“Sigan sus pasos con sumo cuidado y atención”... - TopicsExpress



          

“Sigan sus pasos con sumo cuidado y atención”... ¿cómo? “NUNCA podré ser tan perfecto como Jesús, no importa cuánto ore o cuánto me esfuerce.” De las personas entrevistadas por la revista U.S. Catholic, el 89% de ellas concordaron con esta declaración. En efecto, la perspectiva de seguir los pasos de Cristo podría parecer abrumadora, especialmente cuando uno considera el cuadro que las iglesias han pintado de Cristo. Un católico dijo: “Por lo general me imagino a Jesús como una persona afectuosa, amorosa, alguien que muestra interés en otros, y que no espera demasiado de mí. Pero cuando voy a la iglesia, se deifica tan piadosamente a Jesús que me hallo perdido y humillado debido a mis imperfecciones”. Sin embargo, el registro de los Evangelios no ‘deifica piadosamente’ a Cristo. Muestra que Jesús nació, no en una familia de aristócratas, sino en una familia de la clase obrera. Su padre adoptivo, José, era carpintero. Aunque se sabe poco sobre la niñez de Jesús, hay un incidente bastante revelador. Cuando Jesús tenía 12 años, acompañó a sus padres a Jerusalén para celebrar la Pascua, según la costumbre cada año. En aquella ocasión él llegó a estar muy absorto en una consideración bíblica, y su familia se marchó sin él. José y María, con buena razón para estar preocupados, lo hallaron tres días después en el templo, “sentado en medio de los maestros, y escuchándoles e interrogándoles”. Además, “todos los que le escuchaban quedaban asombrados de su entendimiento y de sus respuestas”. Imagínese, a la edad de 12 años no solo podía hacer preguntas escrutadoras, orientadas hacia lo espiritual, sino que también podía dar respuestas inteligentes. ¡Sin duda sus padres le dieron una buena crianza! (Lucas 2:41-50.) Si eres joven, ¿puedes imitar el ejemplo de Cristo? ¡Claro que sí! Pues Cristo mismo te dejó ‘dechado para que sigas sus pasos con sumo cuidado y atención’. (1 Pedro 2:21.) La juventud es un buen tiempo para adquirir un conocimiento básico de Dios y de su Palabra. Es cierto, tal vez conozcas a algunos jóvenes que pierden mucho tiempo leyendo revistas de tiras cómicas o viendo televisión. Pero en vez de eso, ¿por qué no sigues los pasos de Jesús, que desde joven se deleitó en aprender acerca de Jehová? Debido a su amor por las cosas espirituales, “Jesús siguió progresando en sabiduría”. (Lucas 2:52.) Y tú también puedes lograrlo. Por ejemplo, en una escuela de África del Sur se le preguntó a un maestro si podía probar que la Biblia es verdadera. Él confesó que no podía. Pero un joven testigo de Jehová dijo sin temor: “¡Yo sí puedo probar que la Biblia es veraz!”. ¿Cómo? Él recordó la información que había estudiado en un número reciente de La Atalaya. De modo que, después de obtener permiso para hablar, pasó a explicar el significado de la profecía registrada en el capítulo 2 de Daniel. La clase quedó asombrada cuando él mostró cómo la profecía predijo la subida y la caída sucesiva de gobiernos mundiales, y la destrucción final de estos mediante el Reino de Dios. Luego siguió una excelente consideración en la que tuvo la oportunidad de contestar muchas preguntas. Vino para hacer la voluntad de Dios El fundamento del conocimiento y entendimiento bíblico que Jesús estableció en su juventud lo movió más tarde a dar un paso muy importante. “Jesús vino [...] al Jordán a Juan, para ser bautizado por él.” Había llegado el tiempo indicado para que cargara con su responsabilidad como ministro de Dios. Su bautismo significó que se estaba presentando para hacer la voluntad de Dios. (Mateo 3:13-15.) De igual manera, se requiere que los cristianos se bauticen en imitación de Cristo. El bautismo es un símbolo sagrado, una señal visible de la dedicación. Cuando concordamos en trabajar para una persona o una empresa, primero averiguamos los requisitos y condiciones implicados, y a menudo proseguimos mediante firmar un contrato. Pero sin la firma, el contrato no es válido. Lo mismo sucede con el bautismo; hace que nuestra dedicación a Dios sea válida. En cierto modo, al igual que Jesús, decimos: ‘¡Mira! He venido para hacer tu voluntad, oh Dios’. (Hebreos 10:7.) Así, llegamos a ser siervos de Dios, ¡sus ministros! (2 Corintios 3:5, 6.) Por supuesto, como en el caso de Jesús, usted primero tiene que adquirir conocimiento de Dios que le sirva de fundamento. Los testigos de Jehová pueden ayudarle tanto a usted como a sus hijos a hacer esto mediante un estudio sistemático de la Biblia. Puso el ministerio en primer lugar Después de bautizarse, Jesús entró en un período de ayuno, meditación y oración. Sin duda esto lo preparó para la tentación a la que se enfrentó después. Satanás el Diablo le ofreció la gobernación sobre “todos los reinos del mundo”. ¡Qué futuro habría tenido Jesús si hubiera aceptado la oferta del Diablo! Sin embargo, Cristo se dio cuenta de que tal futuro hubiera sido de poca duración. Inmediatamente rechazó al Diablo y, más bien, “comenzó a predicar y a decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado’”. (Mateo 4:2, 8-10, 17.) Durante el resto de su vida terrestre, Cristo fue ministro de tiempo completo a favor del Reino de Dios. De manera similar hoy día, el cristiano no debe permitir que el mundo de Satanás lo impulse a ir tras una carrera o un empleo bien remunerado como su propósito en la vida. Cuando Jesús llamó