Si las ideas revolucionarias se transmitieran a la misma velocidad y con la misma voracidad que las jergas lingüísticas, quien es pobre hoy sería menos pobre, el rico sería menos rico y, probablemente, hablaríamos mucho mejor. El problema reside ahora en que las jergas lingüísticas contemporáneas solo carecen cada vez de mayor sentido, si bien contribuyen, eso sí, al desarrollo de una revolución: la revolución de la estupidez. Es por ello que os podéis meter el "postureo" por el culo y darle vueltas a ver si caen chuzos de excremento porque poco más podréis extraer de semejante mierda, nunca mejor dicho. ¿En qué momento de la triste tragedia que supone la historia del ser humano se convirtieron las mores en aberrantes y paupérrimas modas inútiles? La respuesta está en las redes sociales, los botellones y, lo que más me duele, incluso en universidades y escuelas. Si en vez de bailar gangnam style, la juventud tomase como moda a costumbres que más tienen que ver con su bienestar que con el desdeñamiento del tiempo en aras de la estupidez, seguramente no tendrían que protestar por la reforma educativa o por la corrupción de la democracia, pero cuando la juventud adopta la costumbre de hacer botellón cada fin de semana o de juntarse para bailar un harlem Shake, en vez de juntarse en masa para luchar contra el opresor, es el opresor el que se aprovecha de las costumbres de los jóvenes y son los jóvenes los imbéciles que todavía no se han dado cuenta de que, ni el botellón les facilitará una beca ni el postureo un sobresaliente. Todo radica en una profunda crisis de las mores, de las costumbres, como el buen estudiar o el cultivar el lenguaje rico y variado, costumbres que se perdieron con el tiempo y de las que apenas quedan finísimos retazos disueltos entre unos pocos que, conscientes y afortunados, dan sentido y mantienen con vida a esto tan complejo y a la vez tan maravilloso, que algunos nos aventuramos a llamar moral.
Posted on: Sat, 22 Jun 2013 01:46:05 +0000
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