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Son Tema CNTE toma las callesGranierHallan a jóvenes del HeavenElección Vecinal DFPrimer Informe de Gobierno Más Temas » Gonzalo Sánchez de Tagle Sobre el autor Gonzalo Sánchez de Tagle, Abogado por la Universidad Iberoamericana y maestro en derecho constitucional y derechos humanos por la Universidad de Georgetown. Cuenta además con estudios en políticas públicas y teoría del estado y, es sobre todo, historiador por complacencia. Gonzalo Sánchez de Tagle 01/Sep/2013 00:00 HRS El juicio y la substancia política El canciller prusiano Otto Von Bismarck, estadista del siglo XIX, con una elevadísima habilidad y olfato político, sostuvo que el Imperio Prusiano jamás debería entrar en conflicto con los países que le hacían frontera en el oeste, Francia sobre todo, al mismo tiempo que en el oriente, específicamente Rusia, es decir, no debía de entrar en una guerra en los dos frentes, porque pondría en peligro la subsistencia del imperio. Imprimir E-mail Su política exterior trató, con éxito, de mantener el balance de poder en Europa, sobre todo después de la guerra franco-prusiana. Este balance fue sostenido hasta la primera guerra mundial en que el Imperio y el emperador Guillermo II fueron derrocados, al hacer la guerra en ambos frentes. Isaiah Berlin, el historiador de las ideas y liberal por excelencia del siglo XX, en su texto “Sobre el Juicio Político” (Revista Vuelta, noviembre de 1996), define la cualidad de los políticos, de los estadistas (para bien o para mal), como aquella capacidad de poder anticiparse a los hechos y a las circunstancias específicas, sociales e individuales, en cada momento determinado; eso que denominamos olfato, razón práctica, capacidad de síntesis y no de análisis, una comprensión intuitiva de la vida pública, que no es posible aprender de la ciencia o las escuelas. Dice Berlin, precisamente refiriéndose a Bismarck que él, “conseguía integrar o sintetizar los soplos o fragmentos pasajeros, interrumpidos, infinitamente diversos, que constituyen la vida a cualquier nivel, ni más ni menos que todo ser humano, en alguna medida, debe integrarlos (si de sobrevivir se trata), sin pararse a analizar cómo hace lo que hace y si habrá una justificación teórica de su actividad”. Berlin de esa manera se refiere a las formas de la política, a acciones pragmáticas, efectivas y eficaces en el espectáculo social de la política. Pero habría que agregar que, un buen político, además de tener buen juicio, debe ser un político con substancia, con ideas claras para el futuro de la sociedad que gobierna, con un proyecto, cuando menos en esencia, claro para el país. A raíz del informe de gobierno de Peña Nieto, es pertinente analizar “el juicio político” de las acciones que ha emprendido y enfrentará el gobierno federal y el propio Presidente. Claro está que son sólo nueve meses de gestión administrativa, que un análisis adecuado siempre requerirá perspectiva temporal e incluso histórica y que, además, sólo la distancia nos permite distinguir entre la perseverancia y la necedad de un político. El gobierno de Peña Nieto, ha tenido buen juicio político en algunos frentes, pero esencialmente ha desarrollado una política semántica, de proposiciones y augurios. Falta la reforma fiscal que implica mucho en materia de aspiraciones y pretensiones políticas de fondo. Pero también esperamos aún, políticas claras y profundas en derechos humanos, en indigenismo, en salud, en corrupción y rendición de cuentas, en pobreza (a pesar de la Cruzada Nacional contra el Hambre), en migración y, sobre todo, de recomposición social. Lo que hasta ahora se ha hecho es casi exclusivo del ámbito económico. Sin duda alguna, el hecho que más ha demostrado juicio político por parte del gobierno federal, que no sólo y no exclusivamente del presidente, es el Pacto por México. Más allá de las consideraciones estrictamente jurídicas que sobre este documento se tengan, refleja una habilidad política pocas veces mostrada en la historia moderna de México. Es así por distintas causas. En primer término por las circunstancias políticas y sociales en las que se desarrolló. Si bien las elecciones presidenciales del 2102 no tuvieron las mismas secuelas que en el 2006, el PAN perdió la presidencia de la república, López Obrador no había reconocido la elección (con la polarización social y política que ello conlleva), se generó el movimiento yo soy 132 y el 1º de diciembre hubieron movilizaciones sociales que generaron abusos por parte de la autoridad en el Distrito Federal. Aunado al hecho de que tanto para el PAN como para el PRD implicaba una lectura muy distinta sobre el costo político que el incorporarse al Pacto pudiera generar al interior de sus partidos. El Pacto reflejó una gran operación sobre la lectura de los tiempos y las condiciones específicas de los