¡Teté pintaba y yo escribía los versos! Tony Raful Las calles - TopicsExpress



          

¡Teté pintaba y yo escribía los versos! Tony Raful Las calles Palo Hincado y El Conde se trenzaban en un insólito espectáculo de luz y pintura. No era la primera vez. Allí, muchedumbres de la historia habían jurado defender la heredad en 1965. En el entramado de El Conde y la Palo Hincado, nomenclatura colonial de episodios históricos, transitaban las bellas muchachas, los tertuliantes de las cafeterías, los compradores afanosos asomados a las vidrieras de los negocios, los caballeros bien vestidos, los que cruzaban veloces del trabajo a la casa, los agoreros, los farsantes, toda aquella pluralidad vistosa, alegre. Ahora estábamos, frente a un gigantesco mural que cubría todo el frontispicio de lo que fue, la cafetería Uno y Cinco. Tete Marella había subido como una araña multicolor por la pared y dibujaba con maestría, trazaba el lienzo y plasmaba la belleza de un tiempo fidedigno, colocaba los garfios para sostenerse en el vacío, mientras en un deleite de pincel y cielo, tejía una leyenda que galopaba en los espacios floridos, de su encanto de artista auténtica. Mientras Teté pintaba, yo escribía: “Como rito de luz que viene del girasol y la espiga/tronco encinta del fulgor y el alba/Alcoba de colores que balbucea el jardín de la Patria/pájaros que levitan abismados/ en hipnosis de cielo y torbellino/Criaturas donde el sueño centellea/fosforecen los párpados/ámbitos del trópico hendido y reluciente/muñecas ángeles que se desvanecen en la ternura/ángeles muñecas que visten los mástiles de la isla/ trémula coalición del color/clareando, enlazando una pluralidad de lenguasÖ”. Teté ondulando los recodos, untando arcilla y matices, coloraciones, en el despunte de su ofrenda. En su circuito violáceo de pintora crecida sobre el atardecer, coloca sus muñecas desdobladas, reponiendo en ellas el aliento de la Patria. Debajo de su formidable trabajo, minucioso, orfebre, creador, la multitud da seguimiento a sus trazos, a los mundos que insurgen de sus manos maravillosas, sin reposo. El poeta la acompaña: “Mural donde crea el instante/su colina de prodigios/Infancia de la palabra prístina/vestidura de signos, espuma de tiempo/Tres soles repartidos en la aurora/oleajes, efluvios/Trapecios del amarillo del azul del verde/surtidores del espacio inmensurableÖ”. Hace ya más de 25 años, pudimos cristalizar la ínclita hermosura. Pero aquel mural deslumbrante, festivo, memorioso, sucumbió, borrado por la desidia, por la imposibilidad de darle continuidad visual a los sueños que se alternaban, trascendiendo la rutina húmeda de los días: “Himnos segadores de Cronos/donde corazones levitan sobre piedras/Transfiguran la edad flagelada de la historia/palomas que acarician el siglo/Caligrafías del ojo solar/marejadas que inundan las riberas de la eternidad/Tres custodios en un habitáculo de raíces transmigran/seres radiantes solícitos en la cima del logos”. Eran los Padres de la Patria. Era la tríada decorosa, fundacional. Eran los héroes de febrero en una fijación de colores, que removía con luces la pétrea edificación. Era la mutación de las imágenes. La movilidad del decoro en la cúspide del logos, el verbo primario de la creación entera: “Llueven diamantes cometas confetis/es la cercanía amantísima de los padres/ el fuego dorado, la dote de la canción/es el fresco inacabable donde la espátula es espejo/ una imagen cenicienta/ que llena de amor las sílabas/ donde es asidua la mirada y bulle el corazón”. Nos borraron el mural, pero yo me quedé con el cuadro que Teté pintó para el poeta, que era reflejo sonoro, música cautiva, estampa de filigranas sobre la tela penetrada de sonrojos y coloraciones, del inmenso trabajo sobre la pared encorvada por el pulso de su pincel. Ella acaba de inaugurar su exposición de pintura que abarca una selección de gran parte de su producción, en la Galería de Arte Nader. Se recordó del mural y me llamó. Y yo le llevé el mural pequeño que salvamos de las llamas de la negligencia, la indiferencia y la falta de amor a las grandes obras del arte y la cultura. Y junto a sus hermosas obras tipificadas en matices, junto a su estilo proverbial, las llamas del color diverso, cuya fuerza visual desencadena placeres estéticos, la escala de tonalidades, gradaciones del pincel y la espátula, témpera de colores, donde mi amiga, Teté Marella, manda, reina y fosforece.
Posted on: Tue, 10 Sep 2013 13:16:25 +0000

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