TRASTORNO DE IDEAS DELIRANTES Alejandrina es una paciente de - TopicsExpress



          

TRASTORNO DE IDEAS DELIRANTES Alejandrina es una paciente de dieciocho años, que desde los dieciséis acudió a consulta por presentar dificultades en sus pensamientos: estaba convencida de que su nariz era demasiado grande para su cara, que inclusive era tan grande que ocupaba casi toda la cara. En realidad tenía una nariz normal. Ya le había insistido a sus padres para que la llevaran donde un cirujano plástico para que le realizaran una operación de la nariz. Una de las tías se animó a pagarle la operación, pero cuando ya todo estaba preparado, el cirujano estético, al realizarle la Historia Clínica, encontró que Alejandrina tenía otras cosas que parecían no estar bien, como por ejemplo pensaba que le olía horrible la boca, y después le comentó que eso comenzó cuando comió unos plátanos mosqueados, de esos plátanos de seda que tienen manchas marrones cuando están maduros. Nadie percibía mal olor de su boca. Ante la tristeza de Alejandrina y de sus familiares, el cirujano estético decidió cancelar la operación y la derivó a Psiquiatría, lo cual escandalizó aún más a Alejandrina y a sus familiares, cómo va a enviarnos allá, ni que estuviera loca. Aún así vinieron y al examen no presentaba alucinaciones auditivas, ni visuales, ni olfatorias. Solamente venía para que le diéramos un Certificado de Salud Mental que le había pedido el cirujano plástico. Vino con una gorra que le cubría la frente y los ojos. Y mirando hacia abajo decía que tenía su nariz demasiado grande y que necesitaba el Certificado para poder operarse. Ya desde los catorce años he ido notando que mi nariz crecía y crecía, y desde allí no paraba de crecer. Yo creo que mi vecina me ha hecho daño. Desde que una vez nos regaló una cabeza de plátanos de seda y qué casualidad, nos lo regaló verdes y al día siguiente ya estaban mosqueados y como me parecieron ricos me comí tres plátanos a la vez. Al día siguiente los demás plátanos estaban todos podridos y en mi cuerpo empezaron a aparecer manchas marrones, como si alguien me hubiera golpeado. La nariz se me puso más oscura y empezó a crecerme. Al resto del examen mental, Alejandrina no tenía nada más, estaba orientada en tiempo, espacio y persona, no tenía alucinaciones, en el colegio tenía buen rendimiento escolar, aunque en los últimos meses se le notaba retraída y poco social. La memoria estaba sin alteraciones, tanto en la de corto como la de largo plazo. De ánimo estaba un poco triste, y con cierto rencor con la vecina, que según ella, la paraba espiando. Desde que me di cuenta de que su hijo era marihuanero terminé con él, y seguramente la mamá me tuvo más cólera y una vez me dijo que por mi culpa su hijo se había perdido en el mundo de las drogas, que ahora estaba robando y estaba consumiendo pasta básica de cocaína, hasta la casa había abandonado. Pero cómo yo me iba a comprometer con una persona que no tenía futuro y que hasta llegó a fumar marihuana delante de mí. Yo creo que por eso nos regaló esos plátanos, por cólera. También me llamó la atención que Alejandrina llevara consigo un pañuelo tapándose la nariz, no solamente porque creía que tenía la nariz demasiado grande, sino porque había desarrollado un olfato muy sensible, especialmente a los olores como detergente, desinfectantes, colonias, y pensaba que esos olores le hacían daño. Tenía el apetito conservado aunque antes de comer olfateaba sus alimentos, los examinaba detenidamente, y solamente los comía si éstos eran preparados por su mamá o por ella misma. Tampoco tenía problemas para dormir, descansaba bien toda la noche. Médicamente se llama dismorfofobia a la creencia infundada de tener alterada alguna parte del cuerpo, en este caso creer que tiene la nariz demasiada grande. Aunque en este caso en particular lo que más llamaba la atención era la persistencia de esas ideas extrañas de que le estaban haciendo daño a través de cosas o de olores, y además en Alejandrina no existieron alucinaciones. Con ella utilizamos antipsicóticos de última generación y al mes ya obtuvimos una mejoría notable. Alejandrina y su familia iniciaron psicoterapia, y ahora que ya cumplió dieciocho años, ya dejó de ser paciente de psiquiatría infanto juvenil y está de alta. Ella misma se mira al espejo y se pregunta cómo es que llegó a pensar que su nariz tan perfilada un día le llegó a parecer del tamaño de un rocoto gigante. Regresó donde el cirujano estético para agradecerle que no la haya operado y que la hubiera enviado donde el psiquiatra. Ya no piensa que la vecina le hace daño, y se lleva mucho mejor con ella, hasta la ayuda en algunas cosas caseras cuando la vecina tiene que ir a visitar a su hijo que está en un Centro de Rehabilitación para drogadictos. La familia de Alejandrina también está agradecida porque hasta ellos ya se estaban contagiando de los olores y no permitían que nadie usara perfumes, ni siquiera flores naturales permitían, porque llegaron a pensar que si las olían estaban oliendo gusanitos microscópicos. Alejandrina es un ejemplo de cómo una intervención oportuna, puede cambiar el curso de una enfermedad. David Arce chulucanas.pe/trastorno-de-ideas-delirantes-por-el-dr-david-arce/
Posted on: Tue, 09 Jul 2013 18:34:26 +0000

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