, y la pobreza. Se persiste en la vieja creencia de la “riqueza natural”, aquel paradigma que cree que los “recursos naturales” lo son todo. Olvidan que la riqueza es lo menos natural que hay. Olvidan que la riqueza debe ser creada, transformada. Se cree que los recursos naturales nos van a dar el progreso, pero se resisten a convertirlos en riqueza real. Se resisten a ponerlos en valor. Se resisten a creer que la fuerza radica en las ideas y en el emprendimiento. No acabaremos con la pobreza luchando contra ella, sino luchando por la riqueza. No acabaremos con la pobreza mientras las cabezas de nuestros gobernantes sigan “ideologizadas” y llenas de miseria. Porque hay pobreza en sus cabezas, hay miseria en sus miradas de interés electoral.
Posted on: Sat, 13 Jul 2013 19:01:24 +0000