TODOS SOMOS ÚNICOS. Existe una mentalidad o personalidad que - TopicsExpress



          

TODOS SOMOS ÚNICOS. Existe una mentalidad o personalidad que podríamos llamar egótica cuya tendencia es comparar todo. Esta mentalidad lineal es propia de personas que les gusta criticar, evaluar, ponderar, analizar todo para buscar relaciones matemáticas de “más… que”, “mejor… que, inferior… que”, “superior... que” o, en el mejor de los casos, usan frases como “tanto… como”, que si algo es” igual o desigual que...” Es habitual, muy corriente y cuenta con la fuerza de la costumbre, por lo cual no podríamos decir, en términos absolutos, que hacerlo es bueno o malo, que si es correcto o no, porque depende de ciertas particularidades. Por ejemplo, ¿qué sería de la poesía sin comparaciones? Ciertamente, hay parecido, algunas analogías y similitudes entre algunas cosas, pero éstas son, cualitativamente, superficiales, externas. Por otra parte, comparar cosas permite comprender mejor un proceso. Es, por tanto, un poderoso recurso para explicar algo abstracto, teórico o racional que rebasa lo tangible. Sin embargo, tratándose de personas o de lo que esta persona dice, esto es, de sus palabras o de lo que ella haga, es algo muy distinto, totalmente diferente. Aquí, en este punto, hay otro tanto que decir, porque de igual modo, podemos cometer ciertos errores. La comparación y sus “anexos” son operaciones racionales, mentales y, en estos casos, siempre estará presente el ego con la lupa de Sherlock Holmes para juzgar y analizar. Al comparar, nos perdemos describiendo la experiencia o evento en vez de vivirlo. Nuestra mente nos trasporta, automáticamente, a otro lugar en lugar de estar presente en ese preciso y singular momento. Así, pues, la mente asesina en “primer grado” ese momento especial. Parece paradójico, pero cuando comparamos, pretendiendo buscar relaciones, perdemos ese contacto íntimo con la persona, con sus palabras o, en otros ejemplos, nos perdemos del sabor de la comida, de la belleza del lugar por esperar agentes externos que le sirvan de “fondo” a lo verdaderamente importante y esencial. Cuando evaluamos, comparamos, y ahí radica el error. Pensamos en lugar de sentir; la razón desplaza a la sensación. Da igual si se compara experiencias, personas o ideas, tradiciones, o lo que quiera que sea, es un error. Del mismo modo, comparar a Cristo con Buda o Mahoma, Krishna con Rama o Mahavira, por mencionar unos ejemplos de tanto que podríamos elegir de otros ámbitos o esferas de la vida, como el deporte, la ciencia o la cultura, comete un grave error. Esta actitud, nos evita y priva poder retomar su mensaje, sus palabras o desarrollar nuestro propio talento o personalidad. Es absurdo hablar de diferencias, ya que todo el mundo es único, es él mismo, somos irrepetibles y como nosotros “no hay dos”. La comparación es una entrometida y siempre acude sin cita previa a las grandes citas y encuentros. Por eso, es, como en un triangula, el tercer lado. Así que debemos evitar que se convierta en la “hipotenusa” experiencial de nuestra vida, es decir, que interfiera en la relación directa y fundamental entre nuestra propia experiencia o vivencia. Todo es único, singular, incomparable. Por lo tanto, y en consecuencia, “si la individualidad de las cosas, su personalidad y su unicidad se vuelve incuestionable para ti, entonces dejaras de comparar”, acota Osho. Conclusión: Seamos nosotros mismos y no copias de otros. Alfonso Peralta Nava.
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 14:50:41 +0000

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