Tema 28.- Existencia del demonio El Misionerismo quiere - TopicsExpress



          

Tema 28.- Existencia del demonio El Misionerismo quiere concientizar decididamente sobre la consecuencia de nuestras acciones incorrectas, sean en nuestro ámbito personal, laboral, familiar, social, etc. Autor: Jose Luis Perez Gallego | Fuente: Para el Misionerismo es muy importante gritarle al mundo que el demonio SÍ existe. El conocimiento tiene que venir en base a la formación, pero el Misionerismo debe concienciar a las personas que lo que está en juego es la eternidad. El gran éxito del demonio en nuestra sociedad ha sido el ocultar y negar la existencia de sí mismo, nadie habla de él y tengo la plena seguridad de que existen muy pocas personas que real y conscientemente tengan la plena seguridad de que sí existe. Por ello, El Misionerismo debe concienciar a las personas de que si existe lo blanco, existe lo negro; que si existe la luz, existe la oscuridad; que si existe el bien, existe el mal y por pura lógica sencilla si existe Dios, también debe existir el Demonio. La concientización de la existencia del maligno no se usa con el propósito del temor; concientizar y realmente concientizar en las personas la existencia de estas polaridades se hace para que a través del libre albedrío puedan decidir sus acciones conocedores de las consecuencias. Así mismo también debemos ser conscientes que como bautizados y cerca de Dios, la influencia del maligno sobre nosotros será mucho menor que lejos de Dios. En el diario actuar de nuestras vidas, muchas veces tomamos decisiones o se nos ocurren cosas que pensamos que son casualidades; o se nos presentan situaciones derivadas del común actuar de la humanidad sin pensar que detrás de ellas puede estar el maligno empujando para que las hagamos. Cuando realmente somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos, el único camino es solamente el que nos lleva a Dios, es el camino del Amor. El Padre Pío de Pietrelcina tenía luchas constantes con el demonio y decía que era tremendamente astuto, que constantemente buscaba la forma de hacernos caer en pecado. La Madre Teresa decía que cuando estamos cerca de Dios en nuestro diario actuar, debemos luchar por conseguir nuestros objetivos y ponerlo todo en manos de Dios y si las cosas pasan es porque Dios quiere, y si las cosas no pasan es porque Dios no lo quiere. Muchas veces forzamos las situaciones donde queremos alguna cosa y "a chaleco" queremos que se nos de. Muchas veces ocurre que cuando las conseguimos, nos damos cuenta que hubiera sido mejor que no la hubiéramos logrado. Hay personas que saben que existe el cielo y el infierno, pero no saben que no son conscientes de ello. Mucho peor, hay personas que creen que no existe el infierno. A todos ellos les dejaría una pregunta que deberíamos tener siempre en mente, ¿y si fuera verdad que existe el infierno...? ¿Vale la pena arriesgar unos pocos años en la tierra y perder la eternidad? Para los que tengan duda de la existencia del infierno sería bueno que leyeran las visiones del cielo, purgatorio y del infierno de Santa Faustina Kowalska, de Santa Teresita del Niño Jesús, San Francisco y de otros Santos y pensaran que si simplemente fuera casualidad, ¡qué extraño que diferentes personajes, en diferentes épocas y sin conocerse hayan escrito cosas tan similares! Deberían profundizar en la búsqueda del verdadero sentido de la vida, de la verdad de las cosas. Para entender lo bueno y lo malo de nuestras decisiones, debemos de verlas con sencillez y no con la forma rebuscada, como las vemos en la actualidad, donde se justifican la mayoría de las acciones y decisiones que tomamos, aunque afecten las vidas de muchas otras personas. Debemos concientizar los mensajes que nos ofrece la Biblia a la hora de tomar decisiones, para estar seguros de que no es nuestra inconciencia, ni la maldad o el demonio los que están tomando las decisiones por nosotros. "Con la vara que midas, serás medido", "El que a hierro mata a hierro muere", "Trata a los demás como quieras que te traten a ti", "Ama a los demás como a ti mismo", etc. Con estos criterios en mente, el mundo en poco tiempo se convertiría en un lugar mucho mejor para vivir. A continuación exponemos la conversación narrada por la Virgen María a los pastorcillos en Fátima, como una de tantas muestras que podemos obtener de la existencia del Infierno. - "¡Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!" Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos. El reflejo de la luz parecía penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas trasparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevada por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero trasparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza: - "Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzara otra peor." Extracto de tesis Existencia del infierno y del demonio en el Misionerismo En el despertar de la conciencia de las personas hacia la trascendencia, el Misionerismo pretende también despertar la conciencia de la existencia tanto del infierno como del demonio. El tema del infierno y de Satanás es un tema evadido. Estos temas son indiferentes en esta época en que la secularización nos ha llevado a negar lo que es por demás evidente: La existencia del mal y del infierno. "El gran éxito del demonio, en nuestra sociedad, ha sido precisamente el ocultar y negar su propia existencia. Nadie habla de él. Si existe lo blanco, existe lo negro; si existe la luz, existe la oscuridad; si existe el bien, existe el mal y por ende, si existe Dios, existe también el demonio. El objetivo fundamental es crear conciencia sobre la existencia de estas polaridades para que a través del libre albedrío el hombre pueda elegir responsablemente sobre sus actos y sus consecuencias."(1) En muchos ambientes impregnados de racionalismo nadie cree necesario hablar sobre estos temas considerados como fanáticos y propios de personas atrasadas. Continuamente, aunque la evidencia intelectual nos grita que son realidades espirituales reales, la conveniencia nos hace prestar oídos sordos a las advertencias de nuestro intelecto. Sin embargo, hay personas que saben que existe el cielo y el infierno, pero no saben que no son conscientes de ello. Aún más, hay personas que creen que no existe el infierno. Para todos ellos haríamos una pregunta: ¿y si fuera verdad que existe el infierno...? ¿Vale la pena arriesgar unos pocos años en la tierra y perder la eternidad?(2) Lo cierto es que como personas libres, nos realizamos en una libertad inteligente que debe de acompañarse siempre de la responsabilidad. Libertad y responsabilidad que van de la mano. La responsabilidad no es otra cosa que nuestra capacidad de responder por nuestros actos libres ante alguien y ese alguien primero, puede ser la conciencia misma, puede ser otra persona y en última instancia Dios. La libertad responsable va a dar cuentas por las cosas buenas que se hayan hecho, pero también por las buenas que se han dejado de hacer y además, por las cosas malas hechas libremente. ¿Por qué pensar que ante una buena actuación vamos a ser premiados pero ante las omisiones culpables y las malas conductas no existen castigos como sanción? ¿Por qué sí creer en un cielo, pero no creer, de manera enfática, en la existencia del infierno? El Misionerismo quiere concientizar decididamente sobre la consecuencia de nuestras acciones incorrectas, sean en nuestro ámbito personal, laboral, familiar, social, etc., y su relación con la existencia del infierno y de Satanás haciendo ver que lo que se juega en esta vida no es la eternidad, sino la gloria, pues se puede uno condenar, por sus acciones, a la eternidad del fuego del infierno.(3) Por ello trataremos en este capítulo la existencia del demonio y del infierno, su significado, lo que expresa el Magisterio de la Iglesia sobre el infierno, la acción del demonio en el mundo y en nuestras decisiones cotidianas. 1. ¿Qué es el Infierno? Dios decide crear al hombre para compartir su amor. El hombre es el único ser al cual Dios ama por sí mismo. Es el culmen de la creación. Es el único creado a imagen y semejanza de Dios. Creado libre se expresa tan libremente que puede incluso amar o rechazar a Dios, puede conocer el Bien y el Mal. En ese rechazo de Dios y no sólo conocimiento sino vivencia del mal, se encuentra una realidad que no por negarla es menos real: el infierno. El infierno es, de acuerdo con la tradición cristiana e islámica, más que un lugar de tormento para los condenados, como llegó a pensarse en siglos pasados, el estado definitivo después de la muerte al que llegan aquellas personas que a lo largo de su vida decidieron con voluntad libre excluirse de la comunión con Dios, con sus semejantes y con la naturaleza. El Catecismo de la Iglesia Católica en su párrafo 1033 nos dice claramente esto de la siguiente forma: "salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios." "Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros"(4) Y agrega: "Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra el prójimo o contra nosotros mismos. Quien no ama permanece en la muerte."