Sendero de sabiduría Bill Crowder LEA: Salmo 38:1-15 Dios - TopicsExpress



          

Sendero de sabiduría Bill Crowder LEA: Salmo 38:1-15 Dios mío, si estás enojado, no me reprendas; si estás furioso, no me castigues. 2 Me has herido con tu enojo, has descargado tu mano sobre mí. 3 Tan grande ha sido tu disgusto que nada sano tengo en el cuerpo; tan grande ha sido mi pecado que no tengo paz en los huesos. 4 Ya no aguanto mi maldad; ¡no soporto carga tan pesada! 5 Tan necio he sido, que hasta mis llagas apestan; ¡están llenas de pus! 6 Me siento cansado, y totalmente deprimido; todo el día ando muy triste. 7 Estoy ardiendo en fiebre; nada en mi cuerpo está sano. 8 Estoy muy débil y adolorido; tengo la mente aturdida. ¡Por eso me quejo! 9 Dios mío, pongo ante ti mis más grandes deseos; ¡no te los puedo esconder! 10 Mi corazón late con ansias, las fuerzas me abandonan, la vista se me nubla. 11 Mis amigos más queridos se quedan lejos de mí por causa de mis males; mis parientes cercanos se mantienen a distancia. 12 Los que quieren matarme me ponen trampas; los que buscan mi mal amenazan con destruirme, ¡no hay un solo momento en que no hagan planes contra mí! 13-14 Pero yo cierro los oídos y hago como que no los oigo; me hago el mudo y no digo nada. 15 Mi Señor y Dios, yo en ti confío; tú serás quien les responda. Porque en ti, oh Señor, he esperado; tú responderás, Señor Dios mío… —Salmo 38:15 A Albert Einstein se lo oyó decir: «Solo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y no tengo ninguna duda sobre esta última». Lamentablemente, parece que con suma frecuencia no hay límite para nuestra necedad… o para el daño que hacemos con nuestra insensatez y las decisiones que genera. Una etapa de remordimiento de esta clase llevó a David a expresar en el Salmo 38 su lucha y su queja a Dios. Mientras describía sus fracasos, así como las consecuencias dolorosas que padecía a causa de ellos, el pastor y rey hizo una profunda reflexión: «Mis llagas hieden y supuran. A causa de mi necedad,…» (v. 5 lbla).Aunque el salmista no da detalles sobre sus decisiones ni sus heridas en creciente deterioro, una cosa está clara: David reconocía que su necedad era la raíz del problema. La respuesta a tal insensatez destructiva es abrazar la sabiduría de Dios. Proverbios 9:10 nos recuerda: «El principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santo es inteligencia». Solo si permitimos que Dios nos transforme, podremos evitar las decisiones insensatas que causan tantos problemas. Su guía amorosa nos llevará a seguir el sendero de la sabiduría que agrada a Dios. Dios da sabiduría a quienes se la piden humildemente.
Posted on: Thu, 26 Sep 2013 13:14:41 +0000

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