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Socializar la decisión de devaluar no exime al Gobierno del daño 05-09-13 00:00 Compartir Comentar ComentarImprimir Imprimir Enviar Enviar Aumentar Tamaño Disminuir Tamaño Texto GALERÍA Julian Guarino Sub Editor de Finanzas jguarino@cronista Los argentinos nos hemos acostumbrado a hablar más del dólar que del peso. Aunque hay una excepción: la devaluación. Hace algunas horas, el senador y candidato a renovar su banca por el Frente para la Victoria (FpV), Daniel Filmus, reconoció un giro en la política cambiaria del kirchnerismo hacia una devaluación más pronunciada del peso respecto del dólar y fundamentó ese accionar en mejorar la competitividad del cambio. Hablar de devaluación es hablar de sacarle valor a algo con respecto a otro bien. En este caso, cuando se habla de devaluación, se habla de sacarle valor al peso argentino, que es la moneda que emite el Banco Central. La connotación de lo que implica debiera ser 100% negativa. Alguien que decide sacarle valor de la nocha a la mañana al medio de pago y reserva de valor que recibimos por nuestro trabajo no puede querer nuestro bienestar. Sin embargo, en la historia reciente, y como si se tratara de un remedio mágico, la devaluación ha llegado siempre que las cuentas públicas estuvieron desbordadas, la competitividad debilitada, la credibilidad erosionada y el desempleo en alza. En los próximos días se tendrán más encuentros que involucran a dirigentes políticos con empresarios, banqueros, sindicalistas, etc. Son los titulares que convocó la presidenta y que, parece, serán parte responsable en las decisiones que se tomen de aquí en adelante, por lo menos mientras dure la mesa del Diálogo Social. El peligro que subyace es que ninguno de estos actores interpele a un Gobierno que tiene mayor responsabilidad que el resto en la toma de estas decisiones, incluso en las que vendrán en los próximos días. Sin un escenario propicio, nadie o sólo algunos grupos con intereses contrapuestos querría devaluar su propia moneda. Sin embargo, el análisis no debe ser simplista. Endilgarle a empresarios, sindicalistas, oposición y hasta banqueros la decisión de devaluar aún más la moneda no exonera al Gobierno del daño que esto provocará en aquellos que confiaron. Porque existe la posibilidad y probablemente éste sea el caso en que la devaluación es dentro de los peores escenarios, la menos dolorosa de las salidas. Por ejemplo, es preferible devaluar a perder empleos o tener más pobreza de la que ya hay. Devaluar implica entonces una pérdida del poder adquisitivo. Esto trastoca las decisiones de consumo y provoca una transferencia de riqueza de aquellos sectores con menos posibilidades a sectores que se han dolarizado de antemano. Por otro lado, en un contexto con devaluación e inflación, las presiones salariales de los trabajadores que exigen mayores remuneraciones reactiva en forma mucho más contundente la carrera entre los salarios y los precios. La pregunta que hay que hacerse es: ¿por qué se llega a esta situación? La otra pregunta que viene a continuación es ¿quiénes son los responsables de que, otra vez, la única salida sea sacarle valor a nuestra moneda? La mejor dentro de las peores salidas, una vez más...
Posted on: Fri, 06 Sep 2013 00:17:32 +0000

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