Tenía miedo de enfrentarme a mi misma. Miedo, terror, pánico, necesidad urgente donde yo no pudiera alcanzarme. Ganas de borrarme la sombra para no dejar rastro. Por eso odiaba estar sola. Aunque no era odio, era temor. El temor más puro, más aterrador e inmovilizante que he conocido nunca. No quería mirar dentro de mí. No quería afrontar todo lo que había dentro de ese vacío que se había tragado todas las luces de mis días. No tenía ningún arma contra ellos, mientras que ellos me consumían poco a poco. Entendí entonces porque siempre resultaba tan invencible, tan competitiva, tan vengadora. Llevaba demasiado tiempo luchando contra el peor enemigo que uno se puede enfrentar. Uno mismo. Pero había que hacerlo. Con uñas, garras y dientes. Aunque no saliera viva de aquello.
Posted on: Sat, 21 Sep 2013 13:42:26 +0000
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