“Tengo dinero en el mundo. Dinero maldito que nada vale”. - TopicsExpress



          

“Tengo dinero en el mundo. Dinero maldito que nada vale”. Escucho esta canción clásica de José Alfredo Jiménez y la comparación política es inevitable. “De que me sirve el dinero si sufro una pena, si estoy tan solo (...) yo pa’ que quiero riqueza, si voy con el alma perdida y sin fe. Yo lo que quiero es que vuelva, que vuelva conmigo, la que se fue”. Sí, más de un panista de tradición, de abolengo, debe estar musitando la letra del gran compositor de Guanajuato (uno de los estados donde desde hace lustros Acción Nacional es hegemónico, por cierto), pensando en que justo la que se fue es la imagen de un partido combativo, honorable. Conservador, sí, pero que al menos en el discurso promovió valores encomiables, muy alejados del bochornoso espectáculo que ahora protagonizan su dirigencia nacional y algunos de sus senadores. “Una de las causas de la derrota del PAN es que el dinero nos pudrió”, declaró hace unos días el panista Juan Ignacio Zavala en una entrevista con Grupo Imagen Multimedia. Habla, por supuesto, de la disputa de una bolsa de 204 millones de pesos que está en el centro del divorcio entre la corriente calderonista y la dirigencia encabezada por Gustavo Madero, y que saltó ya del espacio físico de la más alta tribuna de la nación (la ironía se cuenta sola) a la barandilla del Ministerio Público. Lo que comenzó con un diferendo comprensible entre dos corrientes internas de un partido que recién dejó el poder (semejante a los que el PRD nos tenía acostumbrados) dejó ver con claridad la naturaleza del conflicto una vez que se rompieron las costuras: la pelea por el dinero público como si fuera patrimonio de unos cuantos servidores públicos más interesados por servirse a sí mismos... y con la cuchara grande. Era de esperarse que el grupo afín al ex presidente Felipe Calderón no se quedaría con los brazos cruzados después de que Madero removió al coordinador parlamentario Ernesto Cordero. Lo que sí era imprevisible (porque en la historia previa del panismo no se registra un antecedente similar) era saber hasta dónde iba a estirarse la liga con tal de no perder el control de unos recursos proyectados para fines más nobles, y hoy convertidos en vulgar botín. Los senadores corderistas promovieron, en contra incluso del sentido común y la disciplina, una reforma a los estatutos de la bancada que les permitiría hacerse del control del dinero, y que en los hechos significa un golpe a la autoridad del dirigente nacional de su partido, legalmente facultado para designar a sus representantes en el Congreso. El coordinador parlamentario Jorge Luis Preciado destituyó al segundo de la bancada para anular jurídicamente la reunión de los senadores rebeldes, que de cualquier forma la llevaron a cabo ante notario, y en la que nombraron un tesorero afín a los intereses del calderonismo. El más reciente capítulo es la disputa del espacio físico de la tesorería en una agencia del ministerio público y la desautorización de esos estatutos por parte de la dirigencia del PAN. Así, lo que parecía en un principio un thriller político con ribetes de golpe palaciego, ahora derivó en una película de Cantinflas o en un programa radiofónico de Tres Patines. De pena ajena. El vergonzoso episodio no debiera extrañar proviniendo del grupo político que perdió el proceso interno para la candidatura a la Presidencia de la República y que, lejos de sumarse al designio de la mayoría y asumir el resultado con disciplina partidista y espíritu deportivo, hizo cuanto pudo para torpedear las aspiraciones de Josefina Vázquez Mota. No saben perder, pero ojalá la frase sólo fuera retórica: lo que no saben perder, y no quieren, es esa jugosa bolsa para seguirla manejando a su libre albedrío. Tiene toda la razón Zavala cuando habla de las razones de la derrota panista, siendo él mismo asesor de Cordero y beneficiario de los recursos que están en el centro de la pugna. La que se fue. Sí, se fue esa filosofía que animó hace décadas a miles de panistas, hombres y mujeres de bien, a desafiar la omnipotente y omnipresente hegemonía priista para hacer efectiva la democracia en México. Se fue la esencia de un instituto que reivindicó la militancia política con el fin de darle orden y generosidad a la vida pública. Como diría también a Grupo Imagen El Jefe Diego Fernández de Cevallos, ni orden ni generosidad hay en este episodio que amenaza con descarrillar las reformas estructurales que tanto necesita el país, sobre todo ahora que la volatilidad internacional amenaza con tambalear la estabilidad económica que ha mantenido en los últimos lustros. Dinero maldito, sí, que todo corrompe, que todo envilece. Dinero maldito que está dejando solo y sin opción a un electorado legítimamente identificado con una visión de derecha moderna y moderada que contribuya al equilibrio político. Tarea titánica para un partido que sostenga valores auténticos que no se trastoquen con el brillo de 204 millones. Que vuelva consigo aquella decencia, la que se fue… Twitter: @Fabiguarneros
Posted on: Sun, 23 Jun 2013 15:16:39 +0000

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