Somos los escritores de nuestra propia historia cotidiana La - TopicsExpress



          

Somos los escritores de nuestra propia historia cotidiana La incierta realidad nos llena, paradójicamente, de certezas. Nos muestra, sin lugar a dudas, la necesidad de establecer un encuentro fraternal de singularidades que realcen los brillos individuales, empequeñeciendo las opacidades inevitables tendientes a una pacificación colectiva. En esta sociedad desbordada de antagonismos, que oficiando como burletes defectuosos dejan filtrar raudales de violencia por los ventanales comunitarios mientras las piedras de la realidad no dejan de golpearlos, se hace imprescindible crear paréntesis, y poner punto final a tantas situaciones que quedando en la nebulosa de la indefinición nunca terminaran de cerrarse, y las vamos cargando como pesos muertos en la mochila de la vida. Peor aún, las vamos heredando y, como si fuera poco, las dejamos de herencia a las generaciones venideras. Será por eso que cada vez más y más, pululan entre nosotros los náufragos del sinsentido que, como sobrevivientes mutilados de humanidad, van surcando el desapasible horizonte vital. En estos tiempos donde el hombre propone y la sociedad de consumo dispone, generando la languidez existencial que flamea en el mástil cotidiano, es imperioso el reencuentro comunitario que nos posibilite un nuevo encuentro. Como un amanecer vital iluminando el universo de posibilidades que nos acerque, en lugar de un mundo de antagonismo que nos aleje. El todos contra todos debe dar lugar a todos junto a todos José Ortega y Gasset afirmaban que: “La humillación y la degradación son el modo de vida de aquel que se negó a ser quien realmente es”.¡Y cuánto vemos en nuestra sociedad, tanto de lo uno como de lo otro! Divisiones de toda índole subdividiéndose hacia el infinito, haciendo que cada uno habite universos personales irreconciliables con los demás. Y esa violencia imparable a la que parecería nos hemos acostumbrado, sumada a tantas otras situaciones degradantes, van sonando a diario como campanas de la fatalidad llamando a duelo por la humanización perdida, y por tantos deseos y necesidades insatisfechas carcomiendo la estructura emocional desvencijada… Somos los escritores de nuestra propia historia cotidiana, los hacedores de la trama social sobre la que transitamos, los actores de la obra comunitaria que a diario ponemos en escena, los fogoneros de los fuegos que encendemos o apagamos a diario, lo artífices de la realidad que construimos, los maleteros de la propia vida cada vez menos erguidos por el peso que transportamos, los pescadores en el río de nuestra existencia, los buscadores del tesoro vital perdido, la profecía de lo que seremos y la certeza de lo que hemos sido… Somos el texto buscando el contexto, brevísimos resplandores de un acotado tiempo terrenal. Somos sin posibilidad de no ser. Estamos sin posibilidad de no estar. Y tenemos un propósito. ¡La vida es un propósito! pero que viene con fecha de vencimiento. No se restituye. No se recupera. No se pide ni presta, ni se transfiere. No se vende, ni se regala. Sin embargo, seguimos permitiendo que la vida nos resulte cada vez más compleja e intrascendente, que la carga diaria se torne más pesada, que la violencia se imponga como manifestación permanente en todos los ámbitos construyendo vínculos que nos distancian en lugar de acercarnos al semejante. Anthony de Mello relata la conferencia que dio in Maestro acerca de la destrucción del mundo, la que concluyera en menos de un minuto. Y lo que dijo fue: “Estas son las cosas que acabarán con la raza humana: la política sin principios, el progreso sin compasión, la riqueza sin esfuerzo, la erudición sin silencio, la religión sin riesgo, y el culto sin conciencia”. Baltasar Gracián acotaría: “Lo bueno,si breve, dos veces bueno”…
Posted on: Mon, 17 Jun 2013 23:46:52 +0000

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