(5) Añade por último: "Este estado de exclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno." La palabra infierno proviene del latín y significa "inferior". Las imágenes que asocian al infierno como lugar de tormento aparecen claramente descritas en el Nuevo Testamento, sobre todo como lugar de fuego inextinguible, de llanto, rechinar de dientes, de tinieblas exteriores, de cárcel, de gusano que no muere, de muerte, segunda muerte y condenación eterna. Es necesario destacar que los escritores neotestamentarios tomaron todas estas analogías de las experiencias de la vida humana, pero posiblemente lo que intentan mostrar es lo irreversible de la condena y la desesperanza del condenado. La Sagrada Escritura, en el Capítulo 5 del Evangelio de San Juan, en el versículo 29 claramente habla de dos destinos después de la vida, la resurrección para la vida eterna y la resurrección del juicio, este último en sentido peyorativo, pues es un juicio de condenación. 2. La existencia del Infierno Las preguntas que hay que contestar son si se habla del infierno sólo en la religión católica, qué otras religiones hablan de él y qué tan importante ha sido en la vida de los pueblos a lo largo de la historia y de la geografía. El judaísmo, inicialmente, creía en sheol, una existencia sombría a la cual todos eran enviados indiscriminadamente tras la muerte. En el libro de Job se habla del sheol, domicilio de los muertos, que aparece con diversos estratos. En los Salmos místicos, los salmistas le piden a Dios que libere su alma del sheol. "Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa; pues no has de abandonar mi alma al sheol"(6) "Pero Dios rescatará mi alma, de las garras del sheol me cobrará"(7) De cualquier manera, la vida después de la muerte era mucho menos importante en el judaísmo que en las iglesias cristianas. En el Antiguo Testamento, en el Salmo 37, se da una preparación ideológica sobre el infierno en el que el castigo más que de ultratumba se da a nivel terreno pues se considera la retribución del impío. Ver que muchas veces el justo sufre y a pesar de ello "los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre".(8) La idea del mundo subterráneo como lugar de castigo no existía tan claramente marcada en las religiones antiguas. Averno era el nombre antiguo que tanto griegos como romanos, le daban a un cráter cerca de Cumas, Campania que se creía era la entrada al inframundo, a los infiernos.(9) Voltaire, impío, anota que egipcios y griegos enterraban a sus muertos y creían simplemente que sus almas quedaban con ellos en un lugar sombrío. «Los indios, mucho más antiguos, que habían inventado el ingenioso dogma de la metempsicosis, esto es, la reencarnación, jamás creyeron que las almas estuvieran en el subterráneo», señala Voltaire. Y agrega: «Los japoneses, los coreanos, los chinos, los pueblos de la vasta Tartaria oriental y occidental, ignoraron la filosofía del subterráneo».(10) El hinduismo y el budismo creen en el infierno, aunque sólo como algo temporal en el ciclo de reencarnaciones. El hinduismo cree en 21 infiernos en los que pueden reencarnar los que han cometido faltas mortales. «El infierno tiene tres puertas: la lujuria, la cólera y la avaricia». Y en él caen «los hombres de naturaleza demoníaca» hasta ser aniquilados.(11) El budismo considera esferas infernales en las que pueden reencarnar los mortales agobiados por profundos karmas, deudas vitales, camino incorrecto, mal moral: la esfera de los espíritus torturados por el hambre y la de los demonios en lucha. Para los paganos griegos, el Hades era el lugar en el que permanecían las almas de los muertos. Allí sufrían el tormento del exilio y la separación de sus seres queridos. Se habla también de Caronte, el barquero, que conducía a las almas hacia el mundo subterráneo. En la mitología nórdica, existía un mundo tenebroso para las almas de aquellos a los que no se les concedía entrar en el Valhala, el cielo. Estas almas eran entregadas a Hel, diosa del mundo subterráneo. En el reino de Hel, el lobo destrozaba los cadáveres de los asesinos, los perjuros y los que sedujeron mujeres de otros. Es la única alusión a tormentos en esa compleja mitología. En el Nuevo testamento (NT) Jesús se refiere al infierno como "la gehenna de fuego". Juan el Bautista, también en el NT, afirma un estado escatológico a donde irán los impíos, "recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga".