Si me pusiera a contar las veces en que he andado perdido, - TopicsExpress



          

Si me pusiera a contar las veces en que he andado perdido, seguramente sería necesario darle tiempo suficiente a la memoria, para reunir todas y cada una de ellas. Recuerdo que cuando niño les decía a mis amigos que yo tenía poderes sobrenaturales, que en mi casa guardaba un enorme libro de cuentos y que de allí sacaba los que les contaba cada noche, y que cada vez que perdía una apuesta con otro amigo, era porque tenía un corazón enorme y no me gustaba hacer sentir mal a los demás. Sin embargo, ni tenía poderes, ni existía ese libro, y cuando perdía era porque otros eran mejores que yo. Esa fue la primera vez que me perdí. Sí, fue la primera vez que me perdí en la mentira. Cuando era adolescente, frente a los demás, contaba con los dedos de ambas manos, la cantidad de chicas que habían sido mis novias, mientras me componía el cuello de la camisa y me peinaba el cabello con donaire, para luego asegurarles que había terminado con ellas porque ninguna llenaba mis expectativas. Sin embargo, nunca les dije que no era capaz de mantener una relación seria con nadie. Esta fue otra de las tantas veces que me perdí. Sí, sé perfectamente que me perdí en la vanidad. Cuando inicié una labor productiva, muchas veces hice sentir mal a mis compañeros de trabajo, señalando errores y gozando de sus equivocaciones, pues me consideraba el mejor de todos. Y cuando alguien deseaba defenderse, yo alzaba la voz para intimidarle y para no dejar que se escuchara sus argumentos. Sin embargo, sé perfectamente que quien menos tuvo la razón, fui yo. Sí, lamentablemente andaba perdido en la soberbia. Cuando cambiaba de trabajo y me ubicaba en otro, buscaba complacer en todo a mi jefe, llenándole de atenciones, pero sobre todo, lo mantenía informado de lo que hacían o dejaban de hacer los demás empleados, consiguiendo con ello una mejor posición. Sin embargo, lo que no quería aceptar, era la debilidad que tenía para ganarme un lugar por mérito propio. Y ahora sé, que en ese entonces, andaba perdido en la difamación y la ineficiencia. Las últimas veces en que me perdí, fue cuando me revolqué en el lodo de mis pasiones, cuando me olvidé de las necesidades de los que imploraban mi ayuda, y cuando me alejé de los que me amaban entrañablemente, al enredarme en las marañas del vicio. Sin embargo, nunca anduve más perdido, que cuando me alejé de aquel humilde carpintero de Nazareth, que vino a este mundo a dar su vida por mí. Afortunadamente, Él, en su infinita misericordia, perdonó mis errores, me condujo por el camino del bueno, perfumó con aceites mis cabellos, y con el mejor de los vinos ha rellenado mi copa. Hoy, su bastón y su vara me protegen, y sé que ya nunca más me perderé, pues tengo la fe de que al final de mis días, viviré en su mansión, por largos, largos años. Amén.
Posted on: Sun, 07 Jul 2013 22:39:20 +0000

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