TLC OPORTUNIDAD O AMENAZAS ?? La promesa base de los TLC es - TopicsExpress



          

TLC OPORTUNIDAD O AMENAZAS ?? La promesa base de los TLC es que llegarían productos terminados con bajos precios, se exportaría más y habría mayor inversión extranjera lo que generaría empleo. Sin embargo, esto no ha sucedido hasta el momento, razón por la cual los importadores y distribuidores han sido los mayores beneficiarios, quienes a pesar que han dejado de comprar a proveedores nacionales por conseguir menores costos en el extranjero, no traspasan este beneficio al consumidor final. Un año después de firmarse el TLC con Estados Unidos, las exportaciones hacia Colombia en productos agrícolas aumentaron 81% mientras que las de Colombia hacia ese país no han tenido un crecimiento significativo. Por su parte, lo poco que exporta Colombia no tiene mayor valor agregado, limitándose a productos agrícolas y a materia prima en general. La agroindustria colombiana no ha tenido el despliegue esperado viéndose amenazada por importaciones con menores costos de producción. El caso de Canadá es diferente pues las importaciones y exportaciones binacionales han caído considerablemente dos años después de firmado el TLC. El DANE muestra que las exportaciones hacia ese país pasaron de US$205,6 millones en el 2012 a US$163,8 en el 2013 y que las importaciones disminuyeron de US$429,2 millones a US$375 millones a julio del presente año, obteniendo así un mayor beneficio las empresas canadienses frente a las colombianas. El TLC con Europa traerá nuevas repercusiones para el agro y otros sectores, pues a pesar que ese continente está en quiebra, sus empresas aún tienen la capacidad de producir más barato que Colombia en subsectores como el lácteo. Esto ha preocupado a pequeños y medianos productores quienes serían los más afectados. Además, al igual que sucede con EEUU y Canadá, el portafolio de productos colombianos se limita a materia prima y no se cuenta con la logística necesaria para ingresar a ese mercado. Los Tratados de Libre comercio con países como Corea del Sur, Turquía, la AELC (Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein), Israel, Panamá y otros países latinoamericanos han pasado de la expectativa a la desilusión pues aunque no han entrado en vigor, la experiencia ya hace prever sus efectos. El riesgo es que con tantos tratados vigentes y sin competitividad, las empresas colombianas tiendan a desaparecer y el país se convierta en una especie de puerto libre dependiente de las importaciones para satisfacer necesidades básicas como la alimentación. Una de las mayores desventajas de los colombianos respecto a los TLC son los visados. El libre tránsito es indispensable para hacer negocios pero a los colombianos nos exigen este requisito en casi todos los países con los que se tiene tratados de libre comercio. No obstante, a Colombia sí ingresan los extranjeros sin ninguna restricción y hasta gozan de los mismos derechos que cualquier colombiano, teniendo así una clara desigualdad en materia de negocios y de ciudadanía. No es que los TLC sean malos o buenos, eso depende de los términos de la negociación. Puede ser una oportunidad para las empresas pero también puede ser una amenaza dependiendo de lo competitivo que se sea. En el caso particular de Estados Unidos, mediante programas como Farm Bill subsidian a sus campesinos y los ayudan en el proceso agroindustrial y logístico con miras a la exportación. En contraste, Colombia dejó solos a sus campesinos frente los pares de otros países. El paro agrario busca entre otras cosas esto mismo (subsidios), así lo pidieron los cafeteros y así lo quieren hoy otros sectores. El problema es que el Estado no tiene los recursos suficientes porque la mitad de la plata se la gastan en guerra y la otra mitad se la roban. Prueba de ello es el programa Agro Ingreso Seguro que fue creado supuestamente para ayudar a los campesinos más pobres pero terminó enriqueciendo a poderosos hacendados, políticos corruptos y hasta personajes de farándula. El Estado no puede pretender que los campesinos sean competitivos automáticamente con la firma de un tratado de libre comercio. Esto además de ser un absurdo es una irresponsabilidad. Es necesario que se tomen las medidas para que el agro colombiano salga de la miseria en que se encuentra. Colombia es un país de innegable origen campesino y mientras allí las cosas estén mal, el resto del país también lo estará. Además, las ciudades no podrían existir sin el campo y no debemos dividirnos entre campesinos y citadinos pues somos ciudadanos de una misma patria. Seguir