Semana 12, canto XII, v. 178-192. ProyectoOdisea Semana doce de - TopicsExpress



          

Semana 12, canto XII, v. 178-192. ProyectoOdisea Semana doce de viaje, semana fatal en la cual las imprudencias del dream team de Odiseo (y de su insigne capitán) harán que éste tenga que pensar en comenzar a practicar deportes individuales. La letanía del “aunque tú [Odiseo] escapes, llegarás tarde, mal y en nave ajena, después de perder todos los compañeros” deja de ser una advertencia para transformarse en el comienzo de un relato de lo sucedido desde el paso por la cueva de Escila y el robo del ganado de Helio. Odiseo, señores y señoras, pierde en este canto, lo crean o no, a todos sus hombres. Como en otros cantos, las imprudencias de nuestro héroe tan pagado de sí mismo quedan ocultas tras las torpezas de sus subalternos amotinados, cansados o hambrientos. Pero, pensándolo bien, queridos amigos, ¿qué resulta peor para un equipo de guerreros errantes? ¿Y dónde está la falla más grave? ¿Es malo que un grupo de hombres vencidos por la fatiga del largo viaje le pidan a su jefe parar a descansar por un tiempo en una isla y que, desesperados por el hambre, decidan asar algunas vacas del dios Sol cuando el jefe se ausenta para orar (y cuando se ausenta demasiado tiempo, en verdad, ya que el paseo termina en una siestita reparadora, porque, hay que decirlo, Odiseo el glotón también ama la siesta)? ¿No resulta más grave que el capitán del equipo en vez de ocuparse de proteger a sus hombres se vista con su mejor armadura para subir al tablado de proa y que, en una pose inútil frente a un mitógrafo muerto de risa, permita que lo fotografían en el momento exacto en el que, cegado por los flashes de los paparazzi del mito, oteando el horizonte para divisar y quizás herir a Escila (aunque le han asegurado que tal hazaña es imposible) permita que Escila le arrebate seis hombres y los devore vivos? Y sin embargo, pese a todo, la fuerza del nostos de Odiseo nos hace reconciliarnos románticamente con el héroe, y perdonarlo. Sus hombres desordenan el tiempo al devorar el ganado de Helio, las 350 cabezas, número que no crece ni decrece, como también explica el Estagirita por algún otro lado y en algún otro momento, y son por ello castigados de modo inapelable con la muerte y la imposibilidad de retornar al hogar. Odiseo, por el contrario, amarrado al mástil de su embarcación, podrá –sólo él, ya que sus hombres han sido protegidos del hechizo monstruoso por la cera que les impide oír– escuchar a las Sirenas, las mujeres-pájaro que habitan en una isla sepulcral y que lo llaman a deleitarse con la canción eterna del pasado, la canción de las hazañas de Troya y del conocimiento del mundo, y sin embargo las ataduras le impedirán ceder a los encantos maléficos del canto. Odiseo podrá resistir (gracias a sus compañeros) el canto del pasado, permanecer en el presente y entonces asegurarse la posibilidad de un futuro. La sucesión temporal, tan diferente al eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Las Sirenas, Circe o Calypso son grandes obstáculos en la carrera de nuestro deportista contra el olvido. Chicas traicioneras, todas ocultan bajo la apariencia de regalos generosos (o el conocimiento del mundo, la juventud eterna o el placer de los sentidos), la agonía de una vida eternamente igual a sí misma y, justamente por eso, demasiado parecida a la muerte. Los dejamos, no podía ser de otro modo, con el single que es, fue y será un hit, la inolvidable canción de las Sirenas: «Atáronme ellos a la nave, de pies y manos, derecho y arrimado a la parte inferior del mástil; ligaron las cuerdas al mismo; y, sentándose en los bancos, tornaron a herir con los remos el espumoso mar. Hicimos andar la nave muy rápidamente y, al hallarnos tan cerca de la orilla que allá hubiese llegado nuestras voces, no se les encubrió a las Sirenas que la ligera embarcación navegaba a poca distancia, y empezaron un sonoro canto: “¡Ea, célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos! Acércate y detén la nave, para que oigas nuestra voz. Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz que fluye de nuestra boca, sino que se van todo después de recrearse con ella y de aprender mucho; pues sabemos cuántas fatigas padecieron en la vasta Troya argivos y teucros, por la voluntad de los dioses, y conocemos también todo cuanto ocurre en la fértil tierra.”» [canto XII, v. 178-192].
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 14:12:06 +0000

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