TODA LA LUZ DE GONGORA CARLOS RIVERA Por los limpios caminos de - TopicsExpress



          

TODA LA LUZ DE GONGORA CARLOS RIVERA Por los limpios caminos de Trassierra, acristalados por el aire, me place pasear algunos domingos degustando en el verso barroco de Don Luís de Góngora el sosiego de la naturaleza íntima a la que debo libros que aún reservo en las cavas de mi alma como se guarda el vino añejo en las bodegas de Montilla. Algún día comenzaré a darle forma y vida a mi nonato “Cuaderno de Trassierra”, una experiencia luminosamente freudiana, y conversaré imaginariamente con el cura ( y “racionero” de nuestra catedral ) que debió sentir lo que yo siento, vivir lo que yo vivo en los atardeceres luminosos de la aulaga y el lentisco, bajo un retablo de nubes de El Greco, y, abajo, Córdoba invisible y desnuda en la llanura indolente, entre el excelso muro de sus muchas soledades y las descoronadas torres con nostalgias de almuecines. Vista desde mi observatorio de dominguero ocasional en Trassierra, Córdoba es, como en la octava número diez, la “opilada camuesa” que fermenta bajo el acero amarillo de este sol nuestro que ennavaja la carne. Eso se nota al descender, automóvil abajo, por las cornisas florecidas de romero y aromo, cuando la tarde de domingo se va difuminando a todo octano hasta convertirse en esa “paja rubia” del día más dilapidado y hermoso. Toda la luz de Góngora es como un doble juego de alusiones y elusiones. Aludir : comunicar a la palabra de uso corriente la plasticidad cualitativa y provocadora del artista, para así eludir, por ejemplo, llamar a las vulgares gallinas por su nombre, confiriéndoles la grandeza de convertirlas en “crestadas aves- cuyo lascivo esposo vigilante doméstico - es el del sol nuncio canoro”. Ustedes me dirán que este rodeo es una inútil argucia o una solemne pedantería. Sólo que estamos en el siglo XVII, y Góngora, además de ser un poeta como la copa de un pino de Trassierra, era un provocador inteligente y sutil que entendió, como en su tiempo lo entendiera Ovidio, que la suprema utilidad del arte consiste en avivar el ingenio de los lectores. Eso lo hizo mejor que nadie el que fuera, ocasionalmente, cura párroco de Santa María de Trassierra, instalado, a lo largo de toda su vida creativa, en un original ejercicio de estilo sobre la mutabilidad de lo humano, desde el “vanitas vanitatis” al “carpe diem”, manejando la lengua castellana con la personalidad de un subvertidor de las formas, de un transgresor del lenguaje que alternó la seriedad con la burla, no dudando utilizar, en ocasiones, incluso materiales carnavalescos en el ludismo de sus juegos de palabras. Huyendo de los lugares comunes del idioma, el habitante sonoro de Trassierra se ubicó en el paisaje de los primores de lo vulgar, especialmente en sus letrillas, tan luminosas como el cielo de nuestra sierra cuyos caminos debió transitar perturbado por el olor a madroño y a romero, a carne de naturaleza viva que él acabaría convirtiendo, con estructuras perfeccionistas, en pura filigrana cordobesa. Ese es nuestro Góngora. Y el de la oscura fonética conceptual que oculta toda una clarividente razón de belleza convertida “en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”. Y el que, como ningún poeta de su tiempo, era capaz de una dialéctica tan personalizada en la tensión del soneto como en la deleitosa ironía del intelectual ante la crisis de la España decadente. Y el que, junto a la flor de la jara, pentapétala y bellísima, ve correr un arroyo que “en labios de claveles se reía”. Los poetas de la generación del 27, y algún retórico poeta de la corte, han convertido a Góngora en el pastor mayor de sus rebaños de palabras, aunque ninguno de ellos tuvo la sutilidad precisa, el ingenio preciso para acercarse siquiera a un endecasílabo de sus zapatos. Sólo Hernández y Lorca se aproximaron estéticamente a su luminoso rastro, aunque ni uno ni otro tuvieron la osadía de las arriesgadas asociaciones verbales ni los reflejos estilísticos de nustro Luís de Góngora, que continúa siendo, a estas alturas, no sólo el más “novísimo” de los “novísimos” sino un ejemplo de creatividad literaria irrepetible.
Posted on: Sat, 28 Sep 2013 11:01:23 +0000

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