apostando a los TLC en condiciones de desventaja es un suicido económico. Capacitar a los campesinos, concederles préstamos, subsidiarlos, crear agroindustrias y acompañarlos en el proceso de exportación ayudaría en gran parte. Los paros recientes deben servir para que se debata abiertamente el contenido de estos tratados pues es evidente que no se han socializado por lo que la ciudadanía ignora su impacto real. Lo más correcto sería someter su continuidad o modificación al escrutinio público ya que al parecer fue firmado para satisfacer intereses particulares en perjuicio de las mayorías. El país necesita inversión extranjera pero esto no debe convertirse en la excusa para privatizarlo todo porque se estaría retrocediendo en materia económica. El neoliberalismo destruye países y de eso aún no somos conscientes en Colombia pues nos hemos visto "beneficiados" por una supuesta inversión extranjera que se limita al sector extractivo, financiero y uno que otro hotel. Pero tarde o temprano, estos capitales se irán dejando devastados nuestros recursos naturales, convirtiéndonos en así el país más rezagado de la región. Los empresarios colombianos tampoco tienen autoridad moral para quejarse de los efectos del TLC pues fueron quienes prácticamente eligieron a nuestros gobernantes con sus apoyos económicos. Además, durante años se han preocupado sólo por ellos mismos sin estar comprometidos realmente con la generación de empleo y muchos sólo quieren vivir de la renta y del interés más no de la actividad empresarial. A esto se suman medidas absurdas como pagar bajos salarios a los trabajadores y a la vez pretender vender los productos más caros de la región. En la apertura económica impulsada a principios de los 90, muchas empresas se quebraron ya que no estaban acostumbradas a competir. 20 años después aún siguen funcionando como en el siglo pasado. Esto es culpa tanto de los empresarios como del mismo Estado pues debieron aprender de su experiencia y haberse esforzado por ser más competitivos mediante capacitaciones en distintas áreas tendientes a la exportación y a medir los efectos de los tratados. Mucha suspicacia ha tenido la llegada de empresas como Starbucks, algunos sectores reaccionarios tildan a esa compañía con descalificaciones cuando en realidad esa clase inversión le sirve mucho al país pues genera empleo, estimula el consumo de café y brinda una mayor oferta. Además se está desconociendo que empresas como OMA y Juan Valdez tienen capital extranjero. Algo muy parecido sucedió cuando llegó McDonald´s al país, algunos hablaban del quiebre de sus negocios pero en realidad, este tipo de inversión es necesaria para la generación de empleo y dinamiza mucho la economía nacional. Lo que sí es preocupante es la supuesta inversión extranjera en sectores extractivos como el minero y petrolero, que inflan las cifras del gobierno pero que no generan empleo, pagan pocos impuestos y cometen daño ecológico. Si bien la explotación de los recursos naturales es necesaria para el desarrollo del país, no debería hacerse a tal nivel de desventaja, mucho menos cuando se trata de sectores estratégicos de la economía. En ese sentido, la venta del 57.6% de las acciones de ISAGÉN es un error. Por su parte, el sector financiero se ha beneficiado de capitales golondrina que huyen de Europa y Estados Unidos buscando mejores tasas, pero en cualquier momento se irán sin haber producido empleo y dejando un peligroso vacío. Antes de firmar un nuevo TLC, el Estado colombiano debería evaluar con mayor vigor el impacto del bolsillo del consumidor priorizando la empresa colombiana y sobre todo, garantizando la generación de empleo. Es necesario crear compañías ya sean estatales, privadas o mixtas con capital nacional o extranjero. Lo importante es que se generen nuevos puestos de trabajo, riqueza y desarrollo para el país. También hay que tener en cuenta aspectos como la transferencia de tecnología, la soberanía y los derechos del consumidor, del trabajador y del ciudadano. No hay que estar en contra de los TLC sino de las malas negociaciones y de la incompetencia. La economía debe ser abierta pero con un sano equilibrio entre el sector estatal y el privado. Cuando todo es del Estado se pierde emprendimiento y competitividad y cuando todo es privado se pierde soberanía, no hay inversión social y nos pasa lo de Europa. Lo más racional es tener mayoría accionaria estatal en los sectores estratégicos de la economía, lo demás debe estar en manos de la ciudadanía.
Posted on: Tue, 01 Oct 2013 12:41:25 +0000

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