(12) El infierno es la exclusión de la vida eterna, apartado de Cristo, arrojados a las nieblas de allá afuera. Así también en Mateo, Jesús nos dice que el hijo del hombre enviará a sus ángeles para recoger de su reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad y que éstos se encargarán de arrojarlos en el horno de fuego donde hay llanto y rechinar de dientes.(13) San Pedro por su parte, en su segunda carta nos informa acerca de la caída de los ángeles:«Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el abismo tenebroso del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el juicio». (14) Muchos textos bíblicos tratan del fuego. Lo más importante que hay que entender es que el infierno no es un paso sino un estado eterno en el fuego que no tiene fin. El Apocalipsis en el Capítulo 14 versículo 11, lo califica como el lugar del tormento del fuego y del azufre cuya humareda se eleva por los siglos de los siglos...donde no hay reposo ni de día ni de noche. Nos queda claro en este párrafo el sentido de eternidad del infierno y la importancia que tiene en el destino de las almas. Los Padres de la Iglesia hablan del Infierno como la pena eterna del fuego. La teología cristiana ha discutido la noción de infierno a lo largo de su historia. En un tiempo no hubo duda de que se trataba del lugar en el que se castiga eternamente a los pecadores. El 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante 8.000 fieles en el Vaticano, el Papa Juan Pablo II dijo: «Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría».(15) El infierno, podemos decir a manera de conclusión después de la revisión histórica-cultural que hemos realizado, es una realidad espiritual sobre las que se ha tenido evidencia en muchas culturas y en todos los tiempos. Vemos que sobre él se habla en diversas religiones y en varias mitologías. Casi podríamos decir que se trata de una ley psicológica de la naturaleza humana el tener esta evidencia intelectual asentada en la experiencia misma de este mundo. Para ampliar un poco nuestra visión veremos cuáles son las aportaciones del Magisterio de La Iglesia sobre este tema. 3. El Infierno en el Magisterio de La Iglesia El Magisterio de la Iglesia probó claramente algunas cosas respecto al Infierno, entre ellas: a. La existencia misma del infierno en el 4º Concilio de Letrán. Se considera la existencia del infierno como una verdad de fe. b. La eternidad del Infierno. Se considera la eternidad de la pena del infierno como una verdad de fe, también. "Como no sabemos ni el día ni la hora es necesario según el consejo del Señor estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes". c. La existencia de la pena de sentido que es eterna. d. En el Infierno hay dos penas: la pena de daño, que significa estar apartado de Dios y la pena de sentido que es aquello que nos hace sufrir, que nos hace sentir torturados y cuyo instrumento es el fuego. No hay infierno sin fuego ni tortura. La pena de sentido es eterna al igual que la pena de daño. Hay que distinguir las dos penas. Las dos son reales y ambas son verdades de fe. Algunos quieren reducir el Infierno a la pena de daño, es decir, no consideran la pena de sentido. Todo se reduciría a la pregunta de cómo es el fuego del infierno, ¿es espiritual?, ¿es corporal? Santo Tomás de Aquino decía que el fuego es corporal pues quema los cuerpos. No igual al fuego de la tierra pues es capaz de torturar a las almas. Equipara el fuego del infierno con la sal ya que al igual que la sal, el fuego del infierno quema la carne pero no la consume. La quema y la mantiene en esa situación de ser quemada por toda la eternidad. Con esto podemos decir que considerar sólo la pena de daño es una visión reducida del infierno ya que el fuego al no consumir, prolonga la pena y el tormento de sentido por toda la eternidad.(16) Santa Teresa es un excepcional testigo del infierno. En su testimonio se manifiesta la exactitud con que distingue la pena de daño de la de sentido.(17) ¿Dónde está el infierno? El Papa Juan pabló II claramente definió que existe un estado pero no un lugar. Ahora bien, si es nuestro cuerpo el que se consume con las flamas del infierno debe ser, también, un lugar. 