actores políticos, como para prever, con cierto grado de veracidad el éxito material y político del mismo. De ahí, las reformas constitucionales en materia educativa, en telecomunicaciones, competencia económica, transparencia (aunque se pretendieron echar para atrás) y la energética que viene. Esas modificaciones se venían arrastrando como parte de las reformas estructurales y el Pacto las hizo posibles. Ahora bien, será buen juicio político asumir como agotado el Pacto por México, porque más allá de ser un acicate de acuerdos, pareciera ser que empieza a ser un lastre. Ya colmó su vida útil y fue un admirable acto de la clase política toda, pero de persistir en su continuidad, podría ya convertirse en una necedad más que en una perseverancia y demeritar la calidad de las propuestas. Luego viene el arresto mediático de Elba Esther Gordillo, con el beneplácito, por diversas razones, de casi todos. Si bien resulta claro que la detención no obedece a una política de combate a la corrupción y rendición de cuentas, que es justamente lo que debería de suceder, refleja cuando menos cierto grado de buena lectura política, en la medida en la que Elba era la villana favorita de la política nacional. El juicio político al que se refiere Berlin (que poseía en buena cantidad Bismarck), no implica que se trate de políticas o actuaciones positivas, consiste en saber leer el momento oportuno de las circunstancias públicas. De ahí que la aparente abstención del gobierno federal en las elecciones del 7 de julio, además de ser una obligación constitucional, se puede leer, como una buena lectura de las circunstancias para preservar el Pacto por México. Por otro lado, a pesar de que es competencia del Poder Judicial de la Federación, las liberaciones a Florence Cassez y Caro Quintero y la exoneración a Raúl Salinas de Gortari, han tenido impacto negativo en la percepción del gobierno federal, quizás con razón. Sobre eso, ha faltado habilidad política en la medida en que se le acusa de poner las condiciones políticas y facilidades para que ello sucediera. Por su parte, los eventos de las últimas semanas en la Ciudad de México pudieran representar que el buen juicio ejercido por el gobierno federal a la fecha, se venga para abajo. Es así, porque en primer lugar se ha mostrado una falta de capacidad tanto institucional como política para garantizar los derechos de los ciudadanos del Distrito Federal e impedir el secuestro material de la ciudad. En sí mismo, el hecho de que los “maestros” de la CNTE estén en la capital y estén haciendo lo que hacen, implica una muy escaza lectura política sobre el potencial conflicto que generaría la aprobación de la Ley del Servicio Profesional Docente sin tomarlos en consideración. Lo que no implica, por supuesto, declinar en la necesidad de evaluarlos. Y está por verse, si todas las batallas, en todos los frentes (contradiciendo a Bismarck), que pretende librar el gobierno federal en los próximos meses, las inició como parte de un elevado juicio político, anticipándose a las circunstancias o, se trata precisamente de lo contrario. Estamos hablando de: reformas secundarias en educación, en competencia económica y telecomunicaciones con la CNTE y los grandes medios encima del gobierno; reforma energética con López Obrador, la CNTE, el Mosh y cualquier otro apuntado; reforma fiscal, que se supone viene en serio; el gravísimo problema de las autodefensas; el gravísimo problema de la seguridad que, aunque decrece, sigue siendo un factor de inestabilidad institucional; la reducción en las estimaciones de crecimiento económico a 1.8% y bajando, entre los que se sumen. Son demasiados frentes. Algunos iniciados por el gobierno federal y otros más ocasionados por motivos exógenos, pero que en todo caso tiene que atender y son propios de la política. Aquí viene a cuento la tenacidad política de Bismarck de no jugársela toda en dos o más frentes. Esperemos a ver el juicio político del gobierno federal. Es decir, si sale todo y bien, buen juicio político. Si sale todo y mal, o no sale todo, mal juicio político. Falta por supuesto y sobre todo, la substancia. Hasta ahora, el gobierno se ha enfocado en las formas, en la semántica. Hace falta una propuesta integral y funcional en materia social y de derechos humanos, que no parte de una apreciación sobre el juicio político, es decir, no atienden a una circunstancia de una lectura política afinada. Pero que en un país con el 40% de su población en pobreza extrema, la verdadera libertad e igualdad, que impide la pobreza, se vuelve el tema más importante. Van sólo nueve meses de gobierno. Esperemos que el buen juicio político persista, pero sobre todo, que la substancia y el fondo, de existir, comiencen a ver la luz. Twitter: @gstagle
Posted on: Sun, 01 Sep 2013 18:48:18 +0000

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