TODA UNA VIDA ( Propiedad de Ana M. Fernández) Parte 34 Elena - TopicsExpress



          

TODA UNA VIDA ( Propiedad de Ana M. Fernández) Parte 34 Elena Gosse también notó las miradas entre los jóvenes y sonrió con cariño a su hijo en el momento que sus miradas se cruzaron. Marcus le devolvió la sonrisa y volvió a mirara a Amanda. Al terminar la cena, los caballeros se retiraron a otra sala a fumar y tomar una copa de licor. Las mujeres por su parte, se reunieron en el salón, donde continuaron la velada charlando animadas. Una de las damas se ofreció para tocar el piano y entretener al resto de invitadas. Todas se sentaron para escucharla, menos Amanda que se acercó a una de las puertas que daban al jardín. Estaba tan agitada que no podía estarse quieta, salió a la terraza y se apoyó en la baranda. La noche estaba estrellada y el suave aroma de las flores impregnaba el aire. Cerró los ojos y aspiró con fuerza la deliciosa fragancia. Sintió unos pasos tras ella. Se giró y se encontró con los ojos azules que la volvían loca desde que tenía uso de razón. -¿Te has escapado? -dijo sonriendo. -Y tú también. Prefiero estar contigo que con esos carcamales. Se miraron unos instantes que parecieron una eternidad. -¿De verdad me quieres? -preguntó tímidamente. -Más que a nada en el mundo pecosa -se acercó más a ella- no sabes la tortura que supone tenerte cerca y no poder tocarte. -Ahora nadie nos mira -tentó con una sonrisa provocativa en los labios. Dio un paso atrás para ocultarse en las sombras de la terraza y tendió la mano. Fue hacia ella, cogió la mano que le ofrecía y muy despacio acercó su cara a la de Amanda, buscando sus tentadores labios que lo esperaban entreabiertos. El primer contacto suave y delicado fue el prólogo de un beso apasionado, al que ambos se entregaron sin reparos. Las manos de Marcus recorrían los brazos de Amanda, su cuello, su cara, quería tocarla, necesitaba aquel contacto. La apretó contra su cuerpo mientras seguía saboreando el dulce néctar de su boca. Amanda se sentía mareada, todo su cuerpo parecía arder con cada caricia de Marcus. Sentía la dureza de sus músculos contra su cuerpo. Con los brazos al rededor de su cuello se movió contra las caderas de él, algo en su cuerpo le pedía más y se movía por instinto. Marcus gimió ante aquel movimiento, su miembro estaba tan inflamado que temía por la integridad de sus pantalones. Con un gran esfuerzo la separó de él. -Creo que no ha sido buena idea pecosa. -Pero... -intentó protestar, pero Marcus la interrumpió. -No digas nada, por favor. Será mejor que entres, la señora Berth ha terminado de tocar -la empujó con suavidad hacia el interior del salón. Miró hacia atrás con el ceño fruncido a modo de protesta. Marcus le volvió a dar un empujoncito en el hombro para que entrara. La vio dirigirse hacia el grupo de mujeres que aplaudía la actuación de la señora Berth. Siguió allí unos instantes para serenarse, sentía cada centímetro de piel arder de deseo, el deseo que Amanda había despertado con tanta facilidad. La sensual forma de moverse contra sus caderas lo había desarmado por completo. Estaba perdidamente enamorado de aquella mujer. Un rato más tarde los hombre habían vuelto al salón junto a las damas, Marcus ya se había repuesto y también se reunió con ellas. Amanda lo vio entrar y le sonrió, estaba hablando con Elena y ésta no pudo evitar fijarse en la sonrisa de la joven. -¿Ya te lo ha dicho? -Amanda se sorprendió, pero vio la dulce sonrisa de la mujer y se sonrojó ligeramente- Nunca había visto a Marcus así, me alegro de que por fin haya encontrado el amor y me alegra que seas tú la elegida. No dijo nada, pues Marcus había llegado a su lado. -Una velada encantadora madre -dijo sonriendo a la mujer. -Eso creo yo también. En ese momento una de las parejas se acercó a ellos para despedirse. Amanda fue a sentarse junto a su madre. -Tienes buen aspecto cariño ¿estás mejor? -Mucho mejor mamá -no podía dejar de sonreír- sin duda mucho mejor. No tardaron en comenzar a irse el resto de invitados, entre ellos los Parker. Se despidieron con la promesa de verse en esos días. No tuvieron oportunidad de quedarse otro momento a solas, pero el despedirse Marcus aprovechó para susurrarle -Te quiero. El color volvió a teñir las mejillas de Amanda. Cuando esa noche, por fin se metió en la cama, se durmió pensando en aquellas palabras y en el beso que se habían dado. -¿Qué piensas hacer ahora? -interrogó Elena- ¿Cuales son tus intenciones? Meditó la respuesta durante unos minutos y contestó -Supongo que lo correcto sería hablar con sus padres y anunciar el compromiso, pero lo que me apetece es secuestrarla y casarme con ella ya. -Marcus, por dios. -Estaba bromeando madre. Muy a mi pesar, tendré que hacerlo como dictan las normas. ¿Crees que mañana sería un buen día para hablar con los Parker? -Todos estos años rehuyendo el matrimonio y ahora te entran las prisas. -Así son las cosas. Si hace tan sólo una semana, me lo hubieran dicho, me habría reído con ganas, por lo absurdo de la idea. Y sin embargo ahora lo absurdo es tener que esperar para que Amanda sea mía. -En ese caso, creo que mañana puede ser un buen día para ir a pedir su mano. :3 like :3
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 16:10:09 +0000

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