a aquellos que llegaron a ser sus primeros discípulos, “en seguida ellos abandonaron sus redes y le siguieron”. (Marcos 1:17-21.) Por lo tanto, ¿sería sabio llegar a estar enredado en la búsqueda de metas mundanas? Jesús manda a sus discípulos hoy día a ‘predicar las buenas nuevas del reino’. (Mateo 24:14.) Es cierto, usted quizás tenga una familia u otras responsabilidades que tiene que atender. Sin embargo, muchos testigos de Jehová emplean las noches y los fines de semana para cumplir con su responsabilidad cristiana de predicar. ¡Algunos hasta pueden arreglar sus asuntos para hacerlo de tiempo completo! En África del Sur, cierto joven planeaba asistir a la universidad después de completar sus estudios en la escuela secundaria. Sin embargo, después de simbolizar su dedicación a Jehová en bautismo, sintió la obligación de entrar en el ministerio de tiempo completo. Su padre, que no era Testigo, no estuvo de acuerdo al principio. Pero después de mucha consideración, finalmente accedió a que su hijo sirviera en la sucursal de los testigos de Jehová en África del Sur. Después de estar allí nueve felices años, se casó y emprendió la obra de predicar de tiempo completo con su esposa. Más tarde tuvieron una hija. Sin embargo, le pidieron a Jehová que los ayudara a continuar en el ministerio de tiempo completo. Recordaron la promesa de Jesús de que, si uno pone el Reino de Dios en primer lugar, “todas estas otras cosas [las necesidades materiales] les serán añadidas”. (Mateo 6:33.) Esto resultó ser cierto. “En el transcurso de los años hemos vivido una vida modesta —dijo el padre—, pero le hemos dado a nuestra hija un hogar donde existe un ambiente agradable y le hemos provisto todas las necesidades materiales.” “De genio apacible y humilde de corazón” Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mateo 11:28-30.) Cuando efectuó milagros, como el expulsar demonios, Jesús no se dio el crédito a sí mismo, más bien, admitió abiertamente que hacía aquellas cosas “por medio del espíritu de Dios”. (Mateo 12:28.) Y aunque podía captar la atención de un auditorio de manera que todos quedaban “atónitos de su modo de enseñar”, no buscó gloria para sí mismo. (Lucas 4:32.) En vez de eso, decía: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado”. (Juan 7:16.) Hoy día, los cristianos verdaderos tratan de mostrar la misma humildad. Por ejemplo, al enseñar a otros no atraen la atención a sí mismos. Más bien, están dispuestos a dar rápidamente todo el crédito a Jehová y a su organización por cualquier habilidad que tengan para transmitir el mensaje de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo preguntó: “¿Qué tienes tú que no hayas recibido?”. (1 Corintios 4:7.) La humildad de Jesús también se hizo patente al estar él dispuesto a recorrer miles de kilómetros como predicador itinerante, no en carruaje, sino a pie. En una ocasión él y sus discípulos estaban tan cansados que necesitaban ‘descansar un poco’. Sin embargo, al acercársele una gran multitud deseosa de recibir estímulo espiritual, Jesús se olvidó de su cansancio y “comenzó a enseñarles muchas cosas”. (Marcos 6:31-34.) Recientemente en Lesotho, África, un ministro viajante de los testigos de Jehová (superintendente de circuito) y dos compañeros mostraron el mismo espíritu. Caminaron durante 22 horas a través de terreno montañoso para visitar a unos compañeros cristianos que vivían en un lugar aislado. Fatigado por el viaje, el superintendente de circuito decidió descansar el día siguiente. Pero una gran multitud vino a él para saludarlo y hacerle preguntas. Aunque estaba agotado, se levantó y les enseñó acerca de las buenas nuevas del Reino. La reacción de aquellas personas fue tan animadora que los cansados viajeros se sintieron muy recompensados por sus esfuerzos. ¡Imítelo! El apóstol Pablo nos anima a ‘mirar atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús’. (Hebreos 12:2.) Esto lo podemos hacer mediante leer con regularidad los Evangelios y meditar sobre cómo podemos imitar a Cristo. Por ejemplo, Jesús mostró valor cuando denunció la hipocresía y santurronería de los líderes religiosos, aun sabiendo que ellos lo odiaban y que lo matarían. (Mateo 23:1-36; 26:3, 4.) Se mantenía sereno y calmado cuando estaba bajo ataque. (1 Pedro 2:23.) Al enseñar, mostró que comprendía la naturaleza humana y que tenía la habilidad para expresar verdades profundas en lenguaje sencillo. Pero el don más sobresaliente de Jesús fue el amor. “Nadie tiene mayor amor que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:13.) Hasta añadió una nueva dimensión a la palabra amor al decirnos que amáramos a nuestros enemigos. (Mateo 5:43-48.) ¡Qué modelo tan extraordinario ha sido Jesús para nosotros! El imitarlo no es fácil, y puede que fallemos de vez en cuando. Pero nunca deberíamos rendirnos. (Gálatas 6:9.) Pues hay millones de personas que están esforzándose con éxito en imitar a Jesús. Probablemente la persona que le trajo esta revista sea una de ellas, y con gusto puede ayudarle a seguir los pasos de Jesús, ¡CON SUMO CUIDADO Y ATENCIÓN! [Comentario en la página 5] Aun cuando era joven, Jesús mostró interés intenso en los asuntos espirituales. ¿Lo imita usted en este sentido? [Comentario en la página 6] Cristo rechazó una carrera mundana a favor del ministerio
Posted on: Mon, 08 Jul 2013 09:40:43 +0000

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