Siervo De tú Amor Por Sandra Palacios Capítulo 8 8 -Termina de - TopicsExpress



          

Siervo De tú Amor Por Sandra Palacios Capítulo 8 8 -Termina de limpiar esa prenda de una vez – dijo Warenne al vasallo metiéndolo prisa - ¿llamaste a Líam? ¿Por qué no está aquí todavía? Su impaciencia era notable y a medida que pasaba el tiempo se tornaba en mal humor. El aludido entró a la carrera en la recamara frenando justo antes de chocar con el siervo. -Lamento la tardanza milord. Los guardianes están participando en los juegos y es un gran espectáculo. El conde le fulminó con la mirada. -Necesito de tus servicios. Tú, márchate – le dijo al siervo dándole una ligera patada en los tobillos. -Vos me diréis. – contestó Líam cogiendo una uva de un centro de frutas frescas. Sin duda un generoso obsequio del Conde de Carrick. Líam llevaba muchos años a su servicio. Sabia prácticamente todo lo que ocurría alrededor de su señor, ya fueran problemas políticos como de otra índole. Warenne no tenía más remedio que contar con él, o eso, o quitarle del medio como seguramente acabaría haciendo con el tiempo. -Se trata de MacBean. Esta mañana he conocido a la bella hija de Edwin pero me han informado que hay un primo. Douglas MacBean. – Miró al sujeto fijamente – ¡Nadie me dijo que fuesen dos MacBean los que aún quedaban con vida! – abrió los brazos hacía el hombre como si exigiera alguna contestación. Líam se limitó tan solo a mirarle con cara de no saber nada. - Lo quiero muerto. – terminó de decir Warenne. - ¿Aquí? ¿En Carrick? -Sí, qué más da un lugar que otro – sacó una pesada bolsa de monedas y la arrojó sobre la pequeña mesa de madera – habrá otra como esta cuando acabes el encargo. Líam evaluó la bolsa al peso y sonrió satisfecho. -Será como vos digáis… -No, espera – le detuvo rascándose la barbilla con una sonrisa ladina – He cambiado de opinión, no quiero que muera por el momento. Darle una paliza y dejarlo por ahí tirado. No lo hagas tú. Busca a alguien para hacerlo pero que no relacionen mi nombre. Cuando ese sujeto haya cumplido, acaba con él. Líam se encogió de hombros. -Como vos queráis. Warenne soltó una risilla. Mientras el primo se hallaba encamado, la muchacha estaría entretenida cuidándolo, así se olvidaría un poco de intentar atacarlo. Muy tonto debía ser para no darse cuenta de lo sucedido. Esa linda joven buscaba vengarse. ¡Pobre diabla! En el fondo sentía un poquito de lastima por ella y quizá en un futuro no muy lejano podría ofrecerla su compasión. Sonrió. Compasión no era el término que realmente tenía en mente, ni si quiera era la manera correcta de llamarlo, pero mientras él la estuviera montando, también podría consolarla. ¿No? Era bella la muchacha. Hermosa y peligrosa. Quizá una buena guerrera en su cama. De no haber estado casado le hubiera pedido la mano a Carrick o a quien hiciera falta. Se decía que el enemigo siempre mejor de frente y a lado que lejos y de espaldas. Y Lady MacBean le odiaba, lo había podido ver en sus ojos verdes, en la tensión de sus labios. No sería la primera ni la última mujer que lo aborrecia, hasta su esposa lo hacía y Warenne disfrutaba con ello. Le encantaba humillar a las féminas y verlas arrastradas sobre el piso. Lo enloquecía saber que todas estaban dispuestas para su use y disfrute, si no lo estaban no pasaba nada, su obsesión por forzarlas le proporcionaba más placer de lo inimaginable. -También voy a necesitar unos cuantos hombres valientes y bien entrenados. Quiero que partan inmediatamente a Inglaterra. Eduardo debe saber de la conspiración. – debía estar al tanto y él mismo se había propuesto enviarle la información con la traición que sus compatriotas los Higlands pensaban ocasionarle. Necesitaba que al menos lo nombrara guardián antes que se desencadenara la guerra, de ese modo tendría cierto poder entre los guerreros. – Márchate ya Líam. Espero recibir noticias. Nerys aplaudió cuando volvieron a proclamar campeón a Kiar por segunda vez consecutiva. Ese hombre era impresionante, tanto en belleza como en agilidad. Sus gestos, su rostro, todo él, era capaz de pasar de la alegría a la ira en un pequeño intervalo de tiempo y eso lo volvía más peligroso. La forma de mirar, de estudiar los puntos del adversario, la manera de moverse con la gracia de un tigre, con los sentidos alertas. Nerys era incapaz de apartar los ojos de él. Era totalmente un experto en la lucha y tan solo una vez había llegado a caer al suelo en un duelo ante Wallace, pero por lo demás se podría decir que era uno de los mejores guerreros de todas las Higlands. Los aplausos y los vítores llenaban el patio exterior entremezclándose con los claymors al chocar sus hojas metálicas. Los hombres lo miraban atentos, aprendiendo de sus movimientos, estudiando su posición. Las mujeres en cambio no podían ocultar su admiración, le dedicaban sonrisas alabando su cuerpo, le hacían graciosas caídas de ojos y más de una le piropeaba invitándole a pasar a un terreno algo más íntimo en cuanto acabara el combate. Nerys podía incluirse abiertamente entre las mujeres, sobre todo ahora