4. La existencia del demonio Ya dijimos antes que en las religiones paganas se habla de espíritus malignos que ejercen su influencia en la vida del hombre. Se habla también de distintas figuras, monstruos mitad hombre, mitad dragón o toro, genios alados o simplemente, figuras horripilantes que están en contra de la divinidad. Por otro lado, tenemos en la mitología babilónica a Lilit (Is. 34-14) y a Tiamat. La existencia del Demonio es una verdad que no podemos negar. En el dualismo iraní, nos encontramos con Ahriman. En el masdeísmo iraní creado por Zaratustra encontramos a Eshma - Deva quien nos trae a la memoria al demonio Asmodeo que aparece en el libro de Tobías 3, 8.(18) En la mitología egipcia aparecen confrontados con los «seres de luz», seres malignos cuya función es castigar a los hombres provocándoles enfermedad y sufrimiento. En la mitología griega un término que es importantísimo es el de "daimon" de donde proviene nuestra palabra demonio. Daimon proviene a su vez, del verbo daíomai que quiere decir dividir o separar. De origen griego también es la palabra diablo, que proviene del verbo diabalo y que significa separar. En la religión de Mesopotamia se habla de espíritus demoníacos que no solamente existen, sino que ejercen un influjo en los acontecimientos humanos. Según José Antonio Sayés, es en la religión del Irán en donde propiamente se habla de un dualismo metafísico que habla de dos principios coeternos: el principio del bien y el principio del mal, que luchan entre sí hasta que al final el principio del bien se impone al mal. Esta oposición entre estos dos principios es eterna y es el principio malo quien crea el Devas o demonios que parecen transformaciones de divinidades desaparecidas.(19) En el Antiguo Testamento se habla del demonio desde el Génesis 3, 1-5 cuando, en forma de serpiente, se presenta ante los primeros padres y les anima a probar del fruto del árbol del Bien y del Mal y con eso los condena a la muerte. "La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yavéh Dios había hecho." Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Más el fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis so pena de muerte» Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal». En el libro de Job, Satanás desafía a Dios y le propone tentar a Job, amigo de Dios, para hacerle ver que su piedad y su fidelidad no son consistentes sino debidas a que todo le sale bien en la vida(20). En esta cita Satanás no se presenta como el espíritu del mal sino simplemente como tentador. Es interesante notar como aparece como hijo de Dios, subordinado a Dios, quien es muy a pesar suyo su Creador y Señor. Encontramos en el libro de Tobías una referencia importante a Asmodeo, el que hace perecer, y que es un demonio de la religión persa, que está en contra de la unión conyugal y que por tal razón mata a los siete maridos de Sara. (Tobías, Título III, Sara 7-15) En la cuarta visión de Zacarías, encontramos el siguiente texto: "Me hizo ver después el sumo sacerdote Josué, que estaba ante el ángel de Yavéh": a su derecha estaba el Satán para acusarle. Dijo el ángel de Yavéh al Satán: ¡Yavéh te reprima Satán, reprímate Yavéh! Estos relatos que encontramos en el Antiguo Testamento no pueden ser un mito, son más bien fruto de las reflexiones sobre la existencia del mal y del pecado en el mundo. Y en las que llega a la conclusión de que no puede ser Dios el autor del mal en el mundo sino que este proviene de "una fractura iniciada al principio por la voluntad del hombre". (21) En el Nuevo Testamento (NT) encontramos que la realidad de Satanás es la de ser enemigo de Jesús. En el NT el demonio nos interesa muchísimo ya que puede ser el culpable de la pérdida del Reino de Dios y de la consiguiente perdición del hombre. Encontramos al demonio en Mateo 4, 1-11, cuando después del bautismo de Jesús éste es tentado por el demonio después de cuarenta días de ayuno: « Si eres el hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en panes» y luego llevándole a Ciudad Santa le pone sobre el alero de uno de los templos y le increpa:«Si eres el Hijo de Dios tírate abajo porque está escrito: A sus ángeles te encomendará y en tus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» También, y por último, le dijo subiéndolo a un monte y mostrándole todos los reinos del mundo: «Todo esto te daré si postrándote me adoras» Jesús, sabemos, no cayó en las tres tentaciones con lo que dijo un sí definitivo a su misión redentora. Jesucristo nos confirma la existencia del demonio con la parábola del «más fuerte». Marcos nos dice: «Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Está poseído por Beelzebul y por el príncipe de los demonios expulsa a los demonios». Él, llamándoles junto a sí les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. (...) Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir pues ha llegado a su fin. «Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte: entonces podrá saquear su casa (22)». Más adelante en Marcos 4,15, al explicar la parábola del sembrador, pone en palabras de Jesús lo siguiente: «Los que están a lo largo del camino donde se siembra la palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.» Encontramos en el NT una lucha entre Satanás "El príncipe de este mundo" y el reino de Dios. Hay varias menciones sobre exorcismos en los que Cristo le habla directamente al demonio y hasta lo tutea: «Había en su sinagoga un hombre poseído por el espíritu inmundo, que se puso a gritar»: ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: El Santo de Dios. Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él Y agitándole violentamente el espíritu inmundo dio un fuerte grito y salió de él»(23) También encontramos el relato del endemoniado de Gerasa en Mc 5, 1-25, en el que Cristo saca una legión de demonios de él y los manda a los cerdos que finalmente mueren en el mar. Mateo nos cuenta la expulsión del demonio que hace Jesús en la hija de una cananea, quien, desesperada, pide su favor.(24) San Pablo usa el nombre de Satanás unas diez veces, así como sus equivalentes: maligno, tentador y dios de este mundo; y lo presenta como el gran oponente de Cristo. Satanás, según San Pablo, obstaculiza la difusión del evangelio, divide la comunidad, separa al hombre de Dios, llevándolo a la desobediencia.(25) Pablo nos dice en la Segunda Epístola a los Corintios en el número 11, en el versículo 14: «Porque esos tales son unos falsos apóstoles, unos trabajadores engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo: Y nada tiene de extraño que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz». San Pedro en su Primera Carta, por su parte, nos aconseja: «Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos» Por último en el Apocalipsis hablan del demonio o Satanás como una realidad que no podemos negarnos por más despreocupados que queramos vivir. En el Apocalipsis es descrito como un dragón rojo con siete cabezas, diez cuernos y siete diademas.(26) Dragón que se sirve de aliados como la bestia que sale del mar (27) que a su vez es devorada por una segunda bestia (28). No queremos dejar de mencionar que los padres de la Iglesia Orígenes, San Agustín, San Juan Crisóstomo, San Ireneo, Justino, Atenágoras, Clemente de Alejandría, Tertuliano y lactancia, entre otros, crean sus propias teorías y explicaciones acerca del demonio y del pecado. En el Concilio de Florencia, en el de Trento y en el Vaticano II se habla del demonio en varias ocasiones. Como vemos la Sagrada Escritura y el Magisterio abundan en textos y definiciones sobre la existencia del infierno, sus penas y su eternidad. La doctrina de la Iglesia, actualizada, la encontraremos en el Catecismo de la Iglesia Católica, donde leemos: "Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El", contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida permanente en él" (29) Es decir, que morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno".(30) 1. Acción del Demonio en el Mundo Hay que decir que sobre el demonio hay una conspiración, una conspiración de silencio, un verdadero y auténtico complot. Nadie habla de él y cuando Pablo VI se atreve a hablar de él al mundo en la década de los 70´s se le tachó de estrecho al "exhumar creencias medievales".(31) Juan Pablo II en ocasión del Año internacional de la Juventud en 1985 envió un mensaje en el que decía: La táctica que Satanás ha aplicado y continúa aplicando consiste en no revelarse para que el mal que ha difundido desde los orígenes se desarrolle por la acción del hombre mismo, por los sistemas y las relaciones entre los hombres, entre las clases y entre las naciones, para que el mal se transforme cada vez más, en un pecado estructural y se pueda catalogar cada vez menos como un pecado personal. En palabras de Huber es una forma de institucionalizar el mal en la vida del hombre. Dom Alois Mager o.s.b. antiguo decano de teología en la Universidad de Salzburgo afirma que el mundo satánico se caracteriza por dos rasgos fundamentales: la mentira y el asesinato. La mentira, pues aniquila la vida espiritual. El asesinato, la vida