Triste fin de una República Por Marcelo A. Moreno 17/07/13 En - TopicsExpress



          

Triste fin de una República Por Marcelo A. Moreno 17/07/13 En estos días convulsos en la República Argentina se me ha dado por leer las “Filípicas” de Marco Tulio Cicerón, pronunciadas en el Senado contra Marco Antonio durante la larga agonía de la República Romana. Las he compartido con amigos que creyeron hallar en esas palabras ciertos ecos que, a través de los siglos, parecen traerlas muy cerca. En marzo del 44 a. de C. Julio César fue asesinado por un grupo de senadores y magistrados entre los cuales estaba su propio hijo adoptivo, Marco Bruto. Los conspiradores actuaron con la certeza de que César pensaba proclamarse príncipe o rey, terminando con la República: días antes uno de sus seguidores, Marco Antonio, le había ofrecido una corona. Pero los conjurados corrieron igual suerte que su víctima: Antonio y el sobrino de César, Octavio, tomaron el poder en Roma y los persiguieron por el mundo hasta acabar con ellos. En ese marco, Cicerón elaboró sus “Filípicas”. Escuchémoslo. “Esta otra acusación se refiere a un hecho reciente: dice que César fue asesinado por instigación mía. Empiezo a temer, senadores, algo de todo punto infamante: que p arezca que he pagado a mi acusador para que no sólo me honre con todo tipo de alabanzas, sino para incluso me colme con otras que no merezco.” En otro tramo se dirige directamente a su enemigo: “Me miras, y desde luego, pareces furioso. Ciertamente, te reconciliarías inmediatamente conmigo si supieses cuánto me avergüenzan tus bajezas, aunque tú mismo no te avergüences de ellas”. También habla de la repentina fortuna de Marco Antonio: “Y así, tan enormes montones de monedas se acumulan en casa de Antonio que el dinero se cuenta ya por su peso, no por su cantidad. ¡Pero qué ciega es la avaricia! (...) Recuerda, Marco Antonio, el día que suprimiste la magistratura de la dictadura. Compara aquello con el presente mercadeo con el que tú y los tuyos os enriquecéis, entonces comprenderás cuánta diferencia hay entre el lucro y la gloria ”. Marco Antonio soportó las “Filípicas” pero no tardó en vengarse: al año siguiente mandó a matar a Cicerón y expuso su cabeza y sus manos en el Foro. Después, moriría sin gloria en brazos de Cleopatra, luego de ser derrotado por Octavio que, bajo el nombre de César Augusto, terminaría definitivamente con la República Romana. Por cierto, l a Argentina está a abismos de ser un imperio en ciernes. Pero desde el poder, hoy, aquí, se amenaza a la Constitución, a la Justicia y a la libertad de expresión, bases de la República. No muy parecido, pero ¿demasiado diferente?
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 23:30:44 +0000

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