Todo ese día que me detuve en Lima no me separé de Mariátegui. - TopicsExpress



          

Todo ese día que me detuve en Lima no me separé de Mariátegui. Nuestras charlas se referían a problemas inmediatos de América, a programas de acción y trabajos que debíamos coordinarlos. Le ofrecí escribir frecuentemente en su importante revista Amauta, la única en el continente, que como un faro solitario alumbraba por entonces a la juventud inquieta. Hicimos hincapié en ciertas tendencias literarias del instante y revisamos todos los valores, criticando y elogiando las producciones conocidas y sus autores. Esa mañana Mariátegui se sentía feliz y entusiasta. Habló por teléfono a varios amigos suyos, entre ellos al coronel Higuera, hombre simpático y amigo de las letras, al cual volví a encontrar en México y siguióme tratando con la misma cordialidad: tomamos a Mariátegui en los brazos y lo pusimos en un coche, dirigiéndonos todos a un restaurant. La comida sencilla y amable tenía el sabor de esas reuniones antiguas donde el pan, el vino y la sinceridad, se distribuían fraternalmente, sin pensar en “lo tuyo ni en lo mío”. Mariátegui, no solamente era teórico, sino también un excelente camarada. tacnacomunitaria.blogspot/2013/11/tristan-marof-el-abrazo-jose-carlos.html
Posted on: Thu, 07 Nov 2013 19:56:13 +0000

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