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Tengo que reconocer que no me hace mucha gracia el cine contado en forma de flashback. Historias con idas y venidas, saltos narrativos (aunque sean coherentes) y secuencias solapadas son recursos fílmicos que no suelen ser de mi agrado. Si encima la narración no tiene un ritmo ágil y los fotogramas se suceden de forma farragosa…intermitente…sin ton ni son…ya ni te cuento. Pero, afortunadamente, este no es el caso que nos ocupa, aunque la película esté realizada con esa técnica retrospectiva. La diferencia estriba en que este Forajidos de 1946 es cine negro de altos vuelos y no queda más remedio que descubrirse ante su compleja, intensa y bien elaborada trama, así como por la conseguida resolución de la misma. La culpa de todo ello la tiene un magnífico guión y una brillante realización de un grande del film noir: Robert Siodmak (autor de otras tantas gemas del género: Pesadilla, la comentada más abajo La Dama Desconocida, La Escalera de Caracol, etc.), además de unos actores que bordan la excelencia. Un cine de otro tiempo e inimitable. Forajidos refleja escrupulosamente todos los elementos del mejor cine negro de la época: un universo de personajes ambiguos, oscuros, de baja reputación y sicarios de la peor especie. Aquí, el atormentado personaje del “sueco” (Burt Lancaster), un boxeador fracasado, será un juguete de papel en manos de la “femme fatale” de turno (Ava Gardner) y la engañosa seducción del dinero fácil en el sórdido mundo del hampa. El acompañamiento de una efectiva banda sonora y la acertada estética expresionista de la película (fotografía, una vez más, de tintes melancólicos; juego habilidoso de luces y sombras; el siempre pesimismo fatalista que se adivina en cada una de las secuencias…) conforman un retrato sociológico de primer orden sobre una forma de hacer cine que sería imitado hasta la saciedad, con mayor o menor fortuna, en los años siguientes. Los actores son de primerísimo nivel. Ava Gardner, que está para quitar el hipo, fue una mujer de una belleza deslumbrante, arrebatadora, pero también una actriz como la copa de un pino (por si alguien lo había olvidado) y cumple su cometido con la exactitud de un reloj suizo.Burt Lancaster compone un personaje de una sobriedad apabullante, en su primer papel de actor principal, que no lo es tanto, puesto que el protagonismo recae, básicamente, en el siempre soberbio Edmond O’Brien, quien irá destejiendo ese arcoiris (parafraseando un libro de Richard Dawkins) de complicidades, encubrimientos y traiciones, junto al teniente de policía de turno (resuelto por un eficaz Sam Levene). Como contrapunto negativo, relativamente ajeno a la película, tenemos un doblaje achacoso, aunque con los mejores actores de la especialidad. No obstante, podemos optar por la autenticidad de la versión original, siempre más recomendable en estos casos. No hace falta decirlo: de obligada visión uraniaenberlin/2010/11/10/forajidos-o-la-enigmatica-ambiguedad-del-film-noir/
Posted on: Fri, 14 Mar 2014 22:12:51 +0000

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