que aún podía sentir aquella boca caliente sobre la suya, el sabor dulzón de sus labios, la calidez de sus manos cuando la abrazó. ¿Qué ocurriría después? ¿Intentaría el Macarthur interferir en sus planes de venganza? ¡Qué estúpida! Debía haber hecho caso a Douglas y haber sido más discreta a la hora de presentarse ante Surrey, pero bueno. Ahora ya habían sido presentados. Un poco más de tiempo y de paciencia era lo único que pedía. Fuerzas para cumplir con su cometido, así tuviera que pasar por encima de todos los guardianes. No quisiera hacerlo sobre Kiar pero no tenía alternativa, había jurado venganza y nada ni nadie lograría hacerla cambiar de opinión. Lo peor de todo era que Kiar ya conocía sus intenciones y se sentía con todo el derecho de detenerla. Él sabía lo que Nerys se proponía y no la iba a quitar los ojos de encima hasta que acabaran los esponsales. El Macarthur levantó el claymore al cielo soltando un grito de júbilo. Su mirada clara buscó a la de Nerys y la encontró observándole fijamente. -Viene a que le entreguéis un premio – La susurró Bella emocionada junto al oído al tiempo que la empujaba ligeramente contra una larga madera horizontal que hacía las veces de baranda para no caer desde las gradas. Nerys resopló por la nariz nerviosa. La mayoría de las miradas se volvieron hacia ella, unos ojos con envidia, otros con diversión e incluso con sorpresa. -¿Quién es ese hombre? – preguntó Helen discretamente cubriéndose la boca con la mano. -El señor Macarthur – le respondió su marido con orgullo. Repentinamente había visto en su mente el enlace de Nerys y ese hombre. Una alianza inigualable e inmejorable. Nerys se aferró a la barra de madera con fuerza y espero que Kiar se colocara justo abajo, frente a ella. No era una distancia muy excesiva por lo que la joven pudo escuchar sus jadeos después de semejante esfuerzo y destreza. -Lady MacBean, os ofrezco mi triunfo y espero poder ser recompensado con un recuerdo vuestro. De buena gana le hubiera arrojado algo a la cabeza. Estaba halagada pero ella no necesitaba sentirse así, mucho menos por él. Sentirse el centro de atención la colmaba de una timidez a la que no estaba acostumbrada. Recordó con nostalgia como su padre la dedicó uno de sus triunfos y como su gente aplaudió durante largos minutos. Era la hija pequeña de Edwin y siempre había sentido debilidad por ella. Nunca más pensó que algo así pudiera repetirse… hasta ese día. Si en realidad había cogido la prenda de Bella había sido por no volver a dejarlo en ridículo. No era tonta y era consciente de todos los ojos que estaban fijos en ella. No podría hacer ese feo al señor de Macarthur, mucho menos si se lo pedía con una hermosa sonrisa que hacia brillar sus ojos claros. Era tan complicado cuando los sentimientos se encontraban luchando continuamente… por un lado deseaba verle en todo momento, quería conocerle e incluso amarle ¿Por qué no? Era tan guapo y atractivo, tenía un cuerpo tan perfecto… Sin embargo el otro lado… Era dolor, traición, rabia. Ese cobarde no era digno de su amor. No estaba a la altura y no lo estaría nunca. No había movido un solo dedos pese hacerse llamar guardián de Escocia. Con las mejillas bañadas en color, Nerys le lanzó el pañuelo con fuerza para que llegara hasta él y Kiar lo recogió al vuelo sin ningún problema. Seguidamente besó la prenda con los ojos clavados en la muchacha y luego se la ató al musculoso brazo. Inclinó su cabeza hacia el anfitrión y abandonó el campo entre los halagos de sus hombres. Varias mujeres corrieron a él y una de ellas consiguió rodearle el cuello con los brazos. Nerys apartó la mirada en ese momento. No quería seguir viéndolo. Ni siquiera tenía porque sentir celos de ese hombre al que apenas conocía. Él podía hacer lo que le diera la gana y continuar con su vida, de hecho es lo que tenía que hacer pues cuando por fin Nerys cumpliera su venganza, exigiría sus tierras a Carrick y regresaría a su hogar. El MacArthur no estaba para nada dentro de sus planes. Y aunque pensaba eso sentía un pequeño tironcito en el pecho. Bruce de Carrick extendió una mano hacia ella ayudándola a descender el último escalón de madera. Todos seguían hablando de los fantásticos juegos mientras comentaban algunas posiciones o golpes maestros. -¿habéis disfrutado con el encuentro, miladi? Nerys se giró descubriendo a Kiar apoyado sobre una pared de madera con los brazos cruzados sobre el pecho. Se había trenzado dos gruesos mechones de ambos lados de su cara y los había entrelazado tras su cabeza con el pañuelo que ella le regalara. Tenía una pose tan varonil y a la vez un rostro tan encantador que Nerys sintió derretirse algo en su interior. Se asustó. ¿Cuánto hacia que se conocían, dos días? ¿Por qué sentía como si lo conociera de siempre? Ella nunca había estado enamorada. ¿Sería posible que esos nuevos sentimientos que comenzaban a crecer en su pecho fueran amor? ¡Dios quisiera que no! No deseaba enamorarse de él. :3
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 22:00:11 +0000

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