corporal. Aniquilar siempre. (32) El R. P. Rubén Alberto Ederle, en su conferencia sobre el Infierno y la acción del demonio en el mundo nos dice que las principales acciones del demonio en la tierra son: a. La tentación. Este es el oficio del demonio: tentar nos dice Sto. Tomás. Esta es la primera de las acciones del demonio en el mundo. Sto. Tomás dice que no siempre las tentaciones vienen del demonio ya que muchas veces nosotros mismos por medio de nuestra concupiscencia buscamos las tentaciones. Muchas veces debemos considerar si no somos nosotros mismos los que producimos un montón de cosas. Sto. Tomás dice no multiplicar los entes donde no los hay, no buscar milagros donde no los hay. Dios no tienta. Dios sólo nos puede inducir al bien, somos nosotros los que nos ponemos, constantemente en ocasión de peligro, de pecado. Tentación para el mal sólo es obra del demonio. Santiago nos dice que cada quien es tentado por su propia concupiscencia que lo atrae o seduce pero que nadie será tentado más allá de su fuerza. Dios es fiel y no permitirá que eso pase. ¿Cómo puede concretizarse esta tentación en la vida de las empresas? La tentación cae casi siempre por el lado de la templanza, que en el mundo empresarial podemos decir que es vivida en forma de sobriedad: se ponen los beneficios económicos por encima de las personas, se privilegia la situación personal por sobre la situación de la familia y de la comunidad; la avaricia hace su entrada triunfal cuando se visualiza una forma de no contribuir de manera justa con los gastos del Estado, la tentación de no cumplir con las reglamentaciones ambientales y no dar ese servicio a la comunidad que la utilidad otorga por negarse, por un interés egoísta de la empresa la existencia de esa utilidad, entre otras. La tentación de desperdiciar el tiempo en lo superfluo, en lo inmediato y en el ego personal. b. La obsesión. No es fácil distinguir si una tentación viene del Demonio o de nosotros mismos. La obsesión es una incursión tan fuerte del demonio, sensible, que no deja duda a aquél que la padece, de la intervención del demonio, es un embate sensible que no se puede explicar con las solas fuerzas naturales (concupiscencia) y el demonio, en este embate al alma muchas veces termina poseyendo su mismo cuerpo. En la simple tentación puede no ser clara la participación del demonio. La diferencia fundamental entre obsesión y la posesión es que en la posesión el ataque es desde fuera, la posesión es la instalación del demonio en el interior de un cuerpo. Sin embargo el demonio que posee un cuerpo no lo posee intrínsecamente sino como un chofer que guía su coche. Es decir el demonio no es alma de ese cuerpo, no informa a ese cuerpo. En la obsesión es un ataque mucho más fuerte que la posesión misma porque tiene como fin instalarse en el alma de la víctima. Cuando el demonio obsesiona a una persona lo hace, en definitiva, teniendo como blanco el alma: Quiere que el alma pierda la paz, y si es posible, la gracia. El demonio nunca puede meterse dentro del alma a menos que esa alma le entregue su inteligencia y su voluntad, si no, no puede pues ese ámbito sólo le pertenece a Dios. El demonio intenta apartar, con la obsesión, a esa alma de Dios, ese es su fin. La obsesión puede ser interna o externa: externa a través de los sentidos, en particular la imaginación. Como una idea fija de hacer lo que no se debe o de no hacer lo que se debe. Puede presentarse a través del sentido de la vista: con apariciones de Satanás que tienen formas agradables para llevar al alma a la vanidad o formas horribles que tienen la intención de apartarlas del camino de su propia vocación, de su camino del deber de estado; otras veces, formas voluptuosas para invitar a la persona a pecar. Este tipo de visiones afectaron a Santa Catarina de Sienna a San Antonio Abad. Pueden presentarse a través del sentido del oído: con ruidos espantosos, afirmaciones blasfemas y obscenas. Este tipo de sonidos fueron vivenciados por Santa Margarita de Cortona; hay ruidos, por ejemplo, en la vida del cura de Arce. Puede presentarse el demonio también a través del olfato con olores ricos o con hedores. A través del gusto con cosas ricas o sabores amargos, hiel. El sentido más atacado es el tacto ya que lo tenemos en todo el cuerpo, Santa Teresa de Jesús, Santa Catarina de Sienna. Personas que obsesionadas nos les importa realizar cualquier tipo de negocios, que no sólo dañan su persona, sino a su familia, la de terceros y en general a la sociedad. Negocios que dañan la salud, la moral y que pasan por encima de lo que sea y de quien sea con tal de obtener cuantiosas ganancias. Personas que se justifican constantemente con el argumento de crear fuentes de trabajo, contribuir al desarrollo del país cuando en realidad su obsesión por el dinero, la fama y el status es lo que realmente dirige los ideales y objetivos de la empresa y del trabajo. c. La posesión no es tan grave como la obsesión. El demonio entra en el cuerpo de la víctima. En la obsesión se aleja al alma de la cercanía y del servicio de Dios. No está informando al cuerpo, pero el demonio intenta poseer intrínsecamente aunque no lo logre pues sólo Dios lo puede. Para terminar, la idea fundamental de todo esto, no es que temamos al infierno, o al demonio de manera equivocada. Lo peligroso es que el demonio llegue a poseer nuestra alma, no tanto nuestro cuerpo y que nos convenza de que no existe para que bajemos la guardia y entonces, él, pueda entrar. En efecto, uno de los males de nuestros días es la soledad, a pesar de vivir en un mundo tan modernamente comunicado porque solo se puede sentir tanto el millonario en medio de sus negocios y fiestas como el mendigo en medio de sus miserias que lucha día con día por encontrar algo que le llene el estómago; tanto el ama de casa que tiene un marido que la desprecia y unos hijos que no le hacen caso, como el profesionista que no encuentra trabajo...pues la soledad no es no tener a nadie físicamente a nuestro alrededor, sino no tener a nadie cerca de nuestra alma. Todos estamos expuestos a sentirnos desamparados en los momentos duros, o en la cotidianidad de nuestro trabajo diario. Sin embargo, Cristo nos sale al encuentro. Nos cura y hace que cambie nuestra vida en contra de las costumbres frívolas del mundo en que vivimos. Porque Él quiere permanecer en nuestras almas, por medio de la Gracia, bajo la condición de que respetemos sus mandamientos. (33) El infierno es estar sin Dios, sin Cristo que nos ama tanto y que nos comprende tanto. El infierno es la Verdadera soledad. ¿A quién acudir?¿A quién ir? Si Dios ya no está. Y lo peor de todo es que los condenados ni siquiera suplican perdón, incapaces de reconocer su equivocación en esta vida, se vuelven de odio a sí mismos, a Dios y al Demonio que los engañó con sus placeres aparentes. El infierno es la Verdadera Soledad. El que sin Dios quiere vivir, sin Dios vive y sin Dios muere. Dolor y sufrimiento, ya es esta vida sin Dios, cuando vienen los tiempos difíciles.(34) El demonio siempre nos tienta por nuestra parte más débil, es un aprovechado y un oportunista de nuestra constante lucha interior entre elegir el bien o el mal, es terriblemente insidioso y nos confunde haciendo que elijamos un mal con apariencia de bien. Lo que pretende Satanás es algo mucho más grave: apartarnos de nuestra misión y como consecuencia de Dios. Su plan es siempre el mismo: la mentira, la vanagloria, el camino fácil, los triunfos fulminantes y espectaculares, la comodidad, el uso de nuestras cualidades para nuestra propia gloria y honra para que los demás nos alaben, se impresionen y nos sirvan...¿no son éstos nuestros puntos más flacos?¡Cuantas veces el demonio nos derrota por ahí! Con Satanás no hay que jugar ni dialogar, ni permitirle las dudas ni las insinuaciones. Hay que cortarlo enseguida poniendo por delante de inmediato, la obediencia a la Palabra de Dios, en un deseo de contrición y de búsqueda de la Misericordia Divina pues Él siempre está listo para regalarnos su luz y presentarse de nuevo en nuestras vidas. Dios nos envía constantemente señales fundamentalmente a través de nuestra conciencia, de ahí la importancia del Misionerismo cuyo objetivo formativo es el despertar de la conciencia que no tiene que detenerse jamás a pesar de las barreras o de las murallas que haya en el alma de las personas. Conciencia que nos debe mantener auténticos con nosotros mismos, con nuestras familias y con nuestras actividades y decisiones laborales; capaces, también de ver la autenticidad con la que Dios se comunica. Que la autenticidad de Dios nunca choque con la inautenticidad de nuestras decisiones. Que su forma de hablarnos a través de sus señales, encuentre siempre eco en nuestro corazón. Un corazón abierto, dispuesto, auténtico que recibe todas estas señales que el Señor le da y las hace vida en sus obras.
Posted on: Wed, 25 Sep 2013 02:03